Como si se tratara de una novela épica, de esas donde, cuando parece que la trama llega a su fin, surge un giro inesperado que altera las cosas y nos regresa al punto de clímax donde las emociones se alteran en un mar de adrenalina pura. No se trató de la mejor exhibición de ambas selecciones, pero sí de una cátedra de táctica futbolística por parte de Joachim Löw y Antonio Conte, quienes sacaron a relucir sus mejores pizarrones y ofrecieron un baño apoteósico de movimientos tácticos y ajedrez futbolístico. Sin embargo, con un horror defensivo de Boateng, los fantasmas de la vieja "Maldición Italiana" se hicieron presentes y se intensificaron como demonios nocturnos sobre el sueño europeo alemán desde los doce pasos. Pero ahí fue cuando Neuer atajó el cobro de Darmián y Hector venció la resistencia de Buffon para echar fuera a ese viejo demonio que tanto ha aterrorizado al fútbol alemán en su historia. Atrás queda la maldición. Ahora, Alemania ha logrado eliminar a Italia de forma directa de un torneo internacional por primera vez en toda la historia de Eurocopas y Copas del Mundo.

Un espíritu invencible

Con un inmejorable escenario y una totalidad de emociones desbordantes, Alemania e Italia iniciaron el partido con sus apuestas claramente notorias en el campo. Atrás quedó la Italia ofensiva que acorraló y sorprendió a España en el partido anterior. Ahora, concentrado en mantener alejados a los alemanes de la meta de Buffon, los de Conte llegaron enfocados en no dejarse anotar y en lanzarse al contragolpe, aprovechando la lentitud que mostraba por momentos Höwedes como marcador derecho. Por su parte, Löw sorprendía con un 3-5-2 evidente, donde Hector y Kimmich salían como carrileros desde mediocampo y se veían refugiados por el despliegue de tres centrales de Höwedes, Boateng y Hummels, dejando que Müller y Gómez corrieran en paralelo y fueran alimentados por Özil y Kroos, salvaguardados por Khedira en zona media.

Alemanes italianos iniciaron su serie de Cuartos de Final sin mayores oportunidades a gol

Así, más con el frío cálculo de dos rivales que comenzaban midiéndose mutuamente, alemanes italianos iniciaron su serie de Cuartos de Final sin mayores oportunidades a gol y con un equipo teutón dueño del esférico, pero viéndose claramente superados por la barrera defensiva italiana. Fue hasta el 4' cuando un balón largo de Chiellini encontró a Giacherinni por izquierda, quien acomodó y sacó un remate manso a manos de Neuer. Eder intentaría otro disparo lejano al 14' pero sin llevar mayor peligro hacia el arco de Neuer, sin embargo, Italia ya proponía dos disparos claros ante una Alemania que no profundizaba lo suficiente para romper los perfectos relevos de Bonucci, Barzagli y Chiellini en el fondo de la zaga azurra.

El partido, sin embargo, cambiaría radicalmente cuando, al 16', Khedira resintió un golpe con Parolo y tuvo que ser sustituido por Schweinsteiger, en un cambio que dotó de mayor presencia con el esférico en los pies al cuadro alemán, con un Schweini más cargado en labores de recuperación y un Kroos más libre para conducir al euqipo hacia campo rival. Con esto, más la excelsa demostración de sentido de anticipación de Hummels, los alemanes silenciaron la velocidad de Eder y el mecanismo de poste de Pellé y comenzaron a taladrar de mejor forma la resistencia azul en defensa. Ya al 26', un centro largo de Hummels encontraba la cabeza de Schweinsteiger, quien claramente cometía falta sobre De Sciglio por lo que se anulaba el gol del capitán alemán.

Gol anulado por falta de Schweinsteiger. // (Foto de dfb.de)
Gol anulado por falta de Schweinsteiger. // (Foto de dfb.de)

De esta forma, el primer tiempo se diluiría entre centros al área que eran fácilmente controlados por los centrales de ambos equipos. Apenas un cabezazo peligroso de Mario Gómez al 33' y una jugada donde el balón le quedó a Müller en el área chica, tras una serie de rebotes defensivos, al 38', fue todo lo que el partido permitió en cuanto a llegadas a puerta de Buffon por parte del equipo teutón. Del lado italiano, cada contragolpe era bien contenido por la zaga alemana, quienes se miraban firmemente parados por delante de su línea tradicional y ahogaban cada vez que Eder o Pellé intentaban formular algo. Aun así, un disparo de Florenzi al 41' fue un llamado de atención para la zona de Hector, quien cedió el espacio a su espalda y vio como el lateral italiano ganaba en velocidad y sacaba un disparo raso pero suave con destino a las manos de Neuer.

Táctica pura por parte de ambos entrenadores, quienes se bloqueaban sus movimientos mutuamente

Así, sin mayores emociones, el primer tiempo finalizaba con una Alemania empujando y dominando el balón, pero sin abrirse totalmente ante la latente peligrosidad italiana con espacio y en velocidad. Por su parte, Barzagli, Bonucci y Chiellini seguían impasables ante Müller y Gómez, quienes empezaban a ver las mejores luces de Özil en lo que va del torneo y dejaba en claro la necesidad de un aire diferente si Löw quería sellar a su favor el resultado en los 90 minutos reglamentarios. Táctica pura por parte de ambos entrenadores, quienes se bloqueaban sus movimientos mutuamente y dejaban poco espacio para el preciosismo y mucho para la apreciación melódica, esa que solo llega a oídos del público conocedor y que enamora a los prácticamente de dicho arte.

Khedira al momento de su lesión. // (Foto de Getty Images)
Khedira al momento de su lesión. // (Foto de Getty Images)

Ilusión, desamor y drama espiritista

Pero todas las emociones que no se vivieron en el primer tiempo estaban por duplicarse en un segundo tiempo que arrancó con síntomas de algo diferente. La clara muestra fue el primer intentó de desborde de De Sciglio ante Kimmich, pero que fue bien contenido por el volante alemán, dejando en claro que Italia buscaría algo más a las espaldas de los carrileros germanos. La respuesta alemana llegaría al 51', cuando una gran asistencia de Schweinsteiger por encima de la defensa dejaba a Gómez y Müller combinados en el área, pero el remate del "13" alemán era despejado sobre la línea por un omnipresente Florenzi en zona defensiva. Tras esta jugada, Italia regresó a su parado defensivo y fue Alemania la que adelantó todavía más sus tropas para no recurrir al fatídico alargue o a la mortal tanda de penales para llevarse el encuentro.

Las emociones que no se vivieron en el primer tiempo estaban por duplicarse en un segundo tiempo

El partido comenzaba a acelerar poco a poco sus revoluciones hasta que, al 64', como sacando una fórmula extra, una variante propia de un algortimo mutante que genera proporciones numéricas sin fin a su favor, Boateng colocó un pase largo sobre la derecha, donde Mario Gómez controlaría de cabeza y generaría un autopase perfecto. Desubicado por el cambio de velocidad del jugador menos esperado, Florenzi dejó todo el carril despejado para que el delantero alemán se vistiera de mago y punteara el esférico para el arribo de Müller, quien trepó por la banda y metió un centro a punto penal donde Özil solo tuvo que empujar el esférico de zurda al fondo de la red. Gol fuera de lo normal en un partido fuera de lo normal. Las reglas básicas del universo parecían torcerse. Alemanai vencía a Italia en partido oficial. El mundo giraba a la inversa.

Özil grita eufórico el gol alemán. // (Foto de Getty Images)
Özil grita eufórico el gol alemán. // (Foto de Getty Images)

Golpeada por la impresión de verse rota defensivamente, Italia se volcó sobre campo alemán y entendió que debía rescatar el partido devolviendo el golpe lo más pronto posible. Tomando el esférico y sacando el libreto con el que noquearon a los españoles, Italia le quitó el esférico a una Alemania que no siguió cuajando su mejor táctica ofensiva y permitió la recuperación italiana. Sin embargo, con los espacios que una adelantada línea defensiva rival ofrecía, Özil colocaba un pase milimétrico para Gómez al 71', quien acomodaba y de taco remataba ante un magnífico Buffon que enviaba el remate a córner y salvaba a su equipo de un gol que pudo significar el tiro de gracia en la eliminatoria. La acción poética de Buffon pareció revivir a una Italia que, tras la parada increíble de su guardameta, recuperó oxígeno y comenzó a encerrar al equipo alemán en su propio sector.

La acción poética de Buffon pareció revivir a una Italia que, tras la parada increíble de su guardameta, recuperó oxígeno

Fue en ese tramo del encuentro donde Italia fue más que Alemania que llegó el empate azul. La jugada pareció ser obra sobrenatural, como si de una auténtica posesión demoníaca se tratara. El central perfecto, un Boateng sublime y divinizado en este torneo, saltaba a pelear un esférico con Pellé con todos los brazos extendidos, permitiendo que el balón impactara en uno de ellos y regalándole el penal a Bonucci para que, al 76', el zaguero italiano empatara las acciones venciendo a un Neuer que quedó a pocos centímetros de detener el cobro. Los fantasmas habían regresado. Alemania tenía la victoria en sus manos y se le comenzaba a escapar. La novela épica, de pronto, se convertía en un cuento del más puro terror Lovecraftiano. No se trataba de los mitos de Cthulhu o de la locura de Shogoth. Se trataba de un espíritu azul que llegaba para recordarle a Alemania que era imposible que vencieran a sus rivales de turno.

Cobro de Bonucci para colocar el empate. // (Foto de Getty Images)
Cobro de Bonucci para colocar el empate. // (Foto de Getty Images)

Era una odisea griega. Como si los oráculos presagiaran que Alemania jamás podría vencer a Italia. Si llamas al diablo, se te puede aparecer

El acoso del más allá no solo quedó ahí. Eder al 83' y De Sciglio al 87' sacaban dos disparo peligrosos que rozaron la red de Neuer y pusieron a toda Alemania de rodillas ante su fatídico e inevitable destino. Era una odisea griega. Como si los oráculos presagiaran que Alemania jamás podría vencer a Italia. Si llamas al diablo, se te puede aparecer. Y así fue. En el tramo final del encuentro, sumado a la lesión de Gómez y la entrada nula de Draxler, Alemania no pasó de pelotazos sin sentido y balones largos que fácilmente eran interceptados por los zagueros italianos. La pluma cómica de Dios parecía transitar de la textura de la victoria al colorido del humor negro, uno donde estándo tan cerca, Alemania veía ahora aproximarse los 30 minutos extra y la posible tanda de penales. El partido aún tenía mucha más historia que contar.

Schweinsteiger y Eder pelean un balón durante el partido. // (Foto de Getty Images)
Schweinsteiger y Eder pelean un balón durante el partido. // (Foto de Getty Images)

Hector, el Cazador de Demonios

Para los 30 minutos de alargue el cansancio ya era evidente. A diferencia de otros torneos donde se deja de lado esta parte del reglamento, la intensidad misma de la Eurocopa dejaba en claro que Italia y Alemania llegaban con la reserva de sus fuerzas a disputar un tramo de 30 minutos donde cualquiera podía salir vencedor. Ni azules ni blanquinegros dispusieron de oportunidades claras, donde únicamente un contragolpe alemán comandado por Draxler acabó en un pase demasiado largo del joven teutón para la llegada de Müller, obligando a que la jugada acabase en un remate desviado de Schweinsteiger desde fuera del área. Así, sin mayores sobresaltos, llegaban los lanzamientos desde punto penal. Neuer contra Buffon. El Destino contra La Valentía. El Atormentado contra su Demonio. Pero, como dijeran hace más de 2,000 años, "estos géneros solo salen con ayuno y oración".

Müller, cobrador nato de penales, veía como su disparo flojo era bien tapado por Buffon y ponía una semilla diabólica de duda en el jardín germano de la fe

La tanda de penales la abría Insigne venciendo a Neuer y haciendo respirar tranquilo a su equipo. Por su parte, siguiendo la tradición de dejar que su mejor jugador patee primero, Kroos hizo lo suyo para los alemanes y dejó las cosas 1-1. Sin embargo, Zaza, que había ingreso justo al 120' por Chiellini, mandaba a las gradas su cobro y daba una oportunidad de oro para Alemania. Pero ahí comenzó la pesadilla infernal. Müller, cobrador nato de penales, veía como su disparo flojo era bien tapado por Buffon y ponía una semilla diabólica de duda en el jardín germano de la fe. La herida aumentaba cuando Barzagli firmaba su cobro, pero Özil, buscando una perfección divina, estrellaba en el poste su intento y le daba un tiro fulominante a las esperanzas germanas. Todo parecía perdido.

La postal del partido: Neuer - Buffon. // (Foto de es.uefa.com)
La postal del partido: Neuer - Buffon. // (Foto de es.uefa.com)

Pero el demonio volvió a aparecer y el gran capitán germano lanzaba fuera su cobro

Pero la fe puede mover montañas o bloquear concentraciones y eso mismo vivió Pellé al tirar fuera su disparo y ver como Draxler devolvía la esperanza al anotar ante Buffon. Bonucci fallaba esta vez ante un enorme Manuel Neuer y dejaba todo en manos de la experiencia de Schweinsteiger. Pero el demonio volvió a aparecer y el gran capitán germano lanzaba fuera su cobro. Giacherinni marcaba y Hummels también. Parolo y Kimmich hacían lo suyo, mismo caso de De Sciglio y Boateng. la tanda marcaba un 5-5 irrompible hasta que, como si se tratara de un exorcismo puro, apareció la mano de Neuer para tapar el cobro de Darmián y poner la esperanza germana. Todo quedaba en los pies de Jonas Hector. Primer gran torneo para el escogido como el lateral fijo de Löw. La presión parecía palpable, el ambiente se tornaba hostil y una barrera sobrenatural de criaturas del inframudo se cernían sobre la mente del zurdo. Pero todo eso quedó atrás y con un cobro ajustado, Hector vencía a Buffon y colocaba el 6-5 final. Alemania hacía historia. Exorcimso total en Francia. La locura se desataba del lado germano.

Hector grita eufórico el penal de la victoria. // (Foto de dfb.de)
Hector grita eufórico el penal de la victoria. // (Foto de dfb.de)