El romanticismo es un sentimiento obsoleto en el fútbol actual. Los contratos jugosos y las portadas estelares son un atractivo demasiado poderoso en un mundo donde cada vez importa más el nombre detrás de la camiseta que el escudo por delante. El idilio con la barra, el amor a prueba de balas por una camiseta y la lealtad hacia el club que te dio todo son parte del pasado en un deporte que cada vez se acerca más a la imagen de una multinacional. Sin embargo, existen jugadores que nos recuerdan que alguna vez existió una rara especie.

Jugadores que comprendían la felicidad de ese obrero que trabajaba toda la semana para comprar su entrada y ver a su equipo ganar gracias a la destacadas actuaciones de un personaje en particular. Jugadores que preferían rechazar grandes contratos por grandes equipos para seguir jugando delante de aquellos que los consideraban divinos. Ahí aparecen nombres como Francesco Totti o Paolo Maldini, que desarrollaron su carrera en un solo club. Pero quizá uno de los casos más notables nos hace viajar a Inglaterra, más específicamente a la costa sur, donde jugó uno de los futbolistas más talentosos de la historia del fútbol. Un mago con el balón el los pies, capaz de marcar goles suficientes para llenar el compilado de los mejores tantos de la temporada. Un verdadero genio con apariencia inofensiva, capaz de cambiar el partido en cosa de minutos, y que jamás abandonó su club, sacrificando nóminas a Inglaterra, jugosos contratos y reflectores. Este viernes, ese jugador cumplirá 49 años, y no hay mejor momento para recordar a uno de los más grandes que han existido, pero que muy pocos recuerdan por su devoción a una sola camiseta. Jugaba los fines de semana en The Dell, defendía al Southampton FC como su segunda piel, y su nombre era Matt Le Tissier.

Hace unos años escogido como el mejor jugador de la historia del club, Matthew Le Tissier nació en Guernsey el 14 de octubre de 1968. Fue ahí donde dio sus primeros pasos con el balón en los pies, jugando a nivel escolar e imitando a su ídolo máximo, Glenn Hoddle. Hasta que un día, su vida cambiaría por completo. Un ojeador lo captaría jugando y le ofrecería partir al Southampton FC, en ese entonces en la primera categoría del fútbol inglés. Le Tissier no lo sabía en aquel entonces, pero acababa de comenzar una de las historias más notables del fútbol en los últimos años: su romance con el Southampton FC.

Le Tissier es parte del selecto "One Club Man", lo que le valió un reconocimiento por parte del Athletic de Bilbao.

En un reportaje realizado por Sky Sports, Le Tissier explica su idea de jugar al fútbol. “Ganar no era mi meta. Obviamente no me gusta perder, y soy un pésimo perdedor, pero lo que verdaderamente quería era entretener, y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que anotar un gol desde 27 yardas”, declaraba la leyenda de los saints. Y es que Le Tissier era un jugador de otro nivel. Su apariencia era bastante descuidada, totalmente alejada del prototipo futbolístico actual de esos jugadores formados en el gimnasio. Era talento puro. Capaz de no moverse en todo el partido, pero sobre el final, recibir en el centro del campo y marcar un golazo. Fue así como en el The Dell se le empezó a conocer con el sobrenombre de “Le God”, algo que a él nunca le gustó. “Quizá deberían llamarme ‘Le Fat’. (por su mal estado físico)”, decía “Le Tiss”.

540 fueron las veces que se enfundó la camiseta del Southampton, marcando 209 goles en el proceso, de los cuales un alto porcentaje fueron de la más bella factura. Quizá su mejor partido fue aquel que lo enfrentó al Newcastle. Fue triunfo de los saints por 2-1, con dobete de Le Tissier. En el primero, el inglés recibió un balonazo largo que controló de tacón, para luego lanzar un globito y así sacarse su primera marca y otro más para sacarse al siguiente defensor y definir en la esquina inferior del portero. Y el segundo no se quedaría atrás en lo que a calidad se refiere. Una volea increíble desde fuera del área que caería en el ángulo superior izquierdo del arco para cerrar una excelente actuación. Le Tissier se volvía a lucir, y por primera vez, lo hacía y en directo por Sky Sports. Toda Inglaterra vio aquel día a ese jugador algo pasado de peso capaz de matar a los grandes a punta de golazos.

Las grandes campañas de Le Tissier en el sur de Inglaterra avivarían el interés por los grandes de Londres en su persona. Tottenham y Chelsea estuvieron cerca de ficharlo, pero su amor por el club que le dio su primera chance como profesional fue más importante. Cuenta la leyenda que el día que recibió la oferta del Chelsea, Le Tissier se lo contó en el camarín a su buen amigo, y más tarde jugador del FC Barcelona, Ronnie Ekelund, y agregó que él no valía esa cantidad de dinero. Así que se colocó la casaca de lo saints, con el legendario número siete en la espalda y marcó un doblete en aquel partido. Así era Matt, un tipo humilde y amante del club que lo vio crecer.

Su precisión desde el punto penal fue uno de los tantos motivos de reconocimiento para Le Tissier

Sin duda una de sus estadísticas más notables es su efectividad desde el punto penal. 48 ejecutados, 47 convertidos, teniendo un estilo bastante arriesgado para ejecutar. Su único fallo ocurrió ante el Nottingham Forrest, y el responsable de tapar su lanzamiento fue el golero Mark Crossley. Le Tissier rememora aquel día diciendo que lo que más vergüenza le dio no fue el lanzamiento errado, sino el fallo en segunda instancia, tras agarrar un sencillo rebote y mandarlo a la gradería. Una efectividad impecable desde los doce pasos, algo que llama la atención en especial cuando jugadores de la talla de Lionel Messi suelen luchar con la dificultad de estos lanzamientos.

Le Tissier se retiró el año 2002, obviamente en Southampton. Sobre el final de su carrera, agregó un nuevo dato a su destacable palmarés. Fue el año 2001, cuando Southampton preparaba su mudanza a su actual estadio, St. Mary’s, dejando atrás el mítico The Dell. El último partido oficial en el recinto de Milton Road fue ante el Arsenal y terminó con un triunfo por 3-2. El último gol oficial en el estadio no lo podía marcar otro más que aquel que entregó toda una carrera futbolística a los hinchas que abarrotaban esas mismas gradas. Sería el último día que The Dell vería jugar a la leyenda más grande que ha pisado sus céspedes.

Una de esas cosas raras del fútbol, sin embargo, tuvo relación con la participación de Le Tissier en la selección. Debutó con Terry Veneables en el banco y sumó ocho encuentros con los Three Lions. Su ética de trabajo y falta de protocolo nunca calzó con la acartonada disposición del equipo nacional inglés, y nunca fue muy considerado. La vida es caprichos, y Le Tissier lo descubriría previo al Mundial de Francia 98’, cuando su máximo ídolo, Glenn Hoddle, lo dejó fuera de la nómina que disputaría esa Copa del Mundo.

Su estilo de vida le impidió ser importante en la selecciono inglesa, uno de sus sueños. (Foto: Daily Mail)
Su estilo de vida le impidió ser importante en la selecciono inglesa, uno de sus sueños. (Foto: Daily Mail)

Hace unos años, a Xavi Hernández, leyenda del FC Barcelona, le preguntaron por sus jugadores favoritos de la Premier League. Su respuesta fue Paul Scholes… y Matt Le Tissier. Una leyenda que siempre se sintió incómoda con la presión de un grande, como abiertamente lo ha reconocido. A Le Tissier le interesaba algo mucho mayor. Le interesaba ser el ídolo de esa afición que ve a sus máximas estrellas irse. Le gustaba ver el brillo en la cara de un aficionado cuando marcaba uno de sus maravillosos tantos. Le gustaba entretenerse jugando, sin presión alguna. Consideraba que en el fútbol el verdadero reto no era jugar en un grande, sino enfrentarse a ellos y ganarles, como dijo él mismo.

En el mundo actual, parece imposible pensar en algún futbolista diciéndole “no” a uno de los grandes equipos. Los escudos ya son lo de menos y las camisetas ya no venden por lo que llevan delante, sino que por el nombre detrás. Pero Le Tissier es fútbol en su estado más depurado. Talento nato, lealtad y entretenimiento puro. Se condenó al anonimato por quedarse a defender el club que más amaba. Muchos suelen preguntarse qué hubiese sido de Le Tissier si hubiese tomado el llamado de Chelsea o Tottenham en su minuto, hasta donde habría llegado. Pero esa no es la pregunta, porque esa jamás fue la meta. El verdadero objetivo de este muchacho regordete de Guernsey era ser un ídolo de los humildes y trabajadores. Llevar una sonrisa a aquel que se enamoró desde pequeño de un equipo chico, y sabe que cuando se habla de fútbol, solo hay un amor. Las portadas no eran lo suyo y mucho menos el exceso de presión y trabajo. Y cuando llegas a Southampton, preguntas por Matt Le Tissier, y te responden con una sonrisa inmediata y una cantidad incontable de anécdotas y golazos, sabes que lo cumplió.