Ambos conjuntos llegaban al encuentro jugándose la vida por Europa. Los red devils dependían de sí mismos, ya que cualquier victoria o empate los metería en Champions, mientras que los foxes tendrían que ganar para no depender de lo que suceda en Stamford Brigde, donde el Chelsea tendría que perder para que el empate en el King Power Stadium valiera un puesto en la Liga de Campeones. Ante la finalísima en la que se encontraban tanto Brendan Rogers como Ole Gunnar Solskjær, ambos técnicos salieron con prácticamente todo. En el Manchester United no hubo sorpresas en los once futbolistas que salieron de inicio, siguiendo la dinámica de los últimos encuentros con De Gea, Wan-Bissaka, Maguire, Lindelof, Williams, Matić, Pogba, Bruno Fernandes, Greenwood, Rashford y Martial. Por su parte, el entrenador escocés optaba por el habitual 3-5-2 con Schemeichel, Justin, Morgan, Evans, Albrighton, Thomas, Choudhury, Ndidi, Tielemans, Inheanacho y Vardy. Lastrado por las bajas de Soyuncu, Pereira, Fuchs, Chilwell, Amartey o Maddison, el equipo se vio obligado a optar por Justin de central y Albrighton de carrilero.

Con miedo en el cuerpo

Con esta complicada premisa para los foxes, aupada por la incertidumbre de la unificación de la jornada liguera, el partido arrancaba con un Manchester United dispuesto a dominar el cuero y a aprovechar su flanco izquierdo de ataque para hacer daño a un Leicester mermado en ese espacio. La unión de talentos de los diablos rojos permitió que los primeros acercamientos al área de Schemeichel se materializaran por esa zona. Sin embargo, el exceso de timidez de los hombres de Solskjær despertó a sus rivales, que dieron un paso al frente tras un disparo de Ndidi por encima del larguero. El equipo se rearmó con el balón y se afanó en la presión, lo que les permitió crecer en el partido con el transcurso de los minutos.

A pesar de la mejoría local, De Gea no se sintió intimidado hasta que Tielemans probó con un disparo raso que lamió el palo del guardameta español. Más allá de algún contragolpe sin finalizar, el Leicester no logró generar peligro. Por su parte, el Manchester United, tras unos minutos en los que perdieron el control, se impusieron de nuevo gracias a una mayor participación de Bruno Fernandes y Pogba en el medio. De ellos salió la ocasión más clara para los reds devils, con un golazo del portugués que fue anulado por fuera de juego. Con el equipo más cómodo en campo contrario, las ocasiones llegaron, pero tanto Schemeichel como su zaga se encargaron de que ambos conjuntos marcharan a vestuarios con el 0-0 inicial. Ninguno mostró seguridad a la hora de ir a por el partido, y el miedo a perder pesó más que el hambre de victoria.

La segunda mitad se reanudó con los dos equipos conociendo lo que estaba sucediendo en Stamford Bridge. El Chelsea vencía al Wolves 2-0, por lo que desde Leicester solo podían pensar en la victoria, mientras que al United le valía con el empate. La situación de los foxes provocó que salieran al campo con una mayor predisposición a buscar la portería de David De Gea. En torno al minuto 60 del encuentro Vardy mandó a la cruceta un cabezazo envenenado. Sin embargo, Choudhury minutos más tarde cometió un fragante error en la salida de balón, recuperó el United y Martial, que se disponía a encarar la portería rival, fue arrasado por Evans y Morgan. El VAR ratificó la decisión del colegiado y el penalti caería en los pies de Bruno Fernandes, que colocó el 1-0 en el electrónico.

Penalti cometido sobre Martial / FOTO: Premier League
Penalti cometido sobre Martial / FOTO: Premier League

Sin peligro y sin fortuna

Jarro de agua fría para el Leicester, que tenía muy cuesta arriba la clasificación a Liga de Campeones a falta de 20 minutos para la conclusión. Para intentar la épica Brendan Rogers dio entrada a Ayoze, Praet, Barnes y Gray en detrimento de Iheanacho, Tielemans, Choudhury y Albrighton. No tardaron en dar respuesta y fue Barnes quien pudo empatar con un flojo disparo que detuvo bien de De Gea. Volcados en ataque y con una presión asfixiante, el Leicester pisaba área con mayor asiduidad, aunque sin suerte alguna. Lingard y McTominay entraron al campo en el Manchester United para tratar de manejar un encuentro que les fue de las manos tras el penalti convertido por Bruno Fernandes.

El descuento se vivió en campo red, con un Leicester que no dejó de intentarlo hasta el pitido final de Atkinson. La impotencia de los locales se evidenció en la durísima entrada de Evans a McTominay, que le costó la tarjeta roja al central inglés. El encuentro concluyó con el gol de Jesse Lingard en el minuto 97, que le arrebató el balón a Schemeichel en su área y remató a portería vacía.

El Manchester United vuelve a disputar la Champions tras finalizar esta inusual temporada terceros en la tabla, y la ilusión de un nuevo proyecto ganador afianza el camino de los red devils, que acompañarán a Liverpool, Manchester City y Chelsea como representantes británicos en la competición. El Leicester finaliza el campeonato como quinto clasificado, lo que le permitirá disputar la Europa League. Además, Jamie Vardy termina como bota de oro de la Premier.