Tres a uno terminó el partido en el Volkswagen Arena de Wolfsburgo en donde el Bayern Múnich se jugaba muchísimo más que los tres puntos. Dos partidos sin marcar y cuatro sin conseguir una victoria ya demostraba que había una crisis en el gigante bávaro. El examen de hoy fue ante un Wolfsburgo que venía haciendo las cosas bien, pero que nunca pudo acomodarse en el partido y que terminó como un equipo más que enfrenta al Bayern y no le hace mucho daño.

Ambos conjuntos planearon un 4-3-3 en principio para el inicio del partido. Bruno Labbadia quiso aguantar al Bayern y contragolpear en la medida de lo posible, tal y como lo hacen la mayoría de equipos que enfrentan al equipo de Múnich, pero Kovac tenía otro plan. El croata cambió su trivote del medio y puso a un volante cinco de esos de antaño que se clava entre los dos centrales, esa fue la labor principal de Javi Martínez a lo largo del partido y que resultó muy bien.

Aún así, los espacios eran pocos y se notaban ciertos nervios en el equipo hoy visitante debido a la estadística que los perseguía. Thiago dio un recital de manejo de balón y equilibrio en el campo y junto al colombiano James Rodríguez empezaron a mover la pelota de lado a lado para abrir a la defensa local. En el minuto 30, Robert Lewandowski vacunó a su presa favorita y el plan de juego cambio. Muchos más espacios libres, muchos más errores del Wolfsburgo y mucha más calma en los jugadores de Kovac que lograron evitar el récord negativo de tres partidos consecutivos sin marcar.

¿El Wolfsburgo lo intentó? Claro que sí. ¿Tuvo éxito como otros equipos frente al Bayern? Como otros no, pero supo aprovechar las pocas jugadas que tuvo. Fue muy difícil debido al gran partido de Martínez en el medio del campo. Para el segundo tiempo, un gol de camerino tras un error grosero de William cerró el partido hasta ese momento. Fue solo hasta la expulsión de Robben por doble amarilla que el técnico Labaddia decidió reaccionar y arriesgar mandando dos cambios ofensivos y dejando más vulnerable a la parte defensiva.

Cómo el fútbol es agradecido con aquellos que arriesgan, llegó el descuento para los locales con una buena diagonal de Mehmedi que después asiste a Weghorst que solo la tuvo que empujar. Parecía que todo se le venía encima al equipo de Kovac, pero un Lewandowski trabajador ayudó a generar muchas opciones de gol sacando al equipo desde mitad de cancha y llegando a definir. Fue él quien luchó un balón, faltando 20 minutos contra tres jugadores locales que sirvió para abrirle un espacio a James y este resolvió muy bien, anulando así cualquier tipo de respuesta que el Wolfsburgo pudo pensar.

Lo bueno fue que el Bayern ganó y ganó bien. Parece que los problemas internos que hay en el equipo los están dejando en un segundo plano y quieren sacar adelante la temporada. Es un gran respiro para Kovac porque sus jugadores le respondieron bien en el campo. Además debe haber una mención especial para el portero belga del Wolfsburgo, Koen Casteels quien fue responsable de que el partido no terminara en goleada con seis atajadas muy buenas.

Lo malo es la expulsión infantil y un poco dudosa de Arjen Robben. El holandés hizo un buen partido, como de costumbre, pero su pésima simulación justo antes de terminar el primer tiempo le costó su primera amarilla y pudo haberla evitado fácilmente. Después una falta innecesaria y que no merecía amonestación, lo sacó del partido por decisión del juez al mostrarle la segunda tarjeta.

Por suerte no hay nada feo que rescatar de este partido. Hubo buen fútbol, hubo goles, hubo emociones y hubo riesgos que son valorados en el fútbol moderno, por lo menos por este humilde servidor. Bruno Labaddia apostó por ser más ofensivo y parecía que le daba resultado, hasta que esos cambios le pasaron factura y no pudo encontrarle solución a un equipo que con 10 se supo cerrar bien y salir rápidamente en la contra. Por fin un día de calma para Kovac y sus muchachos y ahora deben preparar la noche de Champions que les espera.