Avanzaba ya la segunda mitad del siglo XX y, pese a que todavía seguían sufriendo los Mundiales carencias propias de la época, comenzaban estos a parecerse a lo que es hoy en día: numerosos países interesados en participar en la fase final, fases de clasificación cada vez más numerosas, fases finales con una primera fase de grupos y otra de eliminatorias directas, y un Mundial retransmitido por televisión a un número ya considerable de países.

Pero también tuvo sus polémicas y sus anécdotas, claro; empezando por la elección de la sede: la controversia suscitada en 1938, cuando Europa repitió sede, se reproduciría veinte años más tarde porque volvió a romperse aquella norma no escrita de la alternancia entre América y Europa como continentes organizadores y, curiosamente, a favor del mismo.

Fue el segundo Mundial televisado; y el primero retransmitido por televisión a un número significativo de países, sesenta (el primero había sido Suiza 1954 y lo fue a apenas ocho países, todos europeos). Fue el único Mundial de la historia en cuya fase final, y una vez superadas todas sus reticencias, participaron las cuatro selecciones británicas (Inglaterra, Escocia, País de Gales e Irlanda del Norte); con una suerte relativamente dispar pero, sobre todo, muy alejada de lo que cabría esperar hoy en día.

Inglaterra caería en la primera fase, después de tres empates ante Brasil, la debutante Unión Soviética y Austria. Dado que los soviéticos habían logrado los mismo tres puntos y no se llevaba aquello de la diferencia de goles, hubieron de disputar un partido de desempate. En dicho encuentro caerían los ingleses merced a un gol del soviético Anatoli Ilyin, autor, por cierto, del primer gol en la fase final de una Eurocopa.

Irlanda del Norte se clasificaría en un grupo, a priori, muy duro. Una victoria ante Checoslovaquia, una derrota ante Argentina (la única victoria de los sudamericanos, lo que les dejaría últimos de grupo) y un muy meritorio empate ante la Alemania Federal campeona cuatro años antes, hizo que hubiesen de jugarse su plaza en cuartos de final ante Checoslovaquia en un partido de desempate. Nuevamente, se impondrían a los del Este de Europa, aunque hubo que recurrir, incluso, a la prórroga.

(Foto: fifaworld-cup.info)
Foto: fifaworld-cup.info

Escocia, aunque cierto es que con resultados muy ajustados (empató su partido contra Yugoslavia y cayó por apenas un gol de diferencia ante Paraguay y Francia), quedaría en última posición de su grupo. País de Gales se clasificaría también para cuartos en otro partido de desempate (tres en cuatro grupos, algo sorprendente): tres empates ante la anfitriona Suecia, Hungría y México, la hicieron tener que enfrentarse a los húngaros por un billete para cuartos. Donde en el primer partido empatasen a uno, en el desempate se impondrían los británicos por dos tantos a uno, remontando en el segundo tiempo el gol inicial de los magiares.

De los británicos, por tanto, los dos conjuntos supuestamente menos fuertes (al menos, si se compara con la perspectiva de hoy) en los cuartos de final de aquel Mundial. Unos cuartos de final en los que ambos caerían, sí, aunque de forma bien distinta. Allí donde País de Gales cayó ante Brasil con un solitario gol de Pelé (allí empezó a escribirse la leyenda), Irlanda del Norte era dominada por la Francia de Just Fontaine (cuatro tantos a cero).

La anfitriona Suecia y la sorprendente Pais de Gales se clasificarian para cuartos de final en el grupo 3 (Foto: es.fifa.com)
La anfitriona Suecia y la sorprendente Pais de Gales se clasificarian para cuartos de final en el grupo 3 | Foto: es.fifa.com
 

A modo de hilo conductor de la historia de este Mundial, se ha citado ya, al margen del soviético Anatoli Ilyin, a los dos protagonistas máximos del mismo: el francés (nacido en Marrakech, Protectorado francés de Marruecos) Just Fontaine y el brasileño Edison Arantes do Nascimento, Pelé. El primero, se convirtió en el máximo goleador de la historia en un único Mundial, con 13 dianas, tras marcar tres a Paraguay, dos a Yugoslavia y una a Escocia, en la primera fase, doblete a Irlanda del Norte en cuartos de final, un gol más a Brasil en semifinales, pese a la derrota francesa, y un espectacular póker en el partido por el tercer y partido puesto ante Alemania, otro de esos partidos que merece la pena conseguir y ver completos (6-3 para los bleu sería el resultado final).

Un futbolista, Fontaine, con una historia curiosísima… y desgraciada. Un goleador excelso, un delantero demoledor, un futbolista como los de antes (treinta goles en apenas veintiún partidos con Francia), pero que solo disputaría este Mundial de Suecia. El anterior, Suiza 1954 le pillaría con apenas 20 años y al siguiente, Chile 1962, no llegaría. Una desgraciada lesión le hizo retirarse sin haber cumplido los veintinueve años.

Y Pelé… ¿Qué decir de él? Según muchos, el futbolista más grande de la historia. El jugador del Santos se daría a conocer al mundo entero en aquel Mundial de Suecia, donde acudió sin haber cumplido siquiera los dieciocho años. Allí, comenzó a escribir parte importante de su leyenda: jugador más joven de la historia en ganar un Mundial, jugador más joven de la historia en ganar dos Mundiales, único jugador del mundo en ganar tres títulos de la Copa del Mundo…​

Un jovencisimo Pele celebra la victoria en el Mundial con apenas 17 anos (Foto: es.fifa.com)
Un jovencisimo Pele celebra la victoria en el Mundial con apenas 17 anos | Foto: es.fifa.com
 

Marcaría, Pelé, seis goles en aquel Mundial, excelsa carta de presentación al planeta. Y los marcó sin haber cumplido los dieciocho años ni ser titular en los dos primeros partidos del grupo de clasificación. No obstante, tras el empate ante Inglaterra en la segunda jornada, el técnico brasileño, Vicente Feola, decidió darle la alternativa en el último encuentro de la fase de grupos. Aunque no marcó en aquel su primer encuentro en un Mundial, a partir de ahí, comenzó a decidir partidos donde solo lo hacen los grandes de verdad: en los partidos grandes, donde se deciden todo y donde los más débiles se arrugan.

Un gol en cuartos (el definitivo uno a cero frente a la sorprendente País de Gales), un espectacular triplete (hat-trick, que se diría ahora), en apenas 23 minutos del segundo tiempo, en la no menos espectacular victoria de los brasileños frente a Francia en semifinales, y un doblete en la también apabullante victoria en la final ante la anfitriona Suecia por 5-2. Curiosamente, aunque la creencia popular sea que Pelé y su Brasil alcanzaron la cima en México 1970, y es muy probable que así fuese a nivel de juego y a nivel de equipo, a nivel individual y goleador, la actuación estelar de Pelé, fue en Suecia 1958. De hecho, esos seis goles fueron la mayor anotación del astro brasileño en los cuatro Mundiales que disputó – apenas uno anotaría, tanto en Chile 1962 como en Inglaterra 1966 para resarcirse nuevamente, con cuatro, en el citado México 1970.

Y, como se dice popularmente, el Mundial de 1958 fue aquello que fue pasando entre goles de Fontaine y goles de Pelé. Un Mundial en el que comenzarían a esbozarse los que han venido siendo los dominadores de las Copas del Mundo desde entonces: Brasil, campeona a la postre, y Francia y Alemania, semifinalistas. Empezaban, o continuaban (en el caso de Alemania), a plantar sus reales en este mundo del futbol a nivel de selecciones.

Suecia 1958, primer Mundial de la historia para Brasil (Foto: es.fifa.com)
Suecia 1958, primer Mundial de la historia para Brasil | Foto: es.fifa.com
 

Brasil se convertiría en la primera selección del mundo en ganar un Mundial fuera de su continente y pondría así la primera piedra de su dominio en las Copas del Mundo. Fue ese solo el primero de los cinco (de veinte) que ha ganado a día de hoy. El comienzo de una leyenda…

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