El que fuera gran artifice del ascenso del Sassuolo en 2013, y de este estilo de juego tan atractivo que ha sorprendido a Italia durante estos años en la máxima categoría del fútbol zapatero, será dos temporadas más verdinegro. Así pues, tanto Carlo Rossi como su equipo directivo han decidido mantener su apuesta sobre este entrenador, gracias a la progresión ascendente que ha tenido la escuadra desde que ha ascendido, pasando de luchar por la permanencia y salvarse solventemente, a mantenerse en la parta media-alta de la tabla, y a fantasear con entrar en competiciones europeas, el cual es el gran argumento de futuro del equipo directivo, para llevar a cabo la mencionada operación. 

Los inicios nunca fueron fáciles

La incipiente trayectoria de este prometedor entrenador está cimentada sobre tres equipos bastante modestos: el Pescara donde logró la salvación solventemente en la segunda mitad de la temporada 2010-2011, el Lecce, donde fue destituido en diciembre de 2011 tras conseguir 8 puntos en 13 partidos, y el Sassuolo que ha sido el más importante de su carrera, y donde más y mejor ha podido enseñar su perfíl como entrenador. Llegó en junio de 2012, y logró el ascenso en la primera temporada siendo campeón de la Serie B.

En la temporada de debut en la categoría de oro del fútbol transalpino, consiguió salvar la categoría a pesar de haber realizado una primera vuelta bastante pobre, dejando 18º al equipo con 21 partidos jugados. La segunda temporada con los neroverdi comenzó bastante mal, pero con el paso de los partidos fue remontando la situación y dejó al Sassuolo 12º clasificado con 49 puntos. En la actual temporada, la mejor de su carrera hasta la fecha, está manteniendo al equipo 7º con posibilidades de jugar competición europea, tras haberse situado en el 3º puesto tras cinco jornadas, y haber terminado la primera vuelta en la sexta posición.

Un fútbol de ataque y transiciones con matices

Por último cabe destacar, que uno de los motivos del éxito de este entrenador ha sido su idea de fútbol ofensivo con transiciones rápidas, utilizando a jugadores como Berardi, Zaza y Sansone al máximo para esa labor, y a pesar de que ha evolucionado esa idea de juego, compactando más la defensa, y restándole al centro del campo el protagonismo que tenía en épocas anteriores con jugadores como Missiroli. Su formación base es el 4-3-3, aunque también es dado a variar hacia el 4-2-3-1, cuando tenía que colmar de efectivos la zona de ataque.