Alan Pardew había sustituido a Toni Pulis el pasado mes de noviembre de 2017 como entrenador de The Baggies; y el balance no puede ser más desolador: tan solo una victoria, cinco empates y doce derrotas, las últimas ocho consecutivas. Además, cogió al equipo en la decimoséptima posición (al borde, pero fuera de los puestos de descenso) y lo deja en última posición, con remotísimas esperanzas de salvación y sin haber abandonado este puesto en las últimas ocho jornadas.

Más allá de los resultados, flota además, una sensación de falta de control absoluto del vestuario por parte del experimentado preparador: los incidentes ocurridos en Barcelona el pasado mes de febrero, durante un stage del equipo, robo de taxi incluido, por parte de cuatro miembros de la primera plantilla así lo atestiguan.

Cesado también, junto a Pardew, su segundo, John Carver, toma las riendas del equipo, al menos provisionalmente, Darren Moore. Y cabe preguntarse aquí si la directiva del WBA da por perdida la temporada, asume el descenso a League One y solo pretende preparar con tranquilidad la próxima campaña o si todavía confía en que un golpe de timón en el banquillo obre el milagro que supondría remontar diez puntos en apenas seis partidos. Más bien, parece lo primero y que, si de verdad no se confiaba en el entrenador y se aspiraba a conservar la categoría, tal vez hubiese resultado razonable cesar a Pardew algunas fechas antes; porque, si uno comprueba la configuración de la plantillas, jugadores parece que hay parece luchar por algo más que ser ultimo: Livermore, Ben Foster, Rondón, Jay Rodriguez… pero, claro, si tus dos delanteros titulares llevan apenas cinco goles cada uno y los siguientes máximos goleadores (defensas, por cierto) llevan dos en más de treinta partidos, parece difícil hacer algo.