En sus últimos diez partidos de Europa League, el Sporting de Portugal solo logró vencer en uno. Un dato casi o más difícil de entender que la presencia del Skenderbeu albano en una competición europea. Ambos afrontaban el partido fuera de los puestos clasificatorios. Solo cabían dos opciones en la cabeza de Jorge Jesús: que ganara su equipo o que perdiera el contario.

Dominio luso en la primera mitad

El árbitro pitó con la presión puesta en los hombres de Jorge Jesús, obligados a romper ante los ojos del José Alvalade una racha tan singular como inaceptable. Los primeros minutos estuvieron marcados por el tanteo entre ambos equipos, o lo que es lo mismo, para el Sporting, como de grande era el grado de inferioridad que tenía el equipo al que se enfrentaban. Fuese enorme o gigante, a falta de 65 minutos para la conclusión del encuentro el delantero centro albano Salihi fue expulsado por doble amarilla. Dos tarjetas en menos de 25 minutos. El Sporting era consciente de a qué rival se enfrentaba.

Si ya de por si era un rival asequible con 11, ya con 10 aún más. Los portugueses acosaron el área rival con los remates de Mané, Montero y Martins, que gozó de la ocasión más clara al desperdiciar una excelente combinación con Montero. Cuando más cerca estaba de ser derribada la muralla albana, el Skenderbeu tuvo una buena oportunidad para verter un jarro de agua fría sobre los aficionados lisboetas. Suerte de Rui Patricio y sus reflejos en una peligrosa falta bien ejecutada por el mediocampista Lilaj. En el minuto 38 del encuentro llegó ese momento que parecía hacerse de rogar pero que inevitablemente tenía que aparecer. Freddie Montero se incorporó velozmente a la banda, fue derribado dentro del área y a Aquilani no le tembló el pulso a la hora de lanzar el penalti y adelantar a su equipo. Fuese como fuese, de penalti, el Sporting estaba obligado a ganar. Ya habían dado el primer paso.

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Como si de un flashback en una película de Hollywood se tratase, Fredy Montero se internó dentro del área, fue empujado de forma clamorosa y el árbitro señaló penalti. Por hacerlo un poco diferente, la pena máxima la ejecutó el colombiano. Marcó el segundo gol de la noche, en su segundo penalti generado. Y así se dio fin a 45 minutos que daban la sensación de ser 90, donde la única duda que impregnaba sobre el terreno de juego era la de cuando había finiquitado el partido el Sporting. ¿En el minuto 38 o en el minuto 15?

Fiesta sportinguista tras el descanso

El partido se reanudó con el ambiente en las gradas de que al encuentro le sobraba la segunda mitad. Eso no coartó las ganas de cuajar un buen espectáculo entre los hombres de Jorge Jesús. En los diez primeros minutos Matheus y Montero se encargaron de recordarle a Shehi que su estancia en Lisboa aún no había terminado. El Skenderbeu no se achantó y adelantó sus líneas en un intento desesperado por recortar distancias. Cuando juegas con más corazón que cabeza lo general es que termines perdiendo a pesar de disponer de alguna que otra ocasión clara. Los albanos tenían el partido perdido desde hace mucho tiempo. No tenían nada que perder y sí mucho que ganar. Así llegó la oportunidad a bocajarro de Progni, que incomprensiblemente no supo aprovechar.

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En la media hora final Martins dejo su puesto a Slimani, un delantero centro puro como antídoto al coraje albano. Y al final fue Matheus, uno de los más activos durante el encuentro, quien marcaría el gol de la cruz. Un par de disparos de Martins fue el margen de diferencia entre el tercer y el cuarto gol del encuentro, obra de Figuereido con un contundente remate de cabeza. 4 goles y un hombre del partido, el del gol, los dos penaltis y la asistencia: Fredy Montero. Entró Carvalho por Aquilani, como si todavía existiese la posibilidad de perder los 3 puntos.

El Sporting debió pensar que cuatro era una diferencia pobre y Matheus que uno eran pocos goles. El joven brasileño anotó al primer toque su particular doblete tras una gran combinación con Esgaio. Si los portugueses no marcaron más goles es porque no quisieron. Si el Skenderbeu marcó su gol de la honra fue porque el destino así lo quiso (y la cabeza de Jashanica).Tras una auténtica borrachera de fútbol el José Alvalade volvió a respirar tranquilo en Europa.