Un Mundial previsto para dieciséis selecciones y, sobre todo, con dieciséis selecciones clasificadas, contó únicamente con la participación de quince: Austria, cuyo territorio había sido ya ocupado por la Alemania nazi, no pudo participar, siendo algunos jugadores “invitados” a jugar con Alemania. Uno de los que se negó y puso, por tanto, fin a su carrera futbolística internacional, el mítico Mathias Sindelar, fue encontrado muerto en extrañas circunstancias apenas un año más tarde. Y fue una pena porque, como ya se detalló al hablar de Italia 34, aquel equipo austriaco era uno de los mejores del mundo en aquel momento. Dicen que aquella plaza austriaca fue ofrecida a Inglaterra, quien se negó, en protesta (todavía) por no haber sido elegida como sede del primer Mundial de fútbol de la historia, como creían correspondía al país que inventó el fútbol.

Fue un Mundial, en todo caso, predominantemente europeo, otra vez: de los finalmente quince participantes, doce eran del viejo continente. Una vez más, la gran mayoría de selecciones americanas boicotearon el Mundial, en signo de protesta por disputarse un segundo Mundial consecutivo en Europa y no respetar el no escrito pacto de alternancia: un Mundial en cada continente de los que, por aquel entonces, ‘pintaban’ algo en esto del fútbol, América y Europa. Además, merece la pena detenerse en las ‘pintorescas’ selecciones no europeas que, al margen de Brasil, disputaron el evento: una debutante Cuba (primera y última participación en un Mundial) y las Indias Orientales Neerlandesas, actual Indonesia, también en su única participación.

La fase de clasificación fue kafkiana, nuevamente… Equipos que renunciaron por desacuerdos con la (forma de) organización como el citado caso de los americanos… Uruguay, México, Colombia, entre otros; países que exigieron (Argentina) no disputar fase de clasificación para participar en la fase final; España, inmersa en una cruenta guerra civil, ni siquiera se planteó su participación, obviamente; la sorteada eliminatoria entre Suiza y Portugal se disputó, finalmente, a partido único, en Italia, porque los suizos se negaron a sobrevolar terreno español por la citada Guerra Civil española; Egipto se negó a jugar por coincidir sus partidos en jornada de Ramadán (recapitulemos… Egipto se ausentó del Mundial del 30 por el retraso de un barco y del Mundial de 1938 por el Ramadán… igualito que los tiempos modernos que nos asolan, para bien o para mal); equipos, como los citados Cuba o las Indias Orientales Neerlandesas, que acabaron clasificándose por la renuncia (ya fuese por discrepancias con la organización, por los altos costes del viaje o por guerras como la sino-japonesa) de sus posibles rivales; las selecciones británicas, independientemente del comentado caso de Inglaterra, seguían negándose a participar en cualquier tipo de torneo organizado por la FIFA…

Tras semejantes circunstancias, anécdotas y vicisitudes, estos fueron los equipos participantes en la tercera edición del Mundial:

Alemania Flag of the Czech Republic.svg Checoslovaquia Italia Bandera de Rumania Rumanía
Bandera de Bélgica Bélgica Bandera de Francia Francia Bandera de Noruega Noruega Bandera de Suecia Suecia
Brasil Bandera de Hungría Hungría Bandera de los Países Bajos Países Bajos Bandera de Suiza Suiza
Bandera de Cuba Cuba Bandera de los Países Bajos Indias Orientales Neerlandesas Polonia

Fue aquel Mundial de Francia el primero con vigente campeón y país organizador clasificados ‘de facto’ y fue el segundo consecutivo en el que se utilizó el sistema de eliminatorias de octavos, cuartos, semifinales y final.

Y en los octavos, comenzaron las sorpresas: la Alemania que había sido tercera cuatro años antes y que había “absorbido” hasta nueve jugadores de la excelente selección austriaca, cayó eliminada ante la Suiza de Karl Rappan; y con otra de esas circunstancias que hacen fantásticos los Mundiales: todavía sin implementar la solución de los penaltis, el empate en los noventa minutos reglamentarios y la prórroga llevaron a un partido de desempate. Y en el susodicho partido el técnico helvético presentó la innovación táctica de situar un tercer defensa por detrás de los dos habituales, inventando, tal vez, la figura del libero y, en todo caso, creando el primer ‘cerrojazo’ del que el fútbol tiene noticias. Y, a la vista del resultado (cuatro a dos para los suizos), no fue una mala idea, todo lo contrario.

Y más historias de aquellos octavos: allá donde una de las (exóticas) debutantes, las Indias Orientales Neerlandesas, caían de forma contundente ante Hungría (seis a cero), otra, Cuba, lograba el pase a cuartos de final ante Rumanía, tras empatar a tres en el primer encuentro e imponerse por dos a uno en el segundo, ello, incluso teniendo en cuenta que su portero titular, Benito Carvajales, pasaría a la historia por... ¡preferir comentar el partido para la radio cubana que jugarlo!

Y aquél mágico Brasil – Polonia, concluido con victoria de los sudamericanos por seis goles a cinco: de poco serviría el primer repóquer de la historia de los Mundiales anotado por el polaco Robert Wilimovski (que, tras la ocupación alamana de Polonia, se alistaría en las famosas Volksliste Nazi y pasaría a jugar con Alemania). Los brasileños, comandados por ese mítico jugador que fue Leónidas da Silva, fueron capaces de sobreponerse a ello.

Y un punto y aparte para Leónidas da Silvia… posiblemente, el primero de los grandes de Brasil: definición perfecta del jugador de aquel país, creativo, fantasioso, infantil, magnifico improvisador, dicen que inventor de la chilena… y que, en el partido contra Polonia en el Mundial que nos ocupa, anotó uno de sus dos goles descalzo "porque le estaban arreglando las botas". Sería, a la postre, máximo golaedor de aquel Mundial con siete dianas.

Cuando el mundo se enamoro de Leonidas da Silva (Foto: es.fifa.com)
Cuando el mundo se enamoro de Leonidas da Silva (Foto: es.fifa.com)

Y, volviendo a los octavos y sus triunfadores: Suecia, claro, que pasó directamente a cuartos de final por la ‘ausencia’ de su teórico rival, Austria.

Seguía avanzando el Mundial y se seguía poniendo de manifiesto el clima prebélico, el clima dictatorial que asoló a Europa en la década de los 30. Los cuartos de final fueron otra demostración perfecta de ello, con los italianos uniformados de negro, símbolo del nazismo italiano y realizando el saludo fascista en honor a Benito Mussolini. Pese al rechazo y a la hostilidad que provocaron aquellos gestos, Italia se impondría a Francia, haciendo a estos últimos merecedores del dudoso honor de ser el primer país que organizaba un Mundial y no lo ganaba.

Acompañarían a Italia en semifinales Hungría, Suecia (que bajaría de la nube a los cubanos, tras apalizarles por ocho goles a cero) y Brasil, que derrotó a Checoslovaquia en un partido durísimo que, tal y como fuese el Italia – España de 1934, acabó en empate y cuyo desempate debió disputarse sin varios titulares debido a las lesiones.

Las semifinales traerían como novedades una de las primeras demostraciones de soberbia en el mundo del fútbol: Brasil, enfrentándose a Italia, vigente campeona del mundo, reservó a tres de sus principales estrellas, el citado Leónidas, Tim y Brandao. Perdieron, claro; aunque por un ajustado dos a uno.

Y el rival de los italianos en la final fue el excepcional equipo húngaro de aquellos años; mientras que brasileños y suecos debieron conformarse con luchar por la tercera plaza, en encuentro implantando en el Mundial de Italia 1934. E, igual que en 2018, (nótese la ironía), ¡el partido final y el partido por el tercer y cuarto puesto se diputaron el mismo día y a la misma hora! El primero en el Estadio Olímpico des Colombes, en los alrededores de París, y el segundo, en el Parc Lescure de Burdeos.

Un Italia – Hungría de aquellos años es como hablar de un Italia (los transalpinos nunca cambiarán, no es una crítica) – España de esos tiempos: solidez defensiva frente a fantasía, posicionamiento rígido frente a improvisación, presión y marcaje individual frente a toque y combinación… Y el partido resultó entretenidísimo, un homenaje al fútbol, con cada uno explotando sus virtudes y con victoria, como suele pasar tantas veces, para los italianos y nada menos que por cuatro goles a dos. Juego más feo, más rocoso, más… sí, pero esto se trata de ganar...

La Italia de Vittorio Pozzo celebra su segundo triunfo consecutivo en un Mundial (Foto: es.fifa.com)
La Italia de Vittorio Pozzo celebra su segundo triunfo consecutivo en un Mundial (Foto: es.fifa.com)

Y, para terminar, dos curiosidades: la primera, por anacrónica que, otra vez, parezca: el Mundial de Francia 1938 fue el primero en el que los jugadores llevaron número en las camisetas. Y la segunda, Vittorio Pozzo, seleccionador italiano, se convirtió en el primer preparador de la historia en ganar dos Mundiales; récord que, por cierto, permanece vigente hasta ahora.