Tanto Conte como Del Bosque planteaban la cita como algo más que un amistoso. A la histórica rivalidad de las dos selecciones que se citaban en el Dacia Arena, había que asumir la cercanía del choque con la gran cita estival, la Eurocopa de Francia. A pesar de esto, en la previa tanto jugadores como aficionados intentaban descafeinar esta tensión, que finalmente sí se ha visto plasmada esta noche en el terreno de juego en diferentes ocasiones.

El combinado español apostó por un 4-1-4-1, con Aduriz de delantero y Álvaro Morata en la banda derecha

Ambos preparadores han demostrado en los partidos oficiales una diversidad de sistemas bastante interesante. Finalmente se decidieron por los más recurrentes, y el cuadro transalpino saltó al terreno de juego con cinco zagueros; por su parte el combinado español apostó por un 4-1-4-1, con Aduriz de delantero, y en el que destacaba la presencia de Álvaro Morata en la banda derecha.

En los primeros compases de juego, el combinado español intentó adormecer el choque, hacerse con el control del esférico, y obligar al rival a correr de un lado para otro. Conte, consciente del plausible planteamiento de Del Bosque, ordenó a sus hombres presionar arriba, y en especial a Mikel San José, que no tuvo su mejor noche – poco habitual, su presencia hoy se debe a la baja de Busquets -. Esta intensidad sin balón hizo imposible que Cesc, Thiago y Mata contactasen con el balón, por lo que la selección azzurra iba haciendo suyo el partido cada vez más.

Tras los clásicos minutos de tanteo, los primeros en mostrar su poderío ofensivo fueron los locales. Candreva llegaba como un puñal por la banda derecha, y sus incontables centros hicieron trabajar sobremanera a Piqué y Ramos frente a un Pellé que cuajó una gran primera mitad. El jugador de la Lazio, Antonio Candreva, continuaba llegando a las inmediaciones de De Gea, incluso le hizo trabajar con un disparo que se vio obligado a despejar a saque de esquina a los quince minutos de encuentro.

El guión no cambiaba con el paso de los minutos, el combinado dirigido por Vicente del Bosque era incapaz de superar la presión italiana, y tanto De Gea como los centrales se erigían como salvadores. A pesar de este dominio, encontraban complicaciones para transformarlo en ocasiones claras. Por su parte, la Roja, consciente de sus problemas para sacar el balón en largo; aprovechó la coyuntura de tener a dos nueves de gran envergadura, y se limitó a mandarles envíos largos para intentar sacar algo de provecho. El ritmo bajo en los últimos instantes del primer periodo, y el colegiado señaló el descanso en un escenario más pausado para ambos conjuntos.

Aduriz celebrando su primer tanto| Imagen: As.com
Aduriz celebrando su primer tanto| Imagen: As.com

Con la llegada de la segunda parte, empezaron las sustituciones, Del Bosque fue el primero en mover ficha y dio entrada a Nacho, por unas molestias de Ramos; y a Koke por Mata, para subsanar los incontables problemas en la banda derecha italiana. Junto a estos cambios, España se dispuso en el Dacia Arena con un 4-4-2, que aportó la solidez necesaria en los primeros 45 minutos de juego. Con este esquema la Roja también se hizo con el balón y Juanfran empezó a coger peso en fase ofensiva, inexistente en el primer periodo. A pesar de la mayor presencia ofensiva, Buffon aún no había realizado ninguna intervención de mérito.

La entrada de Insigne revolucionó el encuentro

Conte también decidió retocar la pizarra y dio entrada a Insigne, Zaza y Bernardeschi; buscando un mayor dinamismo a la hora de atacar. La entrada de Insigne revolucionó el encuentro; el atacante del Napolés se movió por todo el frente de ataque, y la zaga española era incapaz de frenarle por la vía legal. En una de esas llegadas - tras previo aviso en una jugada anterior-, mandó al fondo de las mallas un esférico tras una preciosa contra de la Nazionale.

La réplica española llegó inmediatamente después. Buffon rechazaba un cabezazo de Morata tras un saque de falta, y Aduriz lo aprovechó para poner el primer gol en su cuenta como jugador de la selección española. El empate lucía en el marcador y aún restaban veinte minutos que se antojaban trepidantes para los espectadores.

En este último tramo de encuentro los entrenadores siguieron con la sucesión de sustituciones. Por su parte, De Gea se terminó de consagrar como el héroe del partido, desviando todo lo que se dirigía a la portería. Salvando algún error esporádico, el resto de la zaga cumplió en un encuentro que les dio más trabajo de lo esperado, y lograron aguantar el empate ante los envites italianos.

Ninguno de los dos entrenadores se irá a la cama satisfecho con el rendimiento de sus jugadores. A ambos conjuntos se le han visto multitud de lagunas en su rendimiento, que de no solventarlas imposibilitaría la consecución de la próxima Eurocopa.