El partido parecía un guión de una película de Spielberg: emoción a raudales, drama y espectáculo. Nada era lo que parecía, Inglaterra domina la primera mitad, pues Croacia asedia en la segunda. Y así todo.

Solidez inglesa en la primera mitad

Corría el minuto cinco y Alli saca una falta a Modric, que se lamenta. Trippier coge el balón con confianza y segundos más tarde levanta a la hinchada inglesa con un tremendo disparo que se cuela por la escuadra. Las cosas empezaban bien para Inglaterra. 

El once inicial que eligió Southgate para la cita fue el mismo once que jugó contra Colombia y contra Suecia. El plan era el mismo que tan buenos resultados les había traído, mantener el bloque en defensa y a base de calidad y libertad organizar el ataque. Inglaterra jugó con un 3-5-2 en ataque, con Trippier y Young muy profundos, llegando y poniendo balones con peligro, y Henderson de ancla sujetando el esquema. En defensa, variaban y pasaban a ser un 5-3-2 muy compacto, con Trippier y Young como laterales y con Lingard, Alli y Henderson muy juntos en el medio, tapando huecos y con constantes ayudas. 

La primera parte fue muy buena de Inglaterra, controlando el partido y defendiendo excepcionalmente los balones laterales y cerrando los huecos por el medio. Modric y Rakitic no se encontraban cómodos, ya que por el centro estaban muy juntos los ingleses y por las bandas no tenían la suficiente profundidad con Vrsaljko y Perisic. Los ingleses se fueron al descanso 1-0 y con la sensación de que Croacia no encontraba la fórmula para hacerles daño.

Southgate no tenía un plan B

En la segunda parte cambiaron las tornas. Strinic y Vrsaljko encontraron más profundidad y empezaron a llegar con más peligro. Rakitic adelantó su posición descolgándose un poco más, quedándose a la altura de Modric. Esto le concedió superioridad en el medio a Croacia, que empezó a mover el balón de lado a lado, con Modric y Rakitic de directores de orquesta. 

Lingard y Alli se veían desbordados y no llegaban a las coberturas, el perfil ofensivo de ambos futbolistas empezaba a entrever las carencias defensivas de ambos. Y así llegó el gol del empate Croata, pasado el minuto 65, Vrsaljko puso un gran centro lateral al segundo palo. Perisic se adelantó a Walker, y remató a puerta sorprendiendo a Pickford y poniendo el empate en el marcador. 

Los últimos 20 minutos de la segunda mitad fueron un monólogo croata. Inglaterra cambió cromos, Sterling por Rashford, pero con el mismo plan: mandar balones a la espalda de la defensa a la velocidad del punta que acompañaba a Kane. Tácticamente, se echó en falta algún movimiento que cambiara el ritmo del partido, pero Southgate aguantó con el plan A y acabó el partido con 1-1 y prórroga. 

Más ganas que fuerzas

Southgate realizó otros dos cambios de cromos en la primera parte de la prórroga: Young por Rose y Henderson por Dier. Distintas caras, más frescura, pero mismo plan y mismo esquema. Southgate seguía confiando en el plan A, aunque Croacia achuchaba. 

Ambos equipos llegaban con las fuerzas muy justas, el cansancio pasaba factura a Maguire, que estiraba cuando el balón no pasaba por su lado. La primera parte acabó igual que empezó: ambos equipos estaban a 15 minutos de jugar una final de un Mundial. 

La segunda parte de la prórroga denotaba que ambos equipos estaban más preocupados por no cometer errores que por generar ocasiones. Hasta que Mandzukic hizo lo que mejor se le da: ser el más listo de la clase. De un saque de banda que peina Perisic por delante de Stones, Mandzukic se adelantó a Walker y adelantó a los suyos a diez minutos del final.

Southgate cambió a Walker por Vardy para meter dinamita arriba y en el minuto 117 el cuerpo de Trippier dijo basta y tuvo que abandonar el campo, como una metáfora de lo que iba a suceder. El partido acabó 2-1 y Croacia pasó a la final, y final amargo para una Inglaterra que volvía a casa, pero con la cabeza alta por haber estado a las puertas de una final de la Copa del Mundo.