El Cholismo nació en este escenario hace casi 9 años. Quién diría al Cholo que un día sería local en el estadio que consagró su doctrina. Un viaje en el tiempo y en el contexto donde solo perduran él y su capitán, donde el misticismo llamaba a una valentía que nunca llegó. Salió montando un 5-4-1 donde Correa y Lemar serían llamados a armas para tirar de pundonor en mandatos defensivos. Hasta 6 formaban en el monopolio británico. 

FOTO: La pizarra del míster
FOTO: La pizarra del míster

Enfrente un equipo montado en un ascensor, en ocasiones ralentizado, pero sin saber aún cómo parar desde que el ingeniero alemán llegó al Bridge. Un once recitado de memoria para su primera gran cita como Blue. 

Mandó el Cholo

Al minuto, la aparente permisividad arbitral europea se quedó en casa con una tarjeta amarilla a Mount que le impedirá ser de la partida en la vuelta. Empezaban cuesta arriba los londinenses, que no sabían el embrollo que el Atlético les tenía preparado. A pesar de que el vínculo con la posesión se haya visto reforzado tras el reciente cambio de rumbo, el Cholo lo llevó a límites extenuantes. Repliegue rígido para aplanar la profundidad. Ayudas fragantes a las coberturas de los carrileros con el señalamiento individual de Werner (Marcos Llorente) y Mount (Hermoso). De sus lanzadores (Hudson-Odoi y Marcos Alonso) se hicieron cargo Lemar y Correa.

Kovacic intentó progresar sin acierto / FOTO: Chelsea FC
Kovacic intentó progresar sin acierto / FOTO: Chelsea FC

Bajo tal predisposición, el Atlético fue quien más peligro creó. A pesar de vivir a 50 metros de Mendy y de caer a un 34% de posesión, Suárez arañó con dos presiones la debilidad azul. Le fallaron las piernas primero a Lemar para alcanzar su centro al segundo palo; luego sería él mismo a quien se le engatillaría la diestra. Los rojiblancos decidían cuándo intensificar la presión para proyectarse hacia delante, atemorizando a un Chelsea que caía con pavor en sus propios errores en salida.

Huérfanos en bandas, sin Kovacic ni Mount conectando ni conduciendo, los Blues se movían en una frontera plagada de minas. Cualquier pisada era paliada por un adversario cubierto por el fuego amigo. Solo Werner encontró medio metro para armar su zurda hacia un buen colocado Oblak. Ahí acabó el artificio. El balón quedaría esterilizado, bajo el conformismo de un Atlético que se marchaba a vestuarios con su 0-0 soñado.

Werner encontró cierta luz entre la fortaleza atlética / FOTO: Chelsea FC
Werner no pudo encontrar luz / FOTO: Chelsea FC

Y se impuso Giroud

La segunda mitad abrió con los coletazos de la personalidad de Mount. Salió del recoveco buscando esos lares donde se convierte en protagonista, pero el Atleti le negaba cualquier conexión lo suficientemente dañina. Los minutos se sucedían, los goles se olvidaban entre la densidad que proponía el Atlético, pero apareció Giroud. Con su portentuoso 1,93, el gigante galo utilizó el único desbarajuste defensivo local para inventarse una chilena colosal. Llegó la pelota con veneno hacia el área, donde la disputa entre Mount y los tacos de Hermoso validaron una acción que partía en fuera de juego. El VAR corroboró los milímetros que hicieron posible tal fantasía. 

La chilena / FOTO: Chelsea FC
La chilena / FOTO: Chelsea FC

El enésimo gol del futbolista más infravalorado de la década cuya galería guarda obras dibujadas con el estilo de Van Basten a Dennis Bergkamp. El libreto de Simeone no concebía belleza en lo vulgar, ni un fútbol que rompiese su fortaleza. De hecho, hubo más cambios que fútbol en una segunda parte donde el Chelsea tiró de armario para terminar vestido con las mejores galas. Reece James, Kanté, Ziyech, Pulisic y Havertz salieron cuando el Atlético se vio obligado a dejar espacios por el camino. Lodi, Torreira, Dembelé y Vitolo pasaron sin pena ni gloria como fórmula de desesperación, pero el Chelsea ya se había sublevado con el suficiente rigor como para no caer en tímidos acercamientos más producto del protocolo que de la fe.

Cayó el Atlético en Bucarest sin sacar los proyectiles, guardando toneladas de pólvora para una vuelta donde espera pertrechar la capital británica y su correspondiente feudo. Joao Félix, Lemar o Correa fueron arrastrados a la oscuridad del área y a su fría lejanía. La valentía que prometía Rumanía y el misticismo del primer recuerdo dorado fueron apartados al mero recuerdo. Entró en juego la cabeza, prescindiendo de un coraje y corazón que deberá prevalecer como nunca el 17 de marzo para no decir adiós al torneo de las estrellas.

Mount, baja capital para la vuelta / FOTO: Chelsea FC
Mount, baja capital para la vuelta / FOTO: Chelsea FC

Los Blues se esmeraron en no errar, en esperar y en acertar. No sucumbieron a la tortura cholística a pesar de haber sido desprovistos de la identidad que los mueve. La vuelta será bienvenida bajo la sonrisa del resultado, en casa, pero sin dos arterias principales, Mount y Jorginho. Tocará sudar en Stamford.