De Simon Mignolet a Allison Becker, de Martin Skrtel a Virgil Van Dijk, de Adam Lallana a Naby Keïta, de Sturridge a Roberto Firmino y por supuesto… de Brendan Rodgers a Jürgen Klopp. El crecimiento del Liverpool no ha sido casual y mucho menos de la noche a la mañana. Este equipo, para llegar a lo que es hoy -un gigante del fútbol mundial- ha tenido que navegar por océanos de sinsabores durante todos estos años que ha durado su reconstrucción. Desde Rafa Benítez no se veía un combinado tan demoledor como el actual a excepción de 2014, donde estuvo a nada de alzarse con la Premier que sí ganó el Manchester City. Al Atlético de Madrid, a su mal estado anímico y físico, se le suma un hueso duro de roer.

Roy Hodgson y Kenny Dalglish fueron entrenadores que no supieron o no pudieron sacarle todo el jugo a una plantilla que ni mucho menos era inepta, pues estando Luis Suárez, Sterling o Steven Gerrard es muy complicado tildar con tal calificativo a ese Liverpool. Un equipo scouse que no tuvo precisamente un camino de rosas aun con el advenimiento de Klopp. La campaña inicial del germano al frente del banquillo ‘Red’ no fue para el recuerdo no solo por su octavo puesto liguero, sino también por la final de la UEFA Europa League que pierde ante el Sevilla en Basilea, lo cual le terminó de privar de ir a Europa. Eso pudo ser la tumba del natural de Stuttgart, pero en la planta noble de Anfiled se optó por reconstruir al Liverpool desde abajo, para ingresar en Champions.

Un tridente letal muy bien escudado

Y así fue. A los Coutinho, Firmino y compañía se sumaron Sadio Mané y Wijnaldum, que a la postre terminarían siendo hombres claves en la actualidad. El Liverpool confirmó su regreso al estrellato futbolístico cuando, en la temporada que vino Salah para terminar de edificar el tridente que hoy aterroriza Inglaterra, vapuleó a todo el que se interpuso en su camino y se introdujo en la final de Champions que también perdió ante el Madrid en Kiev. Para la 2018-19, se mezcló cantera con chequera. Van Dijk, Fabinho, Keïta y Arnold. Todos ellos, conocidos en el vasto continente europeo, conquistaron la sexta Champions del Liverpool en su historia en Madrid tras vencer al Tottenham por 2-0. La bestia tenía una espinita clavada, ganar una Premier League tras más de dos décadas. Dicho y hecho. A este ritmo y a esta fecha, el Liverpool se puede convertir en campeón de Inglaterra en marzo batiendo récords, como el ser el primer conjunto ya clasificado para la fase de grupos de la próxima edición del máximo torneo continental.

Jürgen Klopp ha insuflado verticalidad, juego de toque, robustez defensiva y mucho gol. ¿Pero cómo ha evolucionado de la manera en que lo ha hecho? Innovando, adoptando e incorporando nuevos automatismos. Al Liverpool, en esta última década, le ha pasado mucha factura la defensa, pues siempre ha dispuesto de un buen ataque. El entrenador alemán ha dado un vuelco a la situación; ha combinado por completo su zaga con la faceta más defensiva de su medio del campo, lo cual ha posibilitado el control de muchos registros y la ha hecho casi impenetrable. La defensa del Liverpool va más allá de los dos laterales y los dos centrales, es como un pulpo cuyos tentáculos se extienden hasta el centro. Y es que a Van Djik y Joe Gomez se han adherido en tareas de contención chicos como Fabinho o Wijnaldum, son prácticamente cuatro centrales que además de defender, mueven el esférico como los ángeles. Los números hablan por sí solos, ya que el Liverpool está invicto en liga con veinticinco victorias y un empate, sobrehumano.

Un equipo revolucionario por sus laterales

Ello se ha conseguido porque es un equipo en el que atacan y defienden prácticamente todos. Empezando por los puñales de las bandas Andrew Robertson y Trent-Arnold, ambas piezas fundamentales en dos de las especialidades de esta escuadra, los contrataques y el balón parado. Los del Cholo, si mantienen la cara que han venido mostrando en defensa, lo pueden pasar muy mal si Lodi y Arias no se aplican para frenar a estas máquinas. Los centrales aportan centímetros al balón parado, una preocupación más para Felipe y Giménez en defensa o Morata cuando se trate de una jugada de ataque para los madrileños. El medio del campo tiene un gran abanico de posibilidades, ya que figuran en la palestra cuatro nombres de enjundia que Klopp puede alternar a su antojo, como son Henderson, Fabinho, Keïta o Wijnaldum. Todos ellos, aparentemente de corte defensivo, concatenan tareas en defensa con labores atacantes al ser los ejes de las contras, ya que por sus pies suele pasar el cuero que luego conducen Salah o Mané. Del tridente casi que no se puede decir nada, porque es el culmen del juego, el encargado de finalizar todo y de aupar al Liverpool a lo más alto. Lo que se destaca es la polivalencia de un Firmino que, si bien te hace goles a pares, también profesa ayuda en la salida de balón bajando a recibir, reteniéndolo con su primoroso físico y abriendo a banda.

¿Dónde puede hacer tener posibilidades el Atlético? En el círculo central. Si es capaz de imponerse a los tres centrocampistas de Anfield Road, por ahí puede haber un halo de esperanza. Thomas ahí será capital para bregar hasta la extenuación y Koke -o Llorente- para aportar calidad entre tanta contundencia inglesa. Si eso fructifica, el pasillo por los carriles que puede tener el conjunto colchonero puede ser curioso, pues Saul y Correa, mientras Vitolo y Morata se “pelean” con Virgil y Joe, tendrían una relativa vía libre. Por otro lado, la defensa no puede dudar en un momento porque el rival no lo hará, el mínimo error será aprovechado por los tres de arriba de Klopp.