El mundo del fútbol se volvía a parar en la noche de este miércoles para disfrutar y contemplar el espectáculo que iban a brindar Liverpool y Manchester City en la ida de lo cuartos de final de la Champions League en Anfield. Las aficiones preparadas, los jugadores preparados, el césped en un estado excepcional; tan sólo faltaba que el balón echase a rodar.

El partido empezó en sus primeros cinco minutos sin un dominador claro, habiendo un pequeño descontrol, con pases interrumpidos por ambos equipos. Hasta que el City se hizo con el. El Manchester City empezó a dejar claro qué querían hacer en el terreno de juego. Jugar rápido a uno o dos toques para descontrolar el esquema Red. Esto se tradujo con pequeñas ocasiones por parte de Sané, pero sin peligro alguno. Con esto, el propio Sané tras dar un mal pase, permitió al Liverpool avanzar hacia la portería rival con una sed tremenda de la mano de su tridente ofensivo. Salah encaró, se la dio a Firmino que consigue librarse de Otamendi, y tras rematar y parar Ederson, el rebote cae en los pies de Salah. Gol. El egipcio hacía rugir a Anfield de una manera bestial con su séptimo gol en la competición. Los de Klopp habían desmontado al conjunto de Guardiola en apenas once minutos de juego, aunque no se vinieron abajo. El control de balón era totalmente del conjunto Citizen, pero sin inquietar al meta Karius. Una posesión sin profundidad y sin crear ocasiones de gol. 

El Liverpool seguía con su plan: robar y echar a rodar hacia adelante buscando sorprender al rival. En una jugada en campo del City y tras varios rebotes y pases interceptados, Oxlade-Chamberlain recibe el balón al borde del área y sin pensárselo dos veces mandó el balón al fondo de la red con un derechazo imparable. Un misil tierra-aire que sorprendió a todos. El estadio no cabía en sí de la alegría. Los de Guardiola caían por 2-0 en apenas veinte minutos de juego.

Fuente: Premier League.
Fuente: Premier League.

Con el segundo gol, el Manchester City "abandonó" el partido de manera asombrosa. Conseguía tener el balón, pero sin tener un mínimo de ideas. Una posesión estéril, sin profundidad, sin inquietar al Liverpool. Se habían venido abajo con el varapalo sufrido en los primeros veinte minutos. Apenas diez minutos después, con un Liverpool muy enchufado y con una clara facilidad para robar el balón a un City muy dormido por el terreno de juego, hizo que Salah se permitiese colgar un balón al área dejando a Mané sin mucha dificultad para rematar de cabeza a pesar de no ser un jugador con mucha altura. En apenas media hora de partido, el Liverpool había partido en mil pedazos al Manchester City con un 3-0. El City de Guardiola pedía el descanso a gritos.

Salah tuvo que ser sustituido.

La segunda parte se esperaba con muchas ganas. ¿Conseguiría el Liverpool marcar más goles? ¿Resucitaría el City?. Lo cierto es que la posesión fue de nuevo del conjunto de Manchester, intentando crear peligro, de nuevo, a través de Leroy Sané, la bala alemana. Pero el partido sufrió un vuelco importante. Salah tuvo que salir sustituido antes de cumplirse los primeros diez minutos del segundo tiempo. Una pésima noticia para los pupilos de Klopp, una alegría para los de Guardiola, sobre todo para Laporte. Con la sustitución de Salah, junto con las pocas necesidades que tenía el Liverpool de arriesgar el marcador, hicieron que esta segunda parte fuese totalmente del Manchester City, aunque esto no se tradujo con ocasiones claras. El City tenía el balón, pero seguía sin inquietar la portería. Los laterales del conjunto Red, Alexander-Arnold y Robertson, hicieron un partido memorable, espléndido, achicando aún más las posibilidades de conceder un gol. Las opciones se empezaron a traducir en intentos de tiros desde fuera del área sin crear peligro alguno y centros desde las bandas buscando rematador: opciones tácticas que nada tenían que ver con las ideas de Guardiola.

Fuente: Página oficial Manchester City.

Los últimos quince minutos, entre las intenciones fallidas por parte del Manchester City, balones fuera por parte del Liverpool, y varios parones por faltas y tarjetas amarillas, hicieron que el marcador no se moviese y tenga el Manchester City que lograr un milagro en su feudo, el Etihad Stadium, teniendo que meter cuatro goles y no conceder ninguno. Se antoja complicado pensar que el Liverpool desperdicie esta gran ventaja y no esté entre los cuatro mejores de la competición después de trece años.

Pero ahora toca volver a la realidad. Toca pensar en Premier League. El Manchester City tiene otro trepidante partido este fin de semana que les enfrentará al Manchester United de Mourinho. Si los de Guardiola consiguen los tres puntos frente a su máximo rival, conseguirían el título de Premier League a falta de cinco jornadas y así levantar lo que sería el quinto título en la historia del club. Sensaciones dispares las que van a vivir esta semana en la parte blue de Manchester. Por su parte, el Liverpool también tendrá enfrente un partido de altos voltajes. El derbi de Merseyside frente al Everton. De conseguir la victoria, y el United cosechar una derrota frente al City, permitiría a los de Klopp conseguir y alzarse en la segunda posición de la clasificación.