El encuentro comezó con un claro dominio del conjunto dirigido por Antonio Conte, que desde el primer momento se hizo con la posesión de balón, presionó a su oponente cuando la perdía, ofreciendo en todo momento, un nivel de intensidad superior al de su rival, que salió a Stamford Bridge con la única intención de mantener su portería a cero, y que no olió la pelota en ningún momento, y mucho menos tuvo opciones de salir a la contra y llegar al arco contrario.

Dominio local, con una dinámica de entrenamiento

A los 25 minutos Willian abrió el marcador, tras batir a Hennessey con un disparo ajustado de pierna derecha, tras tocar en el palo. Pocos minutos después, el Chelsea puso tierra de por medio en el marcador, tras culminar un contraataque iniciado por una recuperación en campo propio, con Kelly empujando contra su propia portería, en un intento fallido de despejar que tuvo hasta tres rebotes, un disparo de Zappacosta. Tras el segundo tanto, los locales tuvieron un tramo de mucho control, en el que redujeron la velocidad en la circulación del esférico, y elaboraron mucho más sus jugadas de ataque, que se limitaron al ataque en estático.

Control blue de más a menos

El segundo tiempo comenzó con un ritmo de intensidad mayor que aquel con el que acabó el primer tiempo, con un Crystal Palace que salió con las líneas de presión mucho más adelantadas, y que tuvo más balón y más trascendencia en campo contrario, ante un conjunto blue que intentaba dominarlo en campo propio, y que cuando el rival cometía una imprecisión aprovechaba para salir en velocidad al contraataque, para aprovechar los espacios que dejaba el necesitado conjunto de Roy Hogdson, que a pesar de su voluntad de cambio, no estaba consiguiendo crear ningún peligro sobre el arco de Thibault Courtois. Tras unos minutos de notable relajación por parte de los locales, estos retomaron el control del encuentro con un dominio bastante dinámico, y volviendo a generar peligro sobre el arco contrario.

Tras el comienzo del segundo acto, el partido atravesó un tramo de menor intensidad, en el que las águilas volvieron a tener un mayor protagonismo con el balón, aunque seguían siendo incapaces de acercarse a la portería rival con peligro, dentro de lo que estaba siendo una segunda parte llena de alternativas, en la que el Chelsea ya parecía haberle puesto el modo ahorro al partido, en vista del duelo que deberán de afrontar ante el Barcelona el miércoles en la ciudad condal. Una situación tras la cual estaban volviendo a cometer esos errores en la entrega que parecieron haber quedado enterrados en el pasado, y que tanto daño le hicieron en competición europea. El tiempo siguió pasando, y cada vez tenía menos regularidad a la hora de llegar al ataque, pues su presencia ofensiva disminuyó sustancialmente.

En los últimos minutos del encuentro, Antonio Conte aprovechó para dar descanso a jugadores habituales como Eden Hazard, o Fábregas, mientras que los que permanecían en el terreno de juego, luchaban contra viento y marea, por no encajar ningún gol, y no empañar así, el final de un partido que había sido bastante plácido, y en el cual los locales apenas habían sufrido, hasta los diez últimos minutos, en los que cedieron el balón a un rival, que con una buena presión tras pérdida, y a base de centros y de juego aéreo le estaba encerrando en su área. Patrick van Aanholt logró recortar distancias tras batir a Courtois en el mano a mano en el interior del área, tras recibir un gran pase de Wilfired Zaha. Tras ese gol, con el que el conjunto azulgrana logró meterse en el partido, el Chelsea trató de alejar el balón de su portería mediante las artimañas habituales, aunque estas no pudieron impedir los últimos minutos del descuento de angustia que provocaron los visitantes, que tuvieron la ocasión de colgar un último centro sin éxito.