El encuentro comenzó con el 0-1 de Finnbogason para los visitantes tras batir a Benaglio en el mano a mano definiendo con un remate que pasó  por debajo de las piernas del guardameta helvético. Tras el gol, el conjunto dirigido por Dieter Hecking se hizo con el control del encuentro, y empezó a jugar en campo contrario moviendo el esférico con una circulación muy lenta en el ataque posicional. Por su parte, el conjunto visitante se mantenía replegado en su campo, y se dedicaba a cerrar espacios en los tramos de posesión del contrincante, y a frenar más el encuentro moviendo la redonda en campo propio sin intención de ganar metros, ni de instalarse en campo contrario, frente a un contrincante que había perdido la continuidad en el dominio. 

Dominio local sin ocasiones ante un rival que se fue desmelenando

Después de unos minutos, el cuadro verdiblanco siguió dominando el esférico tocando en campo contrario, volcando el juego sobre el costado derecho, y abusando del juego entrelíneas, olvidándose bastante del costado izquierdo donde Max Kruse que a causa de la presencia de Bas Dost en el once titular se vió obligada retrasar su posición al costado, prácticamente no apareció a lo largo del primer tiempo. Pasaban los minutos, y los locales no estaban consiguiendo crear espacios en la defensa contraria, y únicamente atacaban con balones aéreos, tanto parados como en acción. El equipo del sur de Alemania se seguía replegando con las líneas juntas, pero aún así estaba concediendo espacios en las transiciones defensa-ataque, en las que no estaba siendo del todo efectivo.

En los últimos minutos de juego, el Wolfsburgo siguió dominando el encuentro y teniendo la posesión, pero no estaba creando ningún peligro ante un rival que se mantenía agrupado en campo propio, y que estaba consiguiendo salir al contraataque con bastante peligro recuperando y arrancando en velocidad por el costado izquierdo a pesar de que estaba saliendo con muy pocos efectivos, y que el combinado verdiblanco no se estaba replegando bien, pues sus atacantes ni bajaban a defender ni a recibir para la pelota jugada, a pesar de que estaba jugando con 4 efectivos en la zona de ofensiva de los cuales era Arnold el único que bajaba a recibir responsabilizado de la labor de crear y dar el último pase.

Dominio estéril de los lobos ante un rival que se retiró con 0-2

El segundo tiempo comenzó con un ritmo más bajo de juego, y con el Wolfsburgo llevando la iniciativa, moviendo la pelota e intentando acercarse al arco rival buscando espacios en la telaraña defensiva del contrincante, frente a un conjunto bávaro que se mantenía agrupado en 30 metros, y que sacaba la pelota jugando al contraataque a pesar de que los jugadores de banda no le estaban dando continuidad al equipo con balón al contraataque. Pasaban los minutos, y los locales seguían sin crear ocasiones claras de gol y sin acercarse al área del contrincante. El 0-2 llegó por medio de Halil Altintop tras batir a Benaglio con un balón rechazado por el arquero suizo, para dejar al equipo local noqueado y sin respuesta. 

Tras los primeros minutos, los lobos siguieron dominando pero estaban recurriendo en exceso a los ataques posicionales, y a los balones aéreos, y apenas estaban creando peligro, de hecho, la mejor vía para crear peligro estaban siendo los disparos de media distancia con jugadores como Ricardo Rodríguez, Arnold e incluso Naldo que en alguna ocasión se animaba descolgándose de su posición de central, pero estos intentos en ataque no estaban escodiendo la realidad, y esta era la de que el conjunto verdiblanco tenía grandes carencias a nivel defensivo ante la falta de ayudas que proporcionaban los atacantes y la lentitud de los zagueros, tanto defendiendo en transiciones defensivas, como en una fase de ataque posicional.

En los últimos minutos de juego, el equipo dirigido por Dieter Hecking siguió dominando el partido pues tuvo la posesión del balón, y llevó la iniciativa en el juego instalado en campo contrario, ante un combinado de negro que se mantenía replegado y que esperaba al pitido final ante la ventaja que tenía en el marcador que le aseguraba el no descender directamente a la 2.Bundesliga. El ritmo de intensidad estaba siendo soporífero, y el conjunto local dejó pasar el tiempo moviendo el cuero en el centro del campo y dejándose llevar en unos partidos finales en los que únicamente tenía opciones de pelear por un puesto europeo, aunque no profesaba muchas esperanzas de mantener una cierta regularidad que le diera emoción a una temporada gris en la últimas jornadas.