El fundamentalismo de Conte está en constante tela de juicio, para bien y para mal. El DT italiano ve el fútbol a su manera y de algo no se le puede criticar: sus ideales siempre están intactos.

Dicho esto, Inter ha tenido varios períodos de dinámica impositiva. Dónde malos resultados y mal juego se conjugaron hasta incluso dejarlos en peligro de perder la zona de escolta a manos de Lazio. Pero, el panorama cambió; y el Inter sueña más que nunca con un asalto histórico a la hegemonía bianconera.


Poesía Rossoneri en viejas glorias


El Milan de Pioli se impuso en el desarrollo mediante el protagonismo. Como todo un grande. Manejó el balón, dominó el territorio y creó una gran cantidad de ocasiones que desnudaron las falencias de un Inter apático, nervioso y, sobre todo, superado.

Suena molesto el término «viejas glorias» para referirnos a figuras que la rompieron, pero siguen vigentes. Es inmerecido, por eso hay que decirlo: «de viejo», Zlatan solo tiene la edad, porque el fútbol está intacto. Y se muestra en acciones puntuales: la volea mientras se manoteaba con Godín, la pared con Rebić dejando parada a toda la línea de tres, la asistencia que hizo dudar a un Padelli sin rodaje y el gol con todo el olfato de un goleador nato. Sí, el Milan volvía a dominar un derbi por la pegada de una vieja gloria empecinada en callar bocas. El DNI nada tiene que ver con el talento.

Zlata is back / Foto: Twitter oficial AC Milan
Zlata is back / Foto: Twitter oficial AC Milan


Pioli dominó a Conte


El primer lapso se puede entender partiendo de que Inter salió dominado desde antes de iniciar el cotejo. Esto es cierto, los jugadores interistas fallaron, pero, mucho tuvo que ver el planteamiento de Pioli.

Kessié adelantó su posición –le dejó la base a Bennacer– y Hakan junto a Rebić –en constante permuta– movieron todo el lado derecho defensivo del Inter. Ni Candreva, ni Vecino, ni Godín sabían a quién defender o cuando apretar, por eso replegaron en exceso. Theo arremetía desde atrás, Rebić y Hakan se movían –uno fijaba y otro estaba por el medio– y Zlatan detectaba la duda por esa zona; es por ello que el partido se jugó por el lado de la derecha del Inter.

  • Un punto clave fue el pressing alto del Milan. Zlatan, Rebic y Castillejo iban sobre los centrales; mientras que, Hakan, se encargaba de ir a por Brozovic entorpeciendo la labor de la piedra angular del Inter en faceta de distribución y salida.


La superioridad numérica por derecha, y también de calidad, era notoria. Todo se sumó a la exasperación de no poder controlar el trámite y la incapacidad de poder ensuciar el juego Rossoneri que rozó la brillantez. Solo le faltó contundencia. De Vrij, Godín y Skriniar sostuvieron con despejes in extremis constantes, el palo le dijo que no a Hakan y la definición de los milaneses no estuvo exacta.

De hecho, la apertura nace de un error, el de Padelli (que reemplazó a Handanović por lesión). Zlatan surcó los cielos en un brinco, Godín quedó una cabeza abajo en zona de gigantes, el sueco bajó el balón buscándolo a un Rebić perfectamente ubicado para definir; pero la velocidad de la pelota no era rápida e iba por el área chica, ahí se suponía que Padelli intervenía, pero no, sus dedos apenas rozaron un esférico que fue empujado con suavidad por el croata. El ex Frankfurt empieza a ser importante para el Milan, el ser protagonista le sienta de maravilla.

Ante Rebic ingresando al área del Inter / Foto: Twitter oficial AC Milan
Ante Rebic ingresando al área del Inter / Foto: Twitter oficial AC Milan



Y el segundo también nace de otro error, en este caso, uno psicólogo distractorio, porque era Zlatan quién -minutos después de la apertura- apareció sin marca en el área chica previo al centro desde la esquina y al desvío en Kessié. Libre, sin marca y con el balón a merced de su frente; fue así como el Milan plasmó en el marcador su superioridad sobre el verde. ¿El problema? Que quedaban 45' y un entre tiempo de por medio. Demasiado para un deporte tan bipolar y fragmentado como el fútbol.


Conte despertó a un equipo dormido


Más allá del abismo táctico entre uno y otro, la pasividad del Inter fue inconcebible. Una dinámica que no era en absoluto la de un equipo que se juega el campeonato y que tenía que aprovechar el pinchazo del líder.

Es por ello que, más allá del cambio de posicionamiento y de estructura que existió en el Neroazzurro, lo que haya dicho Conte en el vestuario influyó de forma directa en la actitud con la que el Inter salió a buscar el partido. Una charla que se impregnó en un colectivo que le faltaba creerse el relato un poco más.



No cambió nombres, sí formas


Mantuvo a los once, algo que pocos técnicos hubieran hecho probablemente. Pero Conte es eso: fundamentalismo e ideales claros. Le ordenó a Vecino que se descuelgue y acompañara más a Alexis –que fue uno de los pocos que entendió su rol los noventa minutos– y a Lukaku. A Barella lo dejó junto a Brozović para que sostuvieran al equipo (2v2 en el medio. Kessié/Bennacer en el Milan, Brozović/Barella en el Inter).

Candreva y Young también ganaron altura y se proyectaron con mucha más contundencia y sentido. A partir de ahí, con esa simple fórmula, Inter retruqueó el primer planteo de Pioli; y con la soberbia volea de Brozović, empezó a creerse el relato.

Momento antes del excelso golpeo del capitán del Inter / Foto: Twitter oficial Inter de milán
Momento antes del excelso golpeo del capitán del Inter / Foto: Twitter oficial Inter de milán


Conexión sudamericana para equiparar


Fue un desmarque en ruptura de Alexis, un pase rompedor de Godín y una llegada desde segunda línea de Vecino los que permitieron al Inter empatar el cotejo. Fue el golpe de gracia, que no debe ser confundido con el de KO. Este fue el gancho que puso a tambalear a toda la estructura del Milan, que resultó ser frágil como una torre naipes, lo del primer tiempo fue una simple imagen de apariencias.

La clave la tenía un “Vecino”


El uruguayo autor del gol –Vecino– tiene un caso similar al de Arturo Vidal en el Barça: es víctima de los prejuicios. El del chileno en un entorno más complicado y cerrado, indudablemente.

El uruguayo es ese jugador que aporta recorrido y energía en cada una de sus intervenciones, no es tan técnico ni estético, pero sí vital. No por nada siempre ha levantado la mano en los momentos más importantes del último lustro interista: el gol ante Lazio en el Olímpico, la remontada ante Tottenham en el retorno a Champions y en cada Derbi de Milán aportando aistencias o goles al marcador. En este último no solo aportando el gol, sino otorgando sentido a la altura que ganó todo el Inter. El Neroazzurro ciertamente se posicionó mejor, dominó más y supo avasallar; pero todo esto consiguió sentido en las envestidas de Vecino desde segunda línea. Ahí y así iba el uruguayo: atacando en ruptura espacios, a la zona débil, como tiburón que detecta sangre y fragilidad.

Vecino dedica el gol del empate / Foto: Twitter oficial Inter de Milán
Vecino dedica el gol del empate / Foto: Twitter oficial Inter de Milán


Tercer gol. El arma de la pelota parada siempre es trascendental. Filosa como una navaja y muy infravalorada. El cabezazo del holandés De Vrij –uno de los mejores zagueros del mundo en la actualidad– encontró los últimos dos cruces para descifrar el laberinto. El Inter vio luz y la explosión de la grada interista lo reflejó. Pero volvemos atrás, ¿Cómo llegó ese córner para el gol? Y aparece el nombre clave: Matías Vecino. Atacando el área, recibiendo un envío de Brozovic y dejando a Lukaku de cara a puerta; no terminó en gol, pero ese fue el código que desactivó todo el planteo Pioli.

Stefan De Vrij, uno de los mejores centrales de la actualidad / Foto: Twitter oficial Inter de Milán
Stefan De Vrij, uno de los mejores centrales de la actualidad / Foto: Twitter oficial Inter de Milán



Gestión de campo impecable


Salió Alexis, que sigue dejando actuaciones importantes y va recuperando sensaciones, y en su lugar entró Eriksen para defenderse con balón. Aquí Conte rompió su 3-5-2 pero con todo el sentido del mundo. Eriksen fue una bocanada de aire fresco a todo el éxtasis general, porque juega andando, tiene el mapa del campo en su cabeza y decide en base a ello. Entonces, jugar de espaldas, en zona de mediapunta, no es un problema para él y es una gran solución para el Inter.

El mismo Eriksen a punto estuvo de apagar todo, con un teledirigido arruinado por el sonido metálico del palo. Era una obra de arte para firmar la remontada ya pintada, pero centímetros lo negaron. Los mismos escasos centímetros que le dijeron que no a Zlatan minutos más tarde.

Pioli no tuvo reacción. Quizá los gritos encarecidos de Conte a metros de distancia lo privaron. Cuando ya estaba cuesta arriba el trámite, intentó cambiar: Leão ingresó por Castillejo – que no pesó como debería – Paquetá y Bonaventura hicieron lo propio por Kessié y Rebić respectivamente; todo en un lapso de cuatro minutos.

Conte no se inmutó, olió cansancio en Candreva y lo puso a Moses, que le resultaría minutos más tarde. Pero antes a sufrir: Leão se internó por derecha, Paquetá hizo de Vecino descolgándose al espacio, recibió y centró al segundo palo; donde, como siempre, estaba Zlatan atento y dispuesto. El sueco volvió a alzarse por los cielos como si tuviera veinte y tantos, cabeceó sobre Skriniar y el palo le negó su portada en la tapa de los diarios del mundo.

No importaba y no era culpa de Zlatan, el destino ya había decidido la portada y el final de este partido, al final todo va dirigido en una dirección.

Fue Vecino –por enésima vez– llegando y atacando espacios quién se fue a perder tiempo al córner, pero Moses, fresco y con órdenes de llegar a fondo, le ofreció ayuda por línea final. El balón y las miradas fueron hacia él, sobre todo la mirada del belga Lukaku en el segundo palo, allá fue la caprichosa, para el sujeto que tenía las portadas destinadas; no tuvo que ni saltar, solo direccionar un balón de parábola suave y perfecta hacia el fondo del arco. Como si fuera tan fácil.

Las celebraciones también son arte. Muchas son icónicas, pues la retina capta y los pensamientos guardan para no dejarlas ir nunca más. Rompiendo con ese dicho cliché: «Si quieres algo, déjalo ir». El 4-2, la grada explotando, el Inter remontando. El belga entendió que no era un gol más y debía inmortalizarlo, tomó el banderín del otro córner y lo alzó en alto junto a su remera. Una imagen poderosa, representando todo el significado etimológico de la palabra. Segundo Derbi de Milán, segundo gol. El nuevo dueño de Milán es el ex United y no tuvo problema en dejarlo claro.



Inter fue, en el segundo tiempo, el gran equipo que muchos esperaban. No fue una exhibición de fútbol, esa la dio el Milan en la primera mitad. Fue una remontada gracias al corazón y la fe, la imposición de creerse la historia, de tener sentido de trascendencia y de que cuando el sueño se siente factible; puede lograr noches como la del Derby Della Madonnina.