La fecha del fútbol holandés deparaba un compromiso que ciertamente en el presente no despierta tantas expectativas por el nivel de ambas escuadras, pero que su significado levantaba muchas emociones. Sin ser el derbi principal de la ciudad, Excelsior y Feyenoord medían fuerzas en Róterdam. Un partido diferente era garantía de cara a lo que se fuese a suscitar en el engramado del Stadion Woudestein.

Dos alineaciones con marcadas diferencias en cuanto a calidad y capacidades de juego estaban por chocar, imponiéndose la lógica durante los instantes iniciales del partido. Con apenas dos minutos en el marcador, el conjunto visitante ya se iba adelante en el marcador. Una jugada de desequilibrio por la banda izquierda tenía a Elia con la pelota, que al llegar a línea de fondo buscó el medio para el remate de Gustafson, el cual atajaría el guardameta local. En el rebote dejado por Muyters aparecería Dirk Kuyt de cabeza para hacer el tanto inicial, en el que ya es el gol número 11 de la campaña para el veterano capitán.

Se esperaba que tan tempranero gol rompiera las filas locales y encaminara la victoria por goleada de los dirigidos por Van Bronckhorst, pero el Excelsior mostraría su concentración en cancha y empezaría a asediar con considerable peligro la portería de Vermeer, llevando a la media hora de partido la primera ocasión de peligro cuando el delantero Van Mieghem pegaba su disparo en el poste derecho, en la que claramente era la jugada del empate.

En momentos de apertura del juego, caería el segundo gol visitante. Un balón recuperado en el último tercio de la cancha mantenía en posesión el lateral Karsdorp, el cual realizaría un disparo con una dirección no tan clara a puerta, pero que al encontrarse con la cabeza de Michiel Kramer en el camino pudo desviarse y convertirse en el tanto que le daba tranquilidad al Feyenoord, esto con 36 minutos en el cronómetro del estadio.

Lejos de sentirse intimidado, los locales seguirían disputando cada balón en cada centímetro de la cancha para incomodar al todopoderoso rival de ciudad, logrando acortar distancias en la misma primera parte. Después de previas apariciones en jugadas de peligro, Daryl van Mieghem conseguiría su tan buscado gol a los 44 minutos, esto gracias a una jugada de Stans que lo habilitó de buena forma para definir ante Vermeer.

Triplete de altura

Los últimos 45 minutos prometían mucho espectáculo luego de un primer tiempo en donde nada le sobró al equipo que se llevaba la delantera. A pesar de ello, nuevamente los visitantes encontraban claridad de cara a puerta en los primeros minutos del complemento.

El juego ofensivo del visitante se arrimaba por la banda derecha, con Karsdorp que nuevamente se iba hasta línea de fondo, donde levantó mirada y puso un centro a mediana altura al primer palo, el cual remataba Kramer de cabeza para anotar el 1-3 a los diez minutos del segundo tiempo. El espigado delantero arrojándose al suelo lograba conectar el balón para dejarla en la esquina donde estaba el portero Muyters, que a quemarropa poco pudo hacer.

No había marcador que intimidase al Excelsior, que siguió peleando la pelota con el visitante y tocando desde su última línea para encontrar espacios y oportunidades que le permitiesen volver a partido con todavía bastante tiempo en el reloj. En su juego de toques de primera intención tendrían un error garrafal que permitiría el cuarto gol rival, el que ya decantaría de forma definitiva el compromiso.

La defensa tocaba en una salida desde el área chica que no parecía tener peligro alguno, hasta que el un pase hacia atrás muy mal dado dejaba a Kramer frente al portero, que con sólo empujarla convertía el cuarto gol del Feyenoord y el tercero a cuenta personal en la noche a los 71 minutos. El tanto le ha permitido conseguir su primer hat-trick con la institución, aparte de llegar a los nueve goles esta campaña.

Sin muchas posibilidades de cambiar el destino del juego llegaría el segundo gol local. Tras una salida rápida de Vermeulen por el centro, Tom van Weert conseguía un fuerte disparo cruzado, imposible para el portero Vermeer a los 86 minutos del partido. El premio a la insistencia apareció para un equipo que hubiese visto con mucha injusticia una derrota más amplia.

Durante los instantes finales Basacikoglu tuvo una oportunidad clara de gol, en un desborde por izquierda que terminó con un remate que pegó en el poste del ángulo superior izquierdo, en el que pudo haber sido un gol de gran factura para cerrar las acciones. Con la victoria en el derbi, el segundo lugar para los pupilos de Van Bronckhorst sigue siendo una realidad de la cual no se querrán despegar prontamente.