La ciudad de Lyon estaba lista para recibir la noche de este jueves un encuentro poco usual, de esas noches mágicas. Disputar la vuelta de unas semifinales en un torneo internacional genera un sinfín de sensaciones, todas ellas ligadas a esa expectativa que genera encontrarse a un paso de la final, esto sin importar las circunstancias o el panorama del momento. Un partido puede cambiar las cosas completamente, y en el fútbol no hay una realidad más absoluta es esta. 

El equipo local tenía una tarea bastante complicada; remontar un 4-1 tras su visita a Ámsterdam se presentaba como tarea difícil, no por la diferencia de goles en sí, más bien por la forma en la que aquel encuentro se fue desarrollando en favor de los de la capital holandesa. Sin embargo, las esperanzas se mantenían vivas. Apelar a esa euforia propia del escenario, así como a la inexperiencia del conjunto visitante a la hora de manejar esta clase de partidos motivaba a un equipo listo para tener una noche de ensueño.

Los errores se pagan

Si alguien creía en la remontada más que el equipo local sin duda alguna era la afición. El imponente y colorido mosaico que formaron las almas presentes en el Parc Olympique eran otro condimento necesario para golpear anímicamente al rival inclusive antes del arranque del encuentro. Arrancaba el partido con esa euforia, con la cual claramente había sido permeado un Lyon muy adelantado en la cancha y propositivo con balones frontales. Por su parte, los conmocionados visitantes  no darían su brazo a torcer tan fácilmente en los instantes iniciales.

Aquella euforia local, que tanto ilusionaba a su afición, tuvo un efecto boomerang cuando menos los esperaban. Tras un ataque del conjunto francés, el portero André Onana despejaba en largo un balón que llegó hasta la parte alta de la banda izquierda, en donde a punta de fuerza y velocidad Kasper Dolberg lograba imponerse a la defensa, metiéndose hasta el área chica y definiendo con un sutil toque por arriba ante la salida de Anthony Lopes. A los 27 minutos un gran detalle técnico de la perla danesa ponía ahora un global de 1-5 que parecía lapidario en aquel instante. A partir del gol, el Ajax renunció a la poca posesión que en aquel momento tenía para dedicarse a defender con orden entre sus líneas y apelando al despliegue físico de sus jóvenes figuras.

El asedio local se multiplicaba por tres en ese momento, pero sin éxito alguno de meterse en el partido. El conjunto holandés ya estaba al borde del descanso confiando en el trabajo realizado, aunque esa confianza se tornó excesiva. Una falta de Matthijs de Ligt sobre Alexandre Lacazette fue señalada como pena máxima al 45', siendo canjeada por gol por el mismo delantero francés. En los dos minutos de tiempo de agregado el local siguió presionando, llevando la pelota por el sector derecho con Nabil Fekir, quien envió un centro al área donde se encontraba Lacazette frente al segundo poste para hacer su segundo de la noche.

Montaña rusa de emociones

El Lyon se iba al descanso no sólo con la victoria, sino con el momento anímico del encuentro. A dos goles de enviar las cosas al alargue, los segundos 45 minutos prometían muchísimo. Como se esperaba, local salían con muchísima fuerza hacia adelante buscando reducir más la distancia, mientras que los visitantes se defendían por convicción pero lejos de verse cómodos en esa situación. Esa tensión propia del momento jugó en contra de ambos clubes, que se vieron repartiendo golpes y entradas innecesarias que se tradujeron en una lluvia de amonestaciones por parte del árbitro polaco.

Dentro, fuera del área, a dos toques, jugada personal, de todas, todas las maneras imaginables los franceses buscaban la portería de Onana mientras que la visita apaleaba al contragolpe con Bertrand Traoré siempre que podía. Hubo una jugada de Fekir dentro del área que pudo ser el 3-1 si hubiese definido con mejor criterio y sin tanta fuerza. Las gradas gritaban y suspiraban con su equipo volcado al ataque que vio ante sus ojos la posibilidad también de despedirse más temprano de las ilusiones, cuando Donny van de Beek, que había ingresado en el complemento, estrellaba en el ángulo superior izquierdo de la portería un disparo desde fuera del área que pudo haber sido el empate.

Había demasiada tensión en el ambiente. Un partido muy vistoso en términos de espectáculo se había convertido en una completa odisea. La cereza del pastel llegaba al 81' cuando Rachid Ghezzal, que había entrado de recambio, anotaba el 3-1 en un disparo dentro del área que fue desviado por el defensor Nick Viergever. El partido estaba dado para que el Lyon lograra el cuarto gol y enviara las cosas al alargue, más cuando el Ajax se quedaba con diez jugadores tras la expulsión de Viergever faltando seis minutos para el final. Y lo tuvieron los franceses.

Luego de una jugada por la banda derecha muy mal cubierta y despejada por la defensa visitante, el balón le quedó a Maxwel Cornet dentro del área frente al poste derecho de la portería quien le pegó a la esférica con un potente disparo a ras de suelo, pero el remate salió muy desviado hacia el otro palo. El delantero marfileño desperdició la última jugada que pudo haber enviado la serie al alargue, y para cómo se estaban dando las cosas, la posible clasificación de su equipo a la final. Cumplidos los tres minutos de agregado Szymon Marciniak hizo sonar su silbato para alivio del conjunto holandés que pudo avanzar luego de ver en repetidas ocasiones la posibilidad de irse con las manos vacías de Francia.

Luego de este partido no apto para cardiacos, el Ajax logra meterse a su primera final europea 21 años después de aquella derrota en penales ante la Juventus en Roma por la Liga de Campeones. Ahora, los dirigidos por Peter Bosz jugarán el próximo 24 de mayo la gran final de la Europa League en Estocolmo ante el Manchester United, donde buscarán imponerse ante el favorito y lograr el segundo título de esta competencia para el conjunto holandés. Sufrió demasiado para lograrlo, pero con justicia les toca celebrar el ponerse a un paso de la gloria.

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Leonardo Quintón
¿Fútbol? No, mejor voetbal.