Tumba. Una palabra que a muchos les puede causar escalofríos. Siempre relacionada con lo sobrenatural. Pero Tumba también es un lugar. Siglos atrás, en Macedonia, se habían erigido túmulos no muy lejos del Mar Egeo. En nuestros días, esos restos arqueológicos son frecuentemente visitados por los miles de turistas que cada año viajan a Salónica. Y aunque han pasado muchos años, el distrito de esta ciudad griega no ha cambiado de nombre. Tumba. Es allí donde se erigió el Toumba Stadium, para muchos el lugar más parecido al infierno que recrea Dante.

En ese ambiente se jugarán la Champions dos históricos del fútbol europeo. PAOK y Benfica miden fuerzas en el último envite de los play-off. Tras el 1-1 de la ida, el equipo que salga vencedor logrará ese ansiado pasaporte a la fase de grupos de la máxima competición europea a nivel de clubes. Un premio a la ilusión y a la constancia de los griegos, pero toda una obligación para el cuadro portugués.

Dispositivo especial para un partido de alto riesgo

Pero aunque el fútbol es el que tiene que cobrar importancia, todos los focos están puestos en el ambiente que se va a respirar durante los 90 minutos. El partido ha sido declarado de alto riesgo por el comité de seguridad de la UEFA y se prevé un amplio dispositivo policial para evitar incidentes. La afición helena y más concretamente la del PAOK es más que conocida por introducir bengalas y otros objetos incendiarios que dan lugar a estampas verdaderamente escalofriantes en los instantes previos al pitido inicial.

Los ultras del PAOK, uno de los grupos más peligrosos de Europa | Fotografía: Nicolas Economou // Getty Images

En Salónica, este choque está considerado como el partido del año. No es de extrañar. El PAOK tiene la oportunidad de meterse en Champions por primera vez en toda su historia. Hasta la fecha se había tenido que conformar con la Europa League tras caer una y otra vez en las rondas previas. Pero este año hay una especial ilusión en Tumba. Para llegar hasta aquí, los griegos han tenido que superar dos rondas previas donde no eran los favoritos y donde han realizado un auténtico ejercicio de supervivencia. Primero con el Basilea y más tarde frente al Spartak de Moscú, el equipo blanquinegro ha logrado sobreponerse y mantener sus opciones intactas.

En ese clima de ilusión desbordante, el Benfica llega con la presión del favorito. Para el conjunto encarnado, meterse en Champions no es una opción, no es un premio. Es un mandato, una orden, una obligación. El equipo más laureado del fútbol portugués no puede permitirse caer en play-off y tener que contentarse con la Europa League. Los motivos deportivos se cruzan además con los económicos, con esa gran dosis de euros que da la UEFA a los equipos que se clasifican para su competición fetiche.

Son muchas las dudas con las que llega el Benfica a tierras griegas. En el partido de ida, el equipo luso fue en líneas generales muy superior al PAOK. Exceptuando los primeros quince minutos de choque, las águilas dispusieron de varias ocasiones claras para poner una diferencia de más de un gol en el marcador. Sin embargo, el cuadro lisboeta sólo pudo batir a Alexandros Paschalakis desde el punto de penalti. Pizzi, que había desperdiciado dos oportunidades manifiestas para anotar, no falló la pena máxima y los encarnados se fueron con la victoria parcial al descanso.

Pizzi adelantó al Benfica en el partido de ida | Fotografía: Pedro Flúza // Getty Images

Al asedio benfiquista le siguieron unos 45 minutos de relativa tranquilidad. Parecía que la derrota por un gol no era un mal resultado para los de Salónica, mientras que los portugueses no querían asumir riesgos innecesarios. Ambos se conformaban con el 1-0 hasta que ocurrió lo impensable en el Estádio da Luz. Aunque el Benfica estaba mostrando su favoritismo, las fuerzas siempre se igualan a balón parado. Y fue ahí, en el rechace de un libre directo, cuando el egipcio Amr Warda decidió dar emoción con el 1-1.

Anotar, más que una obligación para el Benfica

Este empate en la ida obliga al Benfica a anotar al menos un gol para meterse en la fase de grupos de la Champions. La gran baza que tiene el PAOK es que el 0-0 les vale para hacer historia. Un resultado que ya supieron defender en la ronda anterior contra el Spartak de Moscú. Los griegos habían vencido 3-2 en Salónica y aguantaron el asedio ruso en la vuelta y empataron sin goles.

Situación comprometida en la que marcar es una obligación. Una situación que el Benfica vivió sin ir más lejos el pasado fin de semana. Los encarnados recibieron en el Estádio da Luz a su rival acérrimo, a sus grandes enemigos en la capital. El derbi de Lisboa es uno de los más seguidos en Europa y el partido contra el Sporting de Portugal no dejó indiferente a nadie.

Pese a que el Benfica hizo un ejercicio de superioridad y sólo el portero sportinguista Romain Salin evitó una goleada, los verdiblancos se encontraron con un penalti grotesco y con un Luís Nani decisivo. En la tercera etapa del hijo pródigo en el José Alvalade, el extremo portugués asumió la responsabilidad desde los once metros y silenció el Estádio da Luz a la hora de partido.

Tras el 0-1, los encarnados necesitaban al menos un gol para no caer contra un rival directo en la lucha por el título. Fue en los últimos diez minutos cuando apareció una de las grandes esperanzas de futuro del fútbol luso. João Félix cabeceó en el segundo palo un gran centro de Rafa Silva por la derecha y puso el empate definitivo. Contra las cuerdas y cuando ya todo parecía perdido, el Benfica resucitó casi sobre la bocina para impedir la victoria del eterno rival en su propio feudo.

Resumen SL Benfica 1-1 Sporting de Portugal

Por su parte, el Toumba Stadium presenció el pasado fin de semana el pistoletazo de salida de la Hellas Liga. El PAOK se estrenaba contra el Asteras Tripolis y logró una victoria por la mínima (1-0). Aleksandar Prijovic fue el autor del único tanto del partido. Mucho ojo con este delantero serbio, autor de tres goles en las rondas previas de la Champions. Sin duda, la gran referencia ofensiva de los helenos.

Sólo puede quedar uno. PAOK o Benfica. Los portugueses superiores en calidad de plantilla. Los griegos con la ligera ventaja de la ida y sobre todo con el factor campo a su favor. Tumba será testigo del infierno en la Tierra. El premio, tocar el cielo que supone meterse en la Champions League.