Vaya partidazo. Dos equipos canadienses peleándose por ser el mejor equipo de su conferencia y por dar un paso de gigante hacia la final. El ambiente era espectacular, la noche prometía ser especial para los locales. Pero la cosa no fue según lo esperado. El Montreal pagó la dejadez de los minutos finales, los jugadores se durmieron en los laureles. Eso es algo imperdonable, menos en una final de conferencia y menos contra los hombres de Greg Vanney. Los equipos que venían cuajando unos excepcionales playoff’s no defraudaron y dieron todo. Unas veces dominaban los locales y otras los visitantes. Así se vio reflejado en el electrónico, un resultado justo que abre las puertas de la final a ambas ciudades.

El partido tardaba en empezar, los futbolistas y los aficionados no sabían qué hacer ante la demora del pitido inicial. Pero es que el campo no estaba en las condiciones necesarias pues las medidas de los áreas pequeñas no eran las correctas. Tras el nuevo dibujo y cuarenta minutos de espera al final se pudo dar comienzo a lo que tanto tiempo llevábamos esperando.

Dominio de Montreal Impact

El conjunto negriazul arrasó a Toronto en los primeros minutos, algo que hasta ahora nadie había conseguido en la fase eliminatoria. No podía ser de otra forma, son el equipo que ha echado de la competición al que era gran favorito de la conferencia este para llegar a la gran final. Como contra el New York Red Bulls, la pizarra táctica de Mauro Biello fue fundamental para lograr el triunfo. Ellos no fueron los que más tiros realizaron al final del encuentro, ni los que mantuvieron la posesión del esférico; pero durante la mayor parte de los 90 minutos se podía notar la superioridad local. Estaban llevando el encuentro a su terreno, nunca mejor dicho.

En esta tesitura llegaron hasta tres goles. A los 10 minutos se aprovechaban de un sorprendente desajuste de la defensa roja con un par de pases entre líneas, una incursión por banda derecha de Dominic Oduro y una gran definición del mismo con el interior de su pie para júbilo de sus miles de fans. Tan solo dos minutos después, con Toronto aun en shock, llegó el segundo gracias otra vez a un error en la retaguardia. Ignacio Piatti ganaba la espalda de Beitashour por la banda izquierda y aprovechaba la soledad al borde del área para colocar un milimétrico centro al pie de Mancosu.

Aunque los visitantes se recompusieron un poco no generaban el menor atisbo de esperanza para sus aficionados. Lo que parecía la estocada final llegó tras una jugada defendida con la mirada. Oygongo, que es lateral izquierdo, arrancaba desde el medio campo sin apenas rivales de los que zafarse. Ante esa dificultad nula se plantó en la frontal del área, desde donde tiró un balón blandito y cruzado a la red ante el que el arquero pudo hacer más.

Coraje por bandera

La eliminatoria parecía sentenciada, pero los reds no se rindieron. Comenzaron a disfrutar de lo que es jugar al fútbol y comenzó lo que puede que sea una remontada histórica. Puede que fuera más bien por culpa de la relajación del vencedor, pero la realidad es que Toronto se metió de nuevo en la eliminatoria en poco màs de 20 minutos. Después del repaso que dio Giovinco al equipo de los Villa, Lampard, etc muchos pensarán que es el único que tira del carro. No pueden andar más desencaminados. Ayer fue su compañero de baile, Jozy Altidore el que cazó un la cabeza un centro para poner el tres a uno en la final. Poco después el capitán Bradley fue el que redujo las distancias. Otra jugada con algún que otro rebote, con pases y definición certera dentro del área enmudeció el estadio olímpico de Montreal.

Se espera un bonito duelo en la vuelta el día 30 de noviembre.

Merci Drogba

Puede que los aficionados se quedaran callados durante unos minutos, pero Drogba es un hombre que mueve masas. Año y medio han sido suficientes para que los canadienses ya le tengan en una gran estima. Este ha sido su último partido en casa y la ocasión no merecía menos que una sonora despedida dando las gracias al histórico costamarfileño.