El duelo de semifinales de la Liga de Campeones disputado el pasado miércoles en el Louis II no sólo suponía el enfrentamiento entre Mónaco y Juventus con una plaza en la final de Cardiff en juego, sino que también se trataba del primer asalto de uno de los choques tácticos más interesantes de la temporada, pues se juntaban dos propuestas de carácter opuesto, que priorizan situaciones distintas del juego y ejecutan de un modo dispar unas ideas que, sin embargo, habían demostrado ser exitosas en ambos casos. No obstante, tanto monegascos como turineses están a punto de coronarse campeones de sus ligas y se han colado entre las cuatro mejores escuadras del continente.

El Mónaco basa su juego en la presión asfixiante y las transiciones rápidas. Con uno de los ataques más potentes de Europa, los del Principado comandan los encuentros mediante un altísimo ritmo orientado a crear espacios en tres cuartos que los arietes penalicen en área rival. Enrolado en un campeonato en el que el poder físico suele prevalecer sobre el táctico y donde ha sabido imponer siempre su plan gracias a su impresionante potencial ofensivo, había muchas ganas de confrontar el vertiginoso estilo que Leonardo Jardim ha creado en Mónaco con el sólido y riguroso libreto de Massimiliano Allegri, ya muy consolidado, y que mejora sus resultados año tras año en Italia y en Europa.

Massimiliano Allegri venció el primer asalto en el duelo de banquillos. | FOTO: ASMonaco.com
Massimiliano Allegri venció el primer asalto en el duelo de banquillos. | FOTO: ASMonaco.com

Fueron los transalpinos los que consiguieron imponer su plan sobre el césped del Louis II. Desde el comienzo, la Juventus se hizo con el control del esférico, basándose en la solidez de la columna vertebral formada por Andrea Barzagli, Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini, junto a los mediocentros, Claudio Marchisio y Miralem Pjanic. Bajo un ritmo muy inferior al que buscaban los locales, Alex Sandro y un descomunal Dani Alves conseguían romper por los flancos, generando a partir de ahí buenas situaciones de ataque.

No necesitó el equipo de Massimiliano Allegri dar un fuerte golpe sobre la mesa para llevarse un gran resultado del estadio monegasco. La Juventus realizó una actuación completa, siendo su rigor y sobriedad las bases sobre las que se cimentó un plan realmente trabajado, que redujo al mínimo las grandes virtudes locales. Pese a la lentitud de la posesión local, y fruto de la inspiración de Bernardo Silva y, sobre todo, de un extraordinario Kylian Mbappé, el conjunto de Jardim pudo gozar de oportunidades en ciertas fases del encuentro, si bien Gianluigi Buffon volvió a realizar una actuación colosal.

Kylian Mbappé sacó petróleo en sus incursiones hacia la banda. | FOTO: ASMonaco.com
Kylian Mbappé sacó petróleo en sus incursiones hacia la banda. | FOTO: ASMonaco.com

La habilidad del cuadro italiano para enfriar el curso del juego y la compostura mantenida por su entramado defensivo han sido, sin duda, claves para entender la irreconocible versión del cuadro monegasco. Comandados por una errática versión de Fabinho y Bakayoko, el Mónaco fue incapaz de generar peligro en ataque, mientras que los dos goles recibidos terminan de ilustrar el mal día de los pivotes, ya que en ambos se producen desajustes en la zona ancha del equipo del Principado.

La alta presión realizada por el Mónaco en la jugada del primer tanto fue perfectamente contestada por una extraordinaria salida de balón desde atrás por parte del cuadro turinés. Fabinho persiguió a Marchisio prácticamente hasta la frontal del área visitante, pero éste, tan sólo con un pase vertical, eliminó al brasileño de la ecuación. Un gran gesto al primer toque de Dybala desencadenó la carrera de Dani Alves. El mediocentro posicional, Tiemoué Bakayoko, estaba muy lejos de la jugada y excesivamente adelantado, pendiente de Pjanic, y no pudo hacer nada por corregir el desajuste.

Tiemoué Bakayoko conduce el esférico ante la mirada de Dani Alves. | FOTO: ASMonaco.com
Tiemoué Bakayoko conduce el esférico ante la mirada de Dani Alves. | FOTO: ASMonaco.com

El segundo tanto surgió a partir de un error individual del centrocampista francés, que retuvo en exceso el balón hasta que fue desposeído de él en una zona peligrosa, lo que derivó en una nueva escapada de Alves y la enésima conexión del lateral con Gonzalo Higuaín.

Fueron muy pocas las ocasiones en las que Fabinho tuvo la oportunidad de descolgarse de modo eficaz, como tantas veces hace en los encuentros de liga. En ataque estático, la medular local se mostró muy imprecisa y con grandes carencias imaginativas, que sólo suplió en alguna fase Bernardo Silva. La solución más recurrente a la hora de distribuir era el pase perpendicular hacia los flancos, una jugada que la zaga de la Juventus defendió sin sufrir. La entrada de Joao Moutinho en la segunda parte mejoró la fluidez del juego, pero los espacios siguieron sin aparecer.

Thomas Lemar, excesivamente centrado, no encontró forma de generar peligro. | FOTO: ASMonaco.com
Thomas Lemar y Djibril Sidibé se mostraron ineficaces a la hora de abrir el campo. | FOTO: ASMonaco.com

La interminable búsqueda de profundidad por parte de los hombres dirigidos por Jardim se veía entorpecida por la posición a pierna cambiada del lateral izquierdo, Djibril Sidibé. Pese a que alcanzó con facilidad posiciones ofensivas, no lo tuvo fácil para enviar centros peligrosos, y mucho menos para imitar las potentes incursiones del ausente Benjamin Mendy, que ha sido durante todo el curso una herramienta fundamental para ensanchar el campo y crear unas superioridades en los costados que en el encuentro ante la Juventus no existieron.