Y resulta ciertamente sorprendente que el mundo futbolístico no lo conociese porque, pese a que es cierto que los dos años anteriores a su llegada a Inglaterra había entrenado en el fútbol japonés, muchísimo más desconocido en el final de los ’90 que hoy en día, anteriormente había entrenado con notable éxito a Nancy y Mónaco en su Francia natal; llevando, incluso, a los del Principado al título de Liga en 1988.

Tras el cese de Bruce Rioch como técnico Gunner, sin apenas comenzar la temporada 1995/96 y tras muchas idas y venidas, Wenger fue oficialmente nominado como técnico del Arsenal el 22 de septiembre de 1996; y entre estas idas venidas, destacan la contrastada, pues el alsaciano debía rescindir definitivamente su contrato con el Nagoya Grampus, y la incontrastable, que el Arsenal tentó a un Johan Cruyff que acababa de dejar las riendas del FC Barcelona.

Llegó Wenger a un Arsenal veteranísimo, en líneas generales, y formado mayoritariamente por jugadores ingleses. Era el Arsenal de los Seaman, Dixon, Winterburn, Keown, Tony Adams, Ian Wright, Bould… todos ellos de nacionalidad inglesa y en, o por encima, de la treintena. Rompían aquella norma el medio derechp Ray Parlour, inglés, pero de apenas 23 años, y un extranjero para apuntar con letras de oro: el holandés Dennis Bergkamp, tras su fracasada aventura italiana en el Inter.

Ian Wright, uno de los
Ian Wright, segundo maximo golasor de la historia 'Gunner' (Foto: arsenal.com)

Comenzó pronto Wenger a dejar claras muestras de su personalidad y a poner en práctica dos líneas de actuación que habrían de acompañarle en todos (o en la mayoría, para ser sinceros) sus años en el Arsenal. La primera, la referida al juego como tal, tratando desde el primer momento de imponer un juego combinativo y ofensivo, bastante alejado del juego de patadón, balón a la olla y segundas jugadas que se llevaba en Inglaterra por aquel entonces. Y, de hecho, se siguió llevando varios años más, hasta la proliferación de numerosos técnicos no ingleses en banquillos de la Premier. Y la segunda, basada en un profundo conocimiento y análisis de los jóvenes talentos de su país, comenzó a incorporar poco a poco al equipo inglés a jugadores franceses con los que, por un lado, rejuvenecer el equipo y, por otro, crear un plantel más a su imagen y semejanza.

De hecho, las dos primeras incorporaciones que hizo dejan bien claras sus intenciones: Patrick Vieira, 20 años, y que llegó al Arsenal, de hecho, antes que su mentor, pues no son pocos los que dicen que Wenger ya ‘manejaba’ el Arsenal mientras rescindía su contrato con el Nagoya Grampus, y un jovencísimo Nicolas Anelka, fichado en enero de 1997 del Paris Saint Germain por apenas medio millón de euros.

Un jovencisimo Nicolas Anelka, capatado por Wenger para el Arsenal (Foto: arsenal.com)
Un jovencisimo Nicolas Anelka, capatado por Wenger para el Arsenal (Foto: arsenal.com)

Y, pese a ser un entrenador experimentado, pero sin trayectoria en el fútbol inglés y, sobre todo, pese a querer cambiar radicalmente la filosofía del equipo y del propio fútbol inglés, los resultados no se hicieron esperar. En su primera campaña, alcanzó el Arsenal la tercera posición y solo se le escapó la clasificación para la Champions (solo se clasificaban dos equipos de la Premier, por aquel entonces) por diferencia de goles con el Newcastle del mítico Alan Shearer.

En la segunda, 1997/98, para sorpresa de (casi) todos y mayor gloria del personaje, primer doblete de los dos que lograría en Inglaterra: Premier y FA Cup. Y daría esto todavía más poder en el Arsenal a Wenger para profundizar en su idea, su filosofía y sus planteamientos. Al margen de seguir reclutando para su equipo jóvenes talentos franceses, también rastreaba Wenger el mercado europeo en busca de jugadores que pudieran cubrir necesidades puntuales en el equipo y, de paso, ir rejuveneciendo el mismo. Llegarían así los Marc Overmars, ‘Manu’ Petit, Giles Grimandi, Sylvinho, Nwankwo Kanu, aunque no europeos, en los dos últimos casos.

Marc Overmars mrco una etapa en la banda izquierda del Arsenal antes de fichar por el Barcelona (Foto: arsenal.com)
Marc Overmars marcó una etapa en la banda izquierda del Arsenal antes de fichar por el Barcelona (Foto: arsenal.com)

Vivió entonces el Arsenal un cierto periodo de transición con escasos resultados en los siguientes años, pero no serían, ni mucho menos, años tirados a la basura. Por un lado, se empezó a vislumbrar otra de las marcas de la casa de Wenger durante la gran mayoría de sus años en el Arsenal: comprar jugadores jóvenes, desconocidos para el gran público, por precios irrisorios y venderlos algunos años más tarde por millonadas; claro ejemplo en esta etapa fue Nicolas Anelka. Tras la citada compra por apenas medio millón de euros, fue vendido, apenas tres años después, al Real Madrid por 35 millones. Y, por el otro, Wenger estaba preparando el futuro, su gran obra, la que tardaría muy poco en llegar.


A continuación el resto de apartados que componen este serial:

Homenaje a Wenger

Homenaje a Wenger: un lustro fastuoso, renovación y títulos

Homenaje a Wenger: un relevo en medio de la sequía

Homenaje a Wenger: un final con más sombras que luces

Homenaje a Wenger: la Premier League, una montaña de arena

Homenaje a Wenger: invencibles, únicos e irrepetibles

Homenaje a Wenger: un imborrable legado copero

Homenaje a Wenger: Europa, su asignatura pendiente

Homenaje a Wenger: lo que pudo ser y no fue en Europa

Homenaje a Wenger: el estilo no se negocia

Homenaje a Wenger: amor y odio con la afición Gunner

Homenaje a Wenger: mucho más que un entrenador