El fundamentalismo de Conte ha logrado del Inter un equipo sólido y ordenado que le ha permitido competir palmo a palmo con Juventus en la lucha por el Scudetto hasta la fecha, pero, el mismo fundamentalismo del italiano, no ha sido capaz de encontrar soluciones a varios de los problemas del equipo Neroazurro: poco desborde y profundidad en los carriles, escasas variantes, desorden en las transiciones tras pérdida y no poder sostener la exigencia física del 3-5-2.

No es coincidencia que el Inter haya empatado cuatro de los últimos seis partidos por Serie A (dos igualdades de seguido), ya se va alejando aquel inicio devorador de septiembre, octubre y noviembre que hacía temblar a más de uno por Turín. La buena noticia es que, pese al notorio desinfle, Inter sigue estando a la vanguardia y quedan los enfrentamientos directos.

Un desarrollo igualado

Lecce, consciente de sus limitaciones, sabiéndose inferior en calidad individual y, sobre todo, en funcionamiento colectivo con balón, no tenía de otra que conceder la iniciativa, explotando las limitaciones del Inter y apostar directamente a las transiciones defensa-ataque para hacer daño. Fue así como se sostuvo a lo largo y ancho del trámite.

Inter, deslucido, con más apuro que ideas y con más necesidades que certezas; fue ganando terreno hasta encerrar al rival contra su arco. Posicionalmente fue un monólogo, pero uno con frases trilladas y repetidas que no emocionaban; al fin y al cabo, no tener más de una forma de ganar, termina convirtiéndote en alguien previsible y carente de sorpresas.

El primer tiempo se esfumó lento, entre el agobio de la visita y el soporte de local, la guerra táctica inclinaba la balanza para el campo de Lecce; ahí se libraron la mayoría de los intentos, los más claros en la zurda de Lukaku tras combinación con Lautaro, un remate que parecía colarse en el palo lejano; el otro en la derecha de Brozovic – la piedra angular del medio del Inter – justamente tras previa pared con el belga, el travesaño fue caprichoso y le dijo que no al croata.

Lecce también supo inquietar y de qué forma, con una contra fenomenal en el inicio que dejó sin aire a la defensa Neroazurra y que no terminó con una buena finalización. Las cartas estaban echadas, la suerte aún por verse.

Complemento azaroso

Si el plan inicial era cerrarse y ocupar espacios, con el correr de los minutos acercándose al ocaso, el Lecce decidió definitivamente aferrarse al 0-0. Inter tenía un semblante cansino, reflejado sobre el verde en cada pase cantado, los automatismos no salían y la dupla Lautaro-Lukaku quedó ahogada entre zagueros. Sensi y Barella no pesaron como en otras tardes – siguen buscando sus mejores versiones después de las lesiones – y Candreva junto a Biraghi no otorgaron soluciones en las bandes; de hecho, fueron limitaciones.

A todo esto, el reloj corría, y cómo no, el tiempo no suele ser aliado del que está apurado; mientras menos arena contiene la capsula superior del contador, la ansiedad aumenta proporcionalmente a la necesidad de encontrar la solución. En este caso, todas las cámaras, miradas y expectativas apuntaban a Conte; que no se inmutó, y siguió con su plan, “mi fundamentalismo no muere a media temporada” capaz y se le cruzó por la cabeza, una filosofía recontra conocida, que es digna de admirar, pero también tiene sus desventajas.

La “Suerte”, o sus convicciones, o simplemente el fútbol; le sonrío al italiano, que en su afán por mantener su estructura – 3-5-2 – dio entrada a Bastoni por Godín. El fundamentalismo en su máxima expresión solo tardó tres minutos en darle el gol al Inter, un centro preciso de Biraghi para el anticipo del joven central italiano abría el marcador y daba el liderato provisionalmente al conjunto milanés. Lo paradójico del fútbol.

Bastoni anticipando y marcando el 1-0 provisional / Foto: Sitio web oficial Inter de Milán
Bastoni anticipando y marcando el 1-0 provisional / Foto: Sitio web oficial Inter de Milán

Pero un gol no puede cambiar la ineludible realidad, y esa era que al Inter le costó montones abrir el marcador, conseguir ventajas en los costados, alimentar a sus delanteros y abrir espacios vía carriles interiores; el 1-0 no era injusto, pero se consiguió por una vía inesperada. Y por ello, el balde de agua fría de Mancosu sobre los 77´, no fue más que una dosis de sinceridad para Conte, la dirigencia Neroazurra y los mismos jugadores. El 1-1 que los puede poner a cuatro puntos de la Juve y terceros en Serie A, despertando los fantasmas de años oscuros, llegó contra un equipo que lucha por la salvación y que acumulaba cuatro derrotas al hilo.

La situación se puso peor, Brozovic se resintió de un dolor y a Conte no le quedó de otra que poner a Borja Valero; aprovechando esto, también envió al campo a Alexis por un poco gravitante Sensi, moviendo algo el medio y el ataque, pero sin consecuencias en el trámite y mucho menos en el marcador.

La buena noticia para Conte y los suyos, es que este golpe al mentón llega a mitad de combate, como previo aviso a un posible KO. Un, “No te descuides, que la lucha no es contra novatos”. El DT italiano es el que más debe saber sobre los problemas de su equipo, quedará en él encontrar las respuestas a las preguntas. Por eso el Inter ha salido al mercado, nombres van y nombres vienen, pero lo que es notorio e irrefutable; es que a los milaneses le están faltando varias cosas para sacarle el Scudetto a la Juve: recambio, plan b y, sobre todo, terminar de creerse el relato.