El Reino de Lydia está considerado como el primer Imperio que acuñó la moneda, ubicado al oeste de la península de Anatolia, en lo que hoy son las provincias turcas de Izmir y Manisa, constituye la primera localización geográfica en la que se han encontrado vestigios arqueológicos del citado objeto representativo del valor del comercio y el intercambio. Acuñada en algún momento cercano al año 600 AC. el León de Lydia está considerada como la primera moneda de la historia, anterior incluso a las acuñadas en China en fechas posteriores.

León de Lydia (600-AC)
León de Lydia (600-AC)

Surgida de la división del trabajo entre producción y comercio la moneda sustituyó al trueque en el intercambio, y desde ese mismo instante comenzó a constituir la representación física de la economía de los pueblos, las nacionalidades. Como instrumento de intercambio y transacciones, la moneda es también una reserva de valor, en cuyo vil metal depositan su poder y sustentan sus superioridades financieras y sociales, unos países sobre otros, unos mercados sobre otros, unos bancos sobre otros, unas empresas sobre otras y unos pocos individuos sobre la inmensa mayoría restante.

Como medio de pago la moneda es realmente el valor de las mercancías, respecto a ello existe un símil metafóricamente bastante gráfico que sirve para comprender un poco mejor el significado de la moneda, y ese no es otro que la luz aparente de la Luna, que no es en sí su propia luz, sino la del reflejo del Sol sobre su superficie, realmente la proyección de la luz solar. La apasionante historia de la numismática viaja por el cobre en Egipto, hierro en Esparta y bronce en Roma y, su valor actual reposa en la confianza que se le otorga en los mercados internacionales.

El mercado de inversión depende en gran medida de las fluctuaciones de la bolsa y el movimiento de los capitales. En cierto sentido la moneda ha perdido paulatinamente su nobleza, su valor intrínseco con el curso de los años y su historia. Ahora el verdadero valedor de su moneda es el Estado y por tanto ha perdido gran parte de su romanticismo, quedando tan solo reductos de su noble valor en el ámbito de la colección y el grupo de los coleccionistas. Pero merece la pena destacar el gran aprecio y valor que otorgan a las monedas, teniendo en cuenta muy especialmente su historia, su conservación, su rareza... Una moneda puede ser de oro y poseer un buen valor económico, pero depende en gran medida del contexto histórico en el que queda ubicada. Por ejemplo una  moneda de 10 excelentes de oro segovianos de los Reyes Católicos, que en su peso podría valer unos mil quinientos euros, salió en precio de salida de subasta por unos 450.000 euros. Además se pueden llegar a pagar auténticas fortunas por una colección, por ello tanto la numismática como su coleccionismo, constituyen un asunto de enorme valor histórico y económico.

La moneda que nos separa

En tiempos de acuciada desigualdad, de una profunda y galopante crisis en la que la pérdida de confianza en los mercados financieros dinamita y golpea a Europa, al mundo, en los que la clase media se difumina engullida por un capitalismo voraz que genera cada día pobres más pobres y ricos más ricos, la moneda sigue marcando la línea roja de diferenciación entre las clases sociales. Países, ciudadanos de primera y segunda categoría, constituye la representación física de un valor tan volátil que depende de una serie infinita de variables del mercado, que no solo pueden derrocar gobiernos e hipotecar el futuro de un país, sino del de millones de personas. El mundo sigue fabricando moneda, pero algunos lo hacen para pagar sus deudas y otros para enriquecerse. En cualquier caso la numismática y la moneda, siempre han constituido un fantástico archivo físico de representación histórica de la época en la que estuvieron en curso legal.

La numismática y la historia de la Eurocopa

La Eurocopa de Naciones de Fútbol también posee su colección, siendo una forma tan visual y documental como estética para acercarse a un pedacito de la historia de esta competición. Una historia que bien podría comenzar con la imagen de Lev Yashin, “La araña negra” que atrapó en su legendario perfil negro la primera edición de la Eurocopa de Naciones de 1960, disputada en Francia, en cuya final disputada en el Parque de los Príncipes de Paris, Henri Delaunay vio cumplido su sueño a título póstumo e Igor Netto levantó al cielo parisino la primera Copa. La primera moneda del triunfo: 

Lev Yashin / Foto: Cartas Esféricas
Lev Yashin / Foto: Cartas Esféricas

En 1964, en la edición disputada en España, en la que el impresionante cabezazo de Marcelino llevó a 'la Roja' a la que hasta por entonces había sido su mayor gesta (el Campeonato de Europa de fútbol)  no se encuentran vestigios de monedas conmemorativas, posiblemente porque el dictador no quiso concebir que hubiera otro protagonista que sí mismo en la fábrica de moneda y timbre española. Aunque a falta de moneda sí que se puede encontrar el sello conmemorativo del magistral testarazo.

Foto: todocolección
Foto: todocolección

La Eurocopa de Naciones de Italia de 1968, en cambio posee una significación curiosamente especial para la numismática, pues es posiblemente la Euro en la que una moneda haya tenido mayor peso y transcendencia en el desarrollo de la misma. No en vano es conocida entre otras historias como la Eurocopa de la moneda, puesto que en la semifinal disputada entre Italia y la URSS, no fue el balón, ni el fútbol, los que acabaron decidiendo al finalista, sino una moneda lanzada al aire por el colegiado alemán Kurt Tscherner, que cayó del lado del gran capitán italiano, Giacinto Facchetti.

Respecto a ello circulan dos versiones, una primera en la que se defiende que la moneda que lanzó al aire el colegiado alemán era una de juguete turca con el dibujo de un balón en el anverso  y una portería en el reverso. Y otra segunda defendida por otra parte de la historiografía del fútbol, que asevera que lanzó una moneda de diez francos suizos de 1916, que al caer de su lado le dio medio título a Italia.

Foto: www.ctmpnumis.fr
Foto: www.ctmpnumis.fr

En la Eurocopa de Bélgica de 1972, los dos futbolistas más influyentes del Campeonato fueron Franz Beckenbauer y Günter Netzer. Alemania dejó para el recuerdo el “Ramba-Zamba-Fußball”. Un modelo con el que se llegaron a identificar a finales de los sesenta y comienzos de los setenta, millones de alemanes. Una nueva corriente de expresión en la que artistas y estudiantes encontraron una fuente de inspiración, tanto en el personaje principal como en el juego del equipo, que perdura en la memoria. El personaje fue Günter Netzer, icono de aquella selección y de su equipo, que practicó un estilo de juego ofensivo realmente atrayente. La Alemania que el mundo vio en aquella Eurocopa fue definida a la perfección por Franz Beckenbauer. En gran medida compuesta por jugadores del Gladbach y el Bayern Múnich, Franz lo definió así: “El Bayern jugó de forma racional, y el Gladbach de manera hermosa”. Y el Kaiser como no podía ser de otra manera también tuvo su moneda.

Foto: firstcoincompany.com
Foto: firstcoincompany.com

De la edición de 1976 disputada en la extinta Yugoslavia, tampoco existen vestigios de conmemoración numismática, en cambió no pudo existir mayor metáfora que la genialidad de Antonin Panenka, como grandiosa representación del lanzamiento de una moneda al aire, que en los metros de la verdad se convirtió en manso balón que cayó como una losa sobre la portería del grandioso Sepp Maier. Panenka constituye la moneda de aquel mundial, pues la convirtió en balón y la lanzó al aire de Belgrado con una invención marca de la casa y la sangre fría de un asesino a sueldo. No hubo otra moneda posible que la de Checoslovaquia y Panenka, grandes protagonistas de aquel histórico evento.

Antonin Panenka / Foto: www.irishtimes.com
Antonin Panenka / Foto: www.irishtimes.com

Cuatro años más tarde la lira italiana puso en marcha el Campeonato; aunque Italia no hizo una colección conmemorativa para la ocasión, quizás porque el cuarto puesto de Italia no satisfizo a los anfitriones, mucho más teniendo en cuenta que fue la primera ocasión en la que la fase final Eurocopa se disputó al completo en un mismo país. Una lira que convirtió a la Alemania de Bernd Schuster en Campeona de Europa.

Foto: www.cgbfr.es
Foto: www.cgbfr.es

Posteriormente en 1984, en la Euro disputada en Francia, en la que España obtuvo el subcampeonato, Michel Platini fue uno de sus grandes protagonistas y, como no podía ser de otra manera, ‘Le Roi’ también acuñó con su primorosa calidad el contorno de una moneda histórica con forma de balón parado, que se coló bajo el brazo de Luis Arconada.

Foto: firstcoincompany.com
Foto: firstcoincompany.com

En 1988, en la Eurocopa disputada en Alemania, el mundo pudo contemplar y disfrutar con la versión moderna de la Naranja Mecánica, muy especialmente con la elegancia de un cisne del balón, un futbolista eterno como Van Basten que regaló oro con una de las mejores voleas de la historia. Siendo la moneda la representación física de una volea dirigida a un ángulo imposible para Rinat Dassaev.

Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas

En 1992, en Suecia, Dinamarca dio tal campanada que la fábrica de moneda y timbre no contempló las previsiones necesarias como para cubrir numismáticamente la citada gesta. Las máquinas no pudieron acuñar aquel milagro de Göteborg gestado por una selección que fue literalmente arrancada de las playas de todo el planeta, para de vacaciones en Suecia ganar una competición en la que nadie contaba con ellos. 

Foto: www.gcoins.net
Foto: www.gcoins.net

En la Eurocopa de 1996 disputada en Inglaterra, la anfitriona amplió aún más su leyenda negra en la historia de la citada competición cayendo en la final en la tanda de penaltis ante Alemania. Inglaterra como país organizador de la Euro acuñó varias monedas conmemorativas, destacando una moneda de dos libras.

Foto: BBC

En el año 2000 y con motivo de la Eurocopa disputada en Bélgica y Holanda, se acuñó un franco belga especial con el rostro de Alberto II. Puede que un Rey fuera el rostro numismático oficial, pero el rostro futbolístico que brilló con más fuerza con un balón en los pies fue el de Zinedine Zidane, que llevó a Francia a la conquista del título.

Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas

En la Eurocopa de 2004 de Portugal el país organizador vivió la versión europea del Maracanazo. Aquel doloroso fracaso, aquel milagro de Lisboa protagonizado por la ultraconservadora Grecia de Otto Rehhagel fue también acuñado tanto por Portugal como por Austria en dos versiones diferentes en su diseño.

Foto: Euro2004
Foto: todocolección
Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas

El Campeonato de Europa de 2008 disputado en Austria y Suiza estará por y para siempre grabado en la memoria del fútbol español, pues la selección cambió su tendencia futbolística mundial demostrando que jugando bien se podía ganar, que aquella España anclada en ‘la furia roja’ había tomado el camino de la pelota para llegar al éxito. Nunca se podrá olvidar aquel juego, la tanda de penaltis ante Italia, Iker y el gol de Torres… Pero si hubiera que acuñar alguna moneda con el rostro más icónico del citado éxito, la fábrica de moneda y timbre española no dudaría en que ese sería el de Luis Aragonés. En cambio fueron otras las monedas conmemorativas...

Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas
Foto: Cartas Esféricas

Con motivo de la Eurocopa de Naciones de Polonia y Ucrania 2012 el Banco Nacional de Ucrania lanzó una serie de monedas conmemorativas para la Eurocopa, que organizaron junto a Polonia. La serie que constaba de doce monedas, contaba con once de ellas fabricadas en oro, plata y alpaca puestas en circulación, y la otra, por valor facial de una grivna (unos 9 céntimos de euro), fue lanzada a comienzos de 2012. Fue también la moneda del mejor juego de España, de una selección incluso más brillante, que como vigente campeona de Europa y el Mundo logró hacer la gesta de enlazar el tercer título internacional consecutivo, una gesta histórica nunca vista.

Foto: Banco Nacional de Ucrania

Por último y con motivo de la Eurocopa de Naciones de fútbol de Francia de 2016, a disputar entre el 10 de junio y el 10 de julio de 2016, la Monnaie de Paris ha emitido varias monedas alusivas a la decimoquinta edición de la historia. La moneda de dos euros representa el trofeo Henri-Delaunay justo en el centro de una silueta del mapa de Francia, flanqueado por dos marcas de la Casa de la Moneda de París. A la derecha del mapa de Francia figura la indicación RF (República Francesa). Apareciendo Francia coronada con el nombre de la competición: «UEFA EURO 2016 France». Más abajo figura un balón en primer plano, descansando todo el conjunto sobre un fondo compuesto por elementos gráficos que representan el torneo internacional.

Foto: http://www.numismatica-visual.es/
Foto: http://www.numismatica-visual.es/

En cuanto a la moneda de diez y cien euros representa en su anverso las piernas de un jugador apunto de golpear un balón, mientras que a la derecha se muestra el logotipo de la competición. En la parte inferior de la moneda se puede apreciar inscrito el año sobre un simulado pedazo de césped. Ambas en su reverso se pueden contemplar su valor nominal  rodeado por dos ramas, una de roble y una de laurel, que evocan el símbolo del euro. El diseño del reverso entero está enmarcado por un conjunto de líneas que representan a Francia. País en el que está a punto de lanzarse la moneda al aire, de rodar el balón que se encargue de acuñar el rostro de una competición, en la que el planeta fútbol espera y desea que sus mayores valores queden constituidos por el buen juego y el pacífico desarrollo del evento.

Foto: http://www.numismatica-visual.es/
Foto: http://www.numismatica-visual.es/

La demostración futbolística de que el ser humano podría si quisiera acuñar la moneda definitiva de la tolerancia y la convivencia, tanto ideológica como religiosa. Difícil tarea, porque la moneda es el rostro del tanto tienes y tanto vales que mueve el mundo, el rostro que desde hace años hace también rodar el mercado del balón, conceptos cada vez más lejanos del juego y cercanos a todo aquello que establece las grandes desigualdades en el planeta. El estudio de la numismática transporta inevitablemente al coleccionista y al historiador a la realidad bélica del ser humano y sus civilizaciones, la historia del poder, pero quizás vaya llegando el momento en que se acuñe esa utópica moneda. Una moneda que en lugar de abrir abismos de odio, convertirse en vil metralla de un mundo cada vez más disparatado, consiga abrir caminos de solidaridad y nexos de unión sembrados de césped. Utopías de un balón y una moneda que por una vez deberían de servir para unir en lugar de dividir, para compartir tanto en el éxito como en la derrota nuestra condición de iguales.