Croacia ha disputado la primera final mundialista de su historia. Aunque el subcampeonato parece ser algo pequeño, haber conseguido la medalla frente a una enorme selección francesa es algo meritorio después de todo el esfuerzo físico impuesto a partir de la fase de grupos.

Dalic fue inteligente a lo largo del Mundial Rusia 2018. Supo asociar la velocidad con el gran juego colectivo del medio y exigió un resto físico que nunca estuvo ausente en sus jugadores. Pelear cada balón, llegar al área como depredadores hambrientos y presionar intensamente la salida del rival: tres medidas que se vieron reflejadas en cada uno de los encuentros.

Previo a la desnaturalización del partido

Croacia fue fiel a un esquema con grandes resultados: el 4-5-1. La defensa se mantuvo intocable. Dos laterales de llegada como Vrsaljko y Strinic acompañados por Vida y Lovren, una dupla con enorme juego aéreo y buena contextura para defender. Adelante de ellos, el doble cinco conformado por Rakitic y Brozovic, y Modric en el rol de enganche para conectar con el único delantero: Mandzukic. Por último, dos de los futbolistas más determinantes además del capitán: Perisic y Rebic. Ambos mediocampistas de banda cumplieron un papel fundamental en el desborde y la llegada al área.

Croacia defendió con dos líneas casi impenetrables en el inicio de la final.

Antes que se rompa el encuentro, el juego de Croacia se basó en los pelotazos de Rakitic y Modric hacia los laterales y el centro delantero. Siempre que éste último la capturó, tanto Perisic como Rebic se acomodaban adelante para recibir y encarar. Como Francia no presionó, los croatas tuvieron tiempo para pensar el destino de cada balón largo. El gol de la igualdad llegó de esa manera; el esférico fue impulsado desde el fondo y Mandzukic la bajó para que Perisic definiera de gran manera

A la hora de defender, Rakitic ocupó la misma línea que Modric y los mediocampistas de afuera para formar el primer frente defensivo con solo el delantero por encima. Vida y Lovren cubrieron muy bien a sus compañeros del lateral cada vez que avanzaban metros en el terreno de juego. Claro está que Strinic tuvo la labor más complicada al mantener aislado a Mbappé, la principal arma francesa.

Hambre y garra: dos cualidades innegables de los croatas.

El tercer gol de Pogba hizo que el partido se desnaturalizara, pero el combinado croata no cambió los papeles y siguió con su idea de juego. Perisic y Rebic intercambiaban las bandas y marcaban diagonales para intentar recibir y rematar. La defensa de Francia se mantuvo pasiva por momentos permitiendo a Croacia cumplir con la estrategia asignada. Sin embargo, una que tuvo Mbappé y la mandó al fondo de la red defendida por Subasic.

La derrota de Croacia no ha sido por errores notorios ni mal juego colectivo. Cuando el rival tiene jugadores de una calidad magistral poco se puede hacer para frenarlos. El combinado de Dalic demostró cuanta calidad poseen sus futbolistas. El hambre y la garra que impusieron en cada partido, en todos los alargues, fueron las características para que hoy sean premiados con la medalla de plata y etiquetados como el campeón moral del Mundial Rusia 2018.