Todo gran cazador anhela ostentar en su museo particular un catálogo de pieles, con el fin de rememorar las hazañas que marcaron cada conquista. Las visualiza con cierta satisfacción, por su singularidad, belleza y dificultad, pero su categoría lo alienta a proseguir con la caza, a calzarse las botas, agarrar el rifle y adentrarse en la jauría de la selva para añadir una víctima más a su vitrina. El Manchester City añadió el pelaje de un Wolves cuya resistencia pudo cerrar el capítulo de los récords, pero que terminó cayendo frente a la poderosa balística azulada.

Juguetear sin condenar

Guardiola cambió el once y el esquema, como el cazador que sale cada mañana con una indumentaria diferente. Adaptándose a la víctima, a la lavadora y al mero gusto personal. Igual que lo hace Pep. Hasta seis futbolistas distintos que en la victoria contra el West Ham, y con carrileros. Lo que para otros es una osadía, él lo transforma en la más absoluta ordinariez. 

FOTO: La Pizarra del Míster
FOTO: La Pizarra del Míster

Cancelo dejó el manto de "falso" centrocampista para volver a encarnar las funciones del más estricto lateral zurdo. Rodri contaría con más vuelo, mientras que Sterling y Gabriel Jesús fijarían a los centrales. Nuno sacrificó a su referencia ofensiva, sabiendo de la nulidad de la misma en este contexto, para añadir un hombre más a la retaguardia. Arriba dejaría fijado a Adama Traoré, un futbolista de dimensiones halterofílicas, capaz de detener las balas con el espeso aceite que bañan sus bíceps, pero que quedaría ensimismado en las monopolísticas posesiones del City.

El cazador salió impetuoso hacia su presa, ahogándola en su terreno, estrujando sus vías de escape e impidiéndole salir del coto que le había diseñado. La presión de los de Manchester fue tan apoteósica como perseverante, robando el balón cerca del área en busca de alimento. Rodri inventaría el 1-0 con un envío largo hacia Mahrez que descompondría la espalda de la zaga. Fruto de esa ruptura, el argelino tiraría el cebo al área, donde picaría Dendoncker introduciéndola dentro de su propia portería. Primer disparo al lobo.

La acción del 1-0 / FOTO: Premier League
La acción del 1-0 / FOTO: Premier League

El City se regozaría en su dominio, mareando a un Wolves cuya desesperación crecía a la vez que De Bruyne proyectaba señuelos hacia el área. Laporte marcaría en fuera de juego lo que hubiese sido el fin de la noche. Bernardo Silva, fruto del enésimo robo de Gabriel Jesús en salida, pudo finiquitar la caza si hubiese perfeccionado su mira. 

No hay quien pare a este ciclón / FOTO: Manchester City
No hay quien pare a este ciclón / FOTO: Manchester City

Vende cara su piel

Con cierto resquemor por el error, los Citizens abrillantaron culata y cañón, pero chocaron con Rui Patricio cada vez que abrían el cartucho. Disparos cruzados, lejanos, al ángulo o alto eran enmendados por el guardameta portugués. Con la herida abierta, Nuno tiró de fe para salir del cerco. Sacó a Fabio Silva por Jonny, postulando un 5-2-3 con el que morder la salida. Las líneas se elevaron al compás de la presión, obteniendo recuperaciones que dieron lugar a la mordida. El lobo, sino es sacrificado, caza. La primera falta botada en campo contrario, el primer balón dentro del área, el primer toque, significaría el empate. Cody se coló entre los centrales para rematar con soberana convicción el centro de Joao Moutinho.

Cody celebrando el 1-1 / FOTO: Premier League
Cody celebrando el 1-1 / FOTO: Premier League

La presa pasaría a ser cazador, y el cazador pasaría a ser presa. Los lobos salieron en manada hacia la portería de Ederson, sabedores del nerviosismo que transmitían los que ostentaban la escopeta. Contragolpes amenazantes desarbolaban a un equipo cuya rigidez había sido incapaz de ser pertrechada en este 2021. Sin embargo, es el borde del precipicio quien despierta el instinto de supervivencia. Y ahí se sacudió el City. Gabriel comandaría los primeros intentos, adentrándose como furtivo en un área poblada de obstáculos en forma de Wanderers. Rui Patricio le negaría, un soplo de aire lo haría con Sterling, cuando soltó el taco para embellecer la jugada, y cuando lanzó, prismático en mano, una rosca que besaría el palo.

La cacería

Los de Manchester administraron una velocidad vertiginosa a su circulación, enclaustrando de nuevo a un lobo que se autocomplacía en una resistencia que le llevó a entregar su piel. El tesón llevó a Gabriel Jesús a remachar un balón muerto que había propiciado Walker tras un desmarque sideral lanzado por Mahrez. A diez minutos del final, el Wolverhampton era un objeto más de la colección. Gündogan entraría por Bernardo Silva para multiplicar el artificio.

Gabriel Jesús se reencontró con el gol en forma de doblete / FOTO: Manchester City
Gabriel Jesús se reencontró con el gol en forma de doblete / FOTO: Manchester City

El tercero llegó en esa parcela donde el cazador se relame en su propia perfección, en un robo en el pico del área donde Otasowie pagó la juventud de sus carnes. Rodri le rebañó el cuero para que Mahrez ejecutase el disparo con su característico contoneo. Solo había que esperar a que terminase cayendo, pero la voracidad que mueve a este equipo trasciende la moralidad. Con el descuento goteando, Rui Patricio dejó otra intervención para la fotografía cuyo rechace fue aprovechado por Gabriel Jesús para cerrar la caza con el cuarto colectivo y segundo personal.

Mahrez colocando el 3-1 / FOTO: Premier League
Mahrez colocando el 3-1 / FOTO: Premier League

Se marchó de casa el City como se presagiaba, con la vigésimo primera piel consecutiva en mano, ya limpiada para ser colocada sobre su galería privada. Será recordada con el sudor que le generó la oposición del Wolves, que hizo temblar por momentos a un equipo que encadena 28 partidos sin conocer la derrota, igualando su propio récord fijado en la campaña 2017-2018, y 19 encuentros consecutivos donde ha olvidado lo que es mirar el marcador y verse en desventaja. Otra equidad, esta vez con el mítico Arsenal de Wenger de la 98-99. Un cazador cuyos hitos colorean un camino ya pisado, pero jamás con esta rimbombancia y excelencia. Un derbi se avecina, con el rifle aguardando la caza del más preciado de los rivales, el eterno rival.