30 años son demasiados para la hinchada de una institución histórica como es la del Liverpool, aupada por dieciocho Ligas y seis Copas de Europa que relucen en las vitrinas del glorioso Anfield. El último título liguero fue celebrado en la temporada 89-90, cuando el campeonato no había recibido aún la actual denominación de Premier League. Sin duda, estamos ante una extraña e inusual situación, pues el club de la ciudad de los Beatles siempre ha poseído un aura especial, remarcada quizá por su “You´ll never walk alone” o por figuras legendarias como Bill Shankly o Bob Paisley, artífices del despegue definitivo de un equipo que en 1959 disputaba la Segunda División Inglesa y que 25 años después ya tenía cuatro Copas de Europa.

El club vive una especie de maldición que le ha perseguido durante tres décadas. La maldición se convirtió en obsesión, y la obsesión en una eterna pesadilla que ha quitado el sueño a los reds durante décadas. En los últimos años, el equipo ha rozado el título hasta en dos ocasiones, en la temporada 2013-2014 con Brendan Rogers en el banquillo, y la temporada pasada, cuando el equipo de Klopp se quedó a un solo punto del Manchester City, que se alzó como campeón. En definitiva, el Liverpool no ha logrado llevarse la competición desde que el león es la imagen corporativa.

FOTO: Premier League
FOTO: Premier League

Esa sequía ha desposeído al conjunto inglés de su estela de rey nacional. Sin embargo, con Jürgen Klopp desde la banda, el equipo ha sufrido una metamorfosis que le ha permitido volver a ser temido en las islas. Los reds lograron la Champions la pasada campaña, y tras el subcampeonato, esta temporada sí que se antojaba como la definitiva, pero el actual parón del planeta puede dificultar esa vuelta. Ante la incertidumbre que nos rodea, vamos a recordar al último Liverpool campeón de Liga, el de la temporada 1989-1990.

Campeón made in England

Aquel plantel estaba liderado por una figura del club como Kenny Dalglish con una doble función tan inusual como la de jugador-entrenador. El núcleo duro de la plantilla se esparcía a lo largo y ancho de las Islas. Desde galeses como Rush, a irlandeses como Lawrenson y Whelan, escoceses como Souness, Hansen, Nicol, Gillespie y Dalglish e ingleses como Barnes, Neal, o Clemeence. Aunque, por encima de todos, se regía una idea futbolística basada en la posesión, el apoyo constante y el juego combinativo que permitía premiar a un colectivo liderado por el esfuerzo, la entrega o la solidaridad por delante de las individualidades.

Aún perduraba en la retina la dramática derrota del equipo frente al Arsenal de George Graham la pasada campaña en la última jornada. El destino quiso que se cruzaran los dos aspirantes al título en Anfield. El Liverpool partía como favorito, ya que un empate o incluso una derrota por un gol de diferencia le era suficiente para salir victorioso, pero los gunners se impusieron en Anfiled por 0-2. Además, John Aldridge, delantero irlandés, se marchó a la Real Sociedad tras perder la titularidad en detrimento de la dupla Beardsley – Rush.

La escuadra comandada por Dalglish dominó todos los registros, alzándose como máximo goleador y menos goleado, aunque se encontró con la oposición mayoritaria del Aston Villa y del Tottenham Hotspur, aunque no fueron suficientes para que el equipo levantara su decimoctava liga.

El colectivo como fundamento

La plantilla puesta en manos de Dalglish poseía numerosas alternativas que le permitieron disponer de un denso fondo de armario, a pesar de que siempre prevalecía la figura de once futbolistas por encima del resto.

En la portería era indiscutible la presencia del excéntrico Grobbelaar, el veterano zimbabuense que ya fue clave en la Copa de Europa de 1984. El portero red destacaba por su tremenda agilidad y reflejos bajo palos, así como por su modernidad al dominar el juego de pies.

En el centro de la zaga comandaban las operaciones defensivas dos baluartes como Alan Hansen y Glenn Hysen, junto a un Gary Gillespie que aguardaba su oportunidad desde el banquillo. El escocés Hansen actuaba como primer capitán, y es considerado como uno de los mejores centrales de la historia del club por su recorrido, elegancia y seguridad, mientras que el sueco Hysen llegó procedente esa temporada de la Fiorentina. Rápidamente se hizo con un hueco en el once dada su contundencia, eficacia en el juego aéreo y salida de balón.

En el lateral derecho se imponía el escocés Steve Nicol, aunque su versatilidad le permitía ocupar también el puesto de central y de centrocampista. Como lateral destacaba su constante ida y vuelta sostenida por su incesante velocidad. Su recambio era Abblet. En el flanco izquierdo se turnaban los irlandeses David Burrows y Staunton, ambos con largo recorrido y llegada al área rival.

En el medio campo lideraba Steve McMahon, el cerebro de los de Merseyside que destacaba por su técnica y sacrificio. Sin duda, uno de los grandes centrocampistas de la época. Junto a él, se impuso el trabajo irlandés de Ronnie Whelan, un versátil centrocampista contundente en labores defensivas, así como hábil con el manejo del balón. Junto a ellos, aunque escorado a la banda derecha se encontraba el que era considerado como el pulmón de aquel once, Ray Houghton. Sin embargo, el futbolista se vio mermado por las lesiones, por lo que se turnó con Barry Venison.

John Barnes / FOTO: Liverpool FC
John Barnes / FOTO: Liverpool FC

Por su parte, la pólvora se hallaba en la delantera, donde sobresalían las tres figuras ofensivas del equipo. John Barnes era el desequilibrio, la técnica y el poderío físico a la vez, en definitiva, era la estrella de este plantel. Sus dotes le permitían llegar al área desde la izquierda con enorme facilidad gracias al olfato goleador que atesoraba. 22 goles anotó el considerado como uno de los grandes extremos de la historia de Gran Bretaña.

Detrás del punta, se hallaba el habilidoso y oportunista Peter Beardsley. El inglés se apuntó 10 tantos esa campaña, a pesar de desenvolverse como mediapunta. Como referencia ofensiva encontramos al icónico artillero Ian Rush. El galés poseía un instinto pocas veces visto en Anfield, sumado a su depurada técnica y excelso juego aéreo que le permitieron sumar 18 goles. Finalmente, el delantero se convirtió en el máximo goleador de la historia del club tras pasar 15 años como red.

Ian Rush frente al Everton / FOTO: Premier League
Ian Rush frente al Everton / FOTO: Premier League

Estos futbolistas fueron la seña de identidad de un Liverpool combinativo, generoso y dinámico que no encontró rival en ningún rincón de las Islas.

La travesía hacia el título

El equipo debutó con victoria ante el recién ascendido Manchester City en Anfield. En la quinta jornada llegó la mayor goleada lograda por la institución en toda su historia, con un imponente 9-0 frente al Crystal Palace, otro recién ascendido. Además, anotaron ocho futbolistas distintos, un hecho atónito en el fútbol inglés. Unas jornadas más tarde desembarcó el derbi de Merseyside frente al Everton en Goodison Park, donde Ian Rush con un doblete sentenció a los toffees. Sin embargo, se vivieron momentos complicados en Liverpool tras cosechar tres derrotas en cuatro jornadas. El escaso bagaje y una dolorosa derrota frente al Southampton por 4-1 avivaron las dudas, que se disiparon tras el paso al frente que dieron Ian Rush y John Barnes para retomar la senda del triunfo frente a equipos como el Arsenal o el Millwall.

Los Reds visitaron Sheffield tras la tragedia que golpeó a la ciudad siete meses atrás en la semifinal de la FA CUP en el encuentro entre Liverpool y Nottingham Forrest. Aquel día fallecieron 96 hinchas visitantes aplastados por las vallas del estadio tras una avalancha. Durante el encuentro, el conjunto de Dalglish se vio superado y cayó derrotado por 0-2, lo que significó un punto de inflexión. Tras trece partidos sin conocer la derrota, con grandes triunfos ante Chelsea, Manchester United o Everton, el equipo alzó su máximo nivel en una segunda vuelta donde solo dio su brazo a torcer ante el Tottenham.

Plantilla del Liverpool 1989-1990 / FOTO: Liverpool
Plantilla del Liverpool 1989-1990 / FOTO: Liverpool

Finalmente, levantaron al cielo de Anfield su decimoctava Liga tras la victoria ante el Quenns Park Rangers a dos jornadas de la conclusión del campeonato. Con el pitido final, la hinchada estalló de júbilo, aunque quizá lo hubiera celebrado mucho más de saber la sequía a la que estarían condenados durante tantos años.

Los números reflejaron la superioridad mostrada sobre el verde. 23 victorias, 9 empates, 5 derrotas, con 78 goles a favor, 37 contra y una suma total de 79 puntos, 9 más que su inmediato perseguidor, el Aston Villa. Aquella Liga supuso la décima para el club en los últimos quince años, lo que lo alzaba como autentico rey británico. La entidad ha continuado llenando las vitrinas con nuevos títulos, pero con el transcurso de los años creció un sentimiento de ahogo y de obsesión con la Premier League. Quizá estemos ante el momento más próximo a la conclusión de esa maldición, aunque solo el tiempo responderá este interrogante.