Desde un punto de vista ‘patriótico’, la Roma tendría además la oportunidad de vengar a sus rivales de ciudad, la Lazio, que fuera eliminada por el Leverkusen en la previa de la Champions. Si hablamos desde un punto de vista de rivalidad, tal vez la cosa cambiase…

La pelea por esa segunda plaza y, por tanto, acompañar al Barcelona a octavos, se presumía cruenta. Habida cuenta de que era previsible que Roma y Leverkusen perdiesen ambos partidos con los blaugranas y saliesen victoriosos en sus envites con el BATE, (casi) todo habría de decidirse en los enfrentamientos en el Olímpico de Roma y el Bay Arena de Leverkusen. No obstante, ‘rescatar’ un punto frente el Barcelona podría significar la clasificación mientras que perderlos frente a los bielorrusos podría resultar dramático.

Y, por estas cosas que hacen el fútbol tan maravilloso, eso fue lo que hizo la Roma en las dos primeras jornadas: arañó un empate frente al Barcelona en Roma y perdió por 3 a 2 en Borisov frente al BATE, reduciendo notablemente, ya en la segunda jornada, sus opciones de clasificación. Y eso que, como decimos, el punto conseguido en la primera jornada frente al Barcelona parecía facilitar el camino. Se adelantaría el Barcelona, por medio de un gol de Suárez en el minuto 20 pero Florenzi igualaría el choque, diez minutos después, con uno de los goles más bellos de esta edición de la Champions: atacaba por el flanco izquierdo, vio adelantado a Ter Stegen y no dudó en rematar a puerta; la pelota superó al meta alemán y, tras golpear el palo, se alojó en la red. Era el 1 a 1 con el que finalizaría el partido.

Florenzi, autor de uno de los goles más bellos de esta Champions (Foto: republicca.it)

Rendía visita la Roma en la segunda jornada al BATE Borisov, quien había sido derrotado en Alemania en la primera jornada por cuatro goles a uno. Una victoria italiana en Bielorrusia permitiría a los de Rudi García afrontar con notable confianza el doble enfrentamiento de las dos jornadas siguientes frente al Leverkusen. Pero una primera media hora aciaga frustró las sus esperanzas en el partido número 100 del preparador francés: dos goles de Mladenovic y uno más de Stosevic, cuando apenas se había cumplido el minuto 30, convertían en una misión (casi) imposible el objetico italiano. La segunda parte fue un asedio constante por parte de la Roma pero la pendiente era demasiado empinada y, aunque los goles de Gervinho y Torosidis hicieron concebir esperanzas, el equipo volvió a Italia de vacío.

La derrota, previsible, del Bayer Leverkusen en el Nou Camp de Barcelona (aunque los alemanes plantaron cara, llegando a adelantarse en el marcador y cediendo sólo en los minutos finales) hizo que los alemanes llegasen el doble enfrentamiento con la Roma con tres puntos, dos por encima de los italianos.

Y estos dos partidos, en las jornadas 3 y 4 de este grupo E, se convirtieron en una oda al fútbol de ataque. Cierto es que la filosofía de estos dos equipos, entrenadores mediante, es bastante ofensiva; pero no es menos cierto que, en Champions, las precauciones se multiplican ya que cualquier mínimo fallo puede dejarte fuera.

En el partido de ida, disputado en Leverkusen, la Roma pareció no haber aprendido de los errores de Borisov y volvió a salir ‘desenchufado’. La consecuencia: 2 a 0 en el minuto 20 (doblete de Chicharito) y otra vez a remar contracorriente. Pero la Roma se sobrepuso y, con dos goles de Daniele de Rossi antes de concluir el primer tiempo, igualaría la contienda. Y, con el reforzado ánimo de quien viene remontando y consciente de que una victoria en Alemania podría ser su salvoconducto a los octavos, siguió luchando en busca de un mayor premio. Y, por momentos, llegó a conseguirlo: un espectacular gol de Pjanic, de falta directa y otro de Iago Falqué ponían el 2 a 4 en el marcador cuando apenas quedaban 17 minutos para finalizar el choque. Sin embargo, no sabría conservar esa ventaja y la acometida final de un Leverkusen que se veía, con esa derrota, más fuera que dentro de la Champions, propiciaría dos goles postreros de los alemanes (Kampl y Mehmedi fueron sus autores) que dejarían los guarismos finales en un espectacular 4 a 4.

Pjanic y Nainggolan, en el encuentro frente al Leverkusen (Foto: stadiogoal.com)

En la devolución de visita de los alemanes a Italia, la Roma volvía a jugarse toda a una carta. Con apenas dos puntos en tres jornadas, por cuatro del Leverkusen, una derrota hubiese sido (casi) definitiva. Conscientes de ello, los de Rudi García salieron al ataque desde el primer minuto y ya en el minuto 30 habían logrado una ventaja de dos goles (Salah y Dzeko); ventaja que, una vez más, no acertaron a conservar: Mehmedi y Chicharito ponían e empate a dos apenas iniciada la segunda parte. Y cuando ya parecía que el duelo se saldaría nuevamente con tablas, llegó la jugada clave de este partido, y puede que de este grupo: en el minuto 80, un empujón de Omer Toprak a Salah, cuando éste iba a rematar propició la expulsión del turco y el consiguiente penalti. La pena máxima fue materializada por Pjanic, poniendo en el marcador el 3 a 2 que ya resultaría definitivo.

El Barcelona, por su parte, daba buena cuenta del Bate Borisov en estas dos jornadas (0 a 2 en Bielorrusia y 3 a 0 en Barcelona), sentenciando de forma casi matemática su clasificación como primero de grupo

Cinco puntos para la Roma y cuatro para el Leverkusen a falta de dos jornadas, todo por decidir. En la quinta, la Roma visitaría el Nou Camp de Barcelona mientras que el Leverkusen rendía visita al Bate en Borisov. En la capital italiana, se contaba con la derrota, pero no así con la forma en que ésta se produjo: el Barcelona fue un auténtico vendaval que arrasó por seis goles a uno a los de Rudi García, que sólo fueron capaces de marcar el (mal) llamado ‘gol del honor’ en el descuento (Edin Dzeko fue su autor). El abatimiento por la abultada derrota se compensaría esa jornada con la alegría provocada por el empate del Leverkusen ante el Bate Borisov, resultados ambos que dejaban a Roma y Leverkusen empatados a cinco puntos antes de la sexta y última jornada.

A priori, todo parecía de cara para la Roma: jugaban en casa ante el Bate Borisov mientras que el Leverkusen se enfrentaba al Barcelona en Alemania. Además, en caso de empate final a puntos, los italianos serían los clasificados por el goal-average particular (empate en Alemania y victoria alemana en Roma). Por tanto, una victoria romanista, sin preocuparse de más resultados, le daría el pasaporte a los octavos de final de la Champions 2015/16.

Y el pronóstico se cumplió pero, una vez más en este grupo, por caminos absolutamente diferentes de los previstos. La Roma prolongó en Champions la racha de malos resultados y peor juego que viene  exhibiendo hace varias semanas en Serie A: fue incapaz de perforar la portería de los bielorrusos y el arquero polaco Szczesny fue el gran héroe del equipo. 0 a 0 fue el resultado final, con el consiguiente enfado de la hinchada romanista, que despidió al equipo con una sonora pitada. Eso, pese a clasificación para octavos, favorecida por el empate del Leverkusen en el Camp Nou, ante un Barcelona que no se jugaba nada más que el honor (y algunos miles de Euros).

Los jugadores de la Roma abandonan el Olímpico tras lograr una sufrida clasificación (Foto: gazzetta.it)

En resumen, la Roma se clasifica fundamentalmente por haber obtenido 4 de los 6 puntos en los enfrentamientos con el Leverkusen, como parecía lógico, pero también pese a haber obtenido sólo uno de los seis posibles ante el teórico rival más débil del grupo, el Bate Borisov. En esta edición de la Champions, un camino absolutamente imprevisible les ha llevado a los octavos.