El encuentro comenzó con un ritmo de juego bastante lento, fruto de la circulación de balón del cuadro cherrie que era de lo más cansina, a causa de lo monótona que era por la ausencia de espacios en un Cardiff muy bien organizado defensivamente con las líneas de presión juntas, que desde el primer minuto tenía una idea clara de juego para afrontar el encuentro, y esta consistía en mantenerse replegado en campo propio, achicar el mayor número de espacios que fuese posible manteniendo al ariete Reid descolgado en la zona de ataque, para desplegarse de inmediato al contraataque, cuando el rival cometiese un error. Con todo esto, el partido fue un monólogo de posesiones largas sin ninguna ocasión en los primeros minutos, y con un recién ascendido bastante tímido a la hora de hacerse notar en la contienda.

Dominio absoluto de los locales que fueron de menos a más

Después de los primeros minutos, se empezó a estirar algo más sobre el campo, y a mantener algo más el esférico, y el conjunto de Eddie Howe, que empezó a insistir más en atacar por las bandas, aumentó la velocidad en sus ofensivas, y por esa vía logró inaugurar el marcador, por medio de Fraser, que remató a placer en el corazón del área, un centro de Wilson desde el costado diestro.

Fotografía Bournemouth
Fotografía Bournemouth

Tras el tanto, el cuadro rojinegro vio la luz, empezó a llegar con mucha más frecuencia y a generar verdadero peligro en cada ataque, teniendo a su merced al conjunto galés durante varios minutos, durante los cuales pudo ampliar su ventaja en el marcador con varios goles. Después de ese tramo de mayor brillantez de los locales, el recién ascendido logró reponerse, teniendo más balón, y a pesar de que no conseguía crear peligro, y, ni siquiera, acercarse al área contraria, estaba convirtiendo el encuentro en un precioso corre-calles, permitiéndole a su contrincante explotar su mayor arma: el contraataque.

Los últimos minutos del primer acto mantuvieron el mismo ritmo elevado de intensidad del resto del encuentro. Callum Wilson tuvo la oportunidad de ampliar la ventaja en el marcador para su equipo después de que el árbitro señalase un penalti dudoso, aunque Etheridge le negó el 2-0. En los últimos minutos se rebajó ligeramente esa cadencia vibrante de juego, que había imperado durante toda la primera parte, debido a los constantes parones que se estaban produciendo. Aunque no por ello dejaron de producirse ocasiones de gol, mayormente del lado local, a pesar de que los visitantes estaban empezando a mostrarse.

Resurrección momentánea del Cardiff sin peligro

El segundo tiempo comenzó con un ritmo notablemente más bajo de intensidad, y con el mismo dominador que en el primer acto, el Bournemouth, que en este tramo del partido estaba ejerciendo un mayor control del juego, y estaba atacando de una forma más posicional, ante un Cardiff verdaderamente pasivo, que parecía conformarse con ir perdiendo por la mínima, y que reducía sus riesgos saliendo a la contra al mínimo, sin ser consciente del peligro que podría crear, y que de hecho creaba, las pocas veces en las que salía al ataque, elaborando bien la jugada. Con el paso de los minutos, el equipo de Neil Warnock fue desmelenándose, y el encuentro volvió a ser bastante eléctrico, con el Bournemouth saliendo a la contra con mucha regularidad, y creando un peligro constante. 

Fotografía: Bournemouth
Fotografía: Bournemouth

Cuando el enfrentamiento llegó al ecuador de la segunda parte, era el equipo visitante el que llevaba la batuta del encuentro, y el que tenía el balón y buscaba la portería contraria, con más corazón que cabeza, ante un rival, que estaba empezando a partirse en dos, al empezar a notar el cansancio físico, que no le estaba permitiendo salir al contragolpe con el mismo brío, que durante la primera hora de juego. El dominio del conjunto galés era cada vez más evidente, aunque no estaba consiguiendo crear peligro sobre la meta de Begovic más allá de los de saques de esquina.

En los últimos minutos del encuentro, el conjunto cherrie consiguió calmar la contienda, y de paso coger oxígeno, a base de una serie de llegadas, en especial por la banda de Bennett, con las que estaba generando ocasiones para sentenciar el partido, y estaba cortando la dinámica de dominio de su oponente, que en ningún momento volvió a ser la misma. Sobre todo, cuando Wilson sentenció el partido, tras marcar con un disparo raso de pierna derecha desde el interior del área, que sentenció el partido.