El Werder Bremen y el Hamburgo se enfrentaron en el derbi más famoso del norte de Alemania, el Nordderby. El Bremen situado antes del inicio de la jornada en la decimocuarta posición, encaraba el duelo de una forma muy diferente a la de su rival, ya que veía como el agua se le iba echando al cuello tras dos jornadas sin ganar. El Hamburgo en cambio, tras cosechar dos victorias seguidas, encaró el partido con la intención de escalar posiciones en la clasificación. Con estos alicientes dio comienzo el Nordderby en el Weserstadion.

El partido comenzó de manera vibrante, con una ocasión para cada equipo, con una sola diferencia, la efectividad. La primera oportunidad la tuvo el cuadro dirigido por Viktor Skripnik en el primer minuto de juego, pero el remate de cabeza de Vestergaard se marchó ligeramente desviado de la meta defendida por Rene Adler. La segunda ocasión del encuentro se produjo al minuto siguiente, aunque con un final algo distinto. El balón lo recogió Ivo Ilisevic en el pico del área y con un gran derechazo cruzado consiguió poner el balón en la misma escuadra, haciendo imposible la estirada del portero local.

A raíz del gol, el Hamburgo se hizo con el mando de la posesión, consiguiendo así un total del 67 porciento en dicho apartado. Pese a ello, el Bremen, impulsado por la afición que llenó hasta la bandera el Weserstadion, logró aproximarse a la portería rival en ocasiones de poco peligro. El primer disparo a portería de los locales se dio en el minuto 11, cuando Claudio Pizarro consiguió acomodar con el pecho un balón que bajaba con nieve, para posteriormente golpear de volea con su pierna diestra.

En el minuto 14 de juego el miedo volvió a hacer acto de presencia en el cuerpo de los aficionados locales, cuando vieron como Gregoritsch se plantaba solo en frente de la portería de Wieldwald. Por suerte para ellos, el guardameta alemán consiguió despejar, enviando el balón a corner. Pocos minutos más tarde, el susto iba a cambiar de bando, cuando Pierre-Michel Lasogga se marchó del campo agarrando su brazo derecho con ostensibles gestos de dolor. En su lugar entró Schipplock, ex jugador del Hoffenheim. En esos minutos de desajuste de ambos equipos, el Hamburgo aprovechó para poner más tierra de por medio en el marcador. Gregoritsch, ayudado con el desvío involuntario de Zlatko Junuzovic, consiguió transformar en gol una falta que en un principio no entramaba demasiado peligro, poniendo el 0-2 en el marcador. A partir del segundo tanto visitante, el Werder Bremen bajo momentáneamente los brazos, hasta que el colegiado Knut Kircher señaló el camino hacia los vestuarios.

En la segunda mitad el conjunto local salió con la lección bien aprendida. Líneas adelantadas y a por ellos, debió decirles a sus jugadores Viktor Skripnik en el descanso, aun siendo consciente de los problemas que les podrían causar los rápidos jugadores rivales a la contra. Pese a ello, había que arriesgar, era el derbi e iban perdiendo por dos goles en su propio estadio, no había excusa mejor. Con esta receta, los de Bremen salieron a por todas, apretando al rival desde el primer minuto. A penas cumplidos los cinco primeros minutos de juego de la segunda mitad, esa insistencia comenzó a dar sus frutos, cuando gozaron de la primera ocasión clara. Bartels cogió el esférico en la frontal del área, y con un gran derechazo, obligó a esforzarse al máximo a Adler, quien realizó una palomita digna de ser inmortalizada. Tan solo dos minutos después, el mismo protagonista, Bartels, se vio involucrado en otra jugada de peligro, aunque el resultado fue algo peor, mandando el balón muy desviado.

Los minutos pasaban y el gol que volvería a meterles en el partido no llegaba, hasta que se cumplió la hora de juego. Bargfrede con un pase extraordinario, consiguió dejar solo a Anthony Ujah, quien fusiló al guardameta con un duro derechazo. Este gol metía al conjunto de Bremen de lleno en el partido. Quedaba media hora y la remontada era más que posible. El Hamburgo por su parte, no se desmoralizó con el gol y siguió disfrutando de ocasiones para matar de una vez por todas el encuentro, aprovechándose de una defensa que hacía aguas. 

Agua, y esta vez helada, es lo que les cayó encima a los aficionados locales en el minuto 68, cuando Nicolai Muller a pase de Ilisevic culminó un contraataque de ensueño que terminaba de hundir a su rival. Quedaban más de 20 minutos para la conclusión del encuentro, pero las piernas y la cabeza parecieron no dar más de sí. En el tramo final del encuentro, el Bremen lo intentó sin mucha convicción, por lo que no disfruto de ninguna ocasión clara de gol. Los que si que gozaron de ocasiones fueron los visitantes, quienes se aprovecharon de una defensa que en ocasiones rozaba el drama. No así como su guardameta, quien se empleó al máximo para que la diferencia en el marcador no fuera aún mayor. Finalmente, Knut Kircher pitó el final del encuentro, proclamando Rey del Norte al Hamburgo.