La histórica rivalidad entre Inglaterra y Alemania ponía el extra picante a unos octavos de final marcados por la caída de una de las aspirantes a llevarse la EURO. Los teutones tenían una trayectoria brillante en su duelo particular contra los ingleses, pero la firmeza de los Three Lions motivó que Inglaterra escribiese con la pluma de la victoria la última página de este enfrentamiento. Southgate volvió al esquema con el que recuperó la competitividad del país, el 3-5-2 donde el talento queda aparcado. Frente a las críticas y frente a los escépticos, su selección sigue avanzando, sin conceder y sin brillar, pero al final, en el deporte en el que siempre ganaban los alemanes, empiezan a ganar los ingleses. Alemania cierra una etapa gloriosa de 17 años con Joaquim Löw, pero con el agridulce sabor final del desgaste de la relación.

La pizarra de Southgate neutraliza a la de Löw

Inglaterra volvió a sus orígenes para colocar un sistema espejo al que Löw le dio la vuelta desenganchando a Kai Havertz para colocarlo como interior diestro. El movimiento dificultó la salida de balón ya que al no ser una presión a pares obligaba a mandar el balón fuera, donde Inglaterra no tenía respuesta. Con Rice y Phillips cubiertos, el único recurso era el balón largo hasta que Saka y Sterling entraron en contacto. Sus movimientos hacia dentro para servir de apoyo a la salida, atraer y conducir permitieron salir a los suyos del atolladero. 

Havertz fue lo diferente en Alemania / FOTO: UEFA
Havertz fue lo diferente en Alemania / FOTO: UEFA

Alemania estuvo cómoda abriendo el campo en busca de espacios que Havertz ocupase el juego de presiones y transiciones que proponía. El delantero del Chelsea fue incontenible e indetectable incluso cuando los Three Lions recuperaron las riendas del partido, pero sin un Müller entonado, su impacto quedó en la nada. Southgate se repuso del planteamiento dando poder a Shaw y Trippier, que ayudaban al equipo ganando o perdiendo altura. Walker pasó a recibir en ventaja y Kalvin-Phillips se sumó a la base para que desde su despliegue y los descensos de Saka y Sterling,  Inglaterra saliese y se estirase.

En la solución de Phillips pudo estar la solución germana para atacar su espalda, pero el balón no llegaba a zona, siendo la horizontalidad y la lenta circulación dos de los pecados de la Alemania de Löw. El centrocampista de Leeds United y Rice formaron un entramado que se sincronizaba dependiendo de sus movimientos. Cuando uno saltaba, el otro cerraba.

Shaw disputa un balón con Kimmich / FOTO: UEFA
Shaw disputa un balón con Kimmich / FOTO: UEFA

Los inicios de primer y segundo tiempo fueron para los teutones, primero por su presión y luego por el ajuste de Kimmich, más centrado para intervenir más en la jugada. Sin embargo, el encaje defensivo inglés fue restando peligro. Kroos se diluyó y Havertz quedó huérfano a pesar de la superioridad que generaba cada vez que recibía. El partido se atascó y ahí Souhtgate volvió a llevarse el pulso táctico amparado por el blindaje de Maguire (MVP), Stones, Walker y Pickford infranqueables en la defensa del área y los tres palos.

Sterling se viste (de nuevo) de goleador

El delantero del Manchester City volvió a ser decisivo para Inglaterra por su gol (tercero de la EURO) y sus movimientos. Cuando Alemania tenía más convicción, él y Saka abandonaron su zona para ir a la base a dar continuidad al juego, saltar presiones y trazar diagonales. Aunque el acierto no esté anexionado a su figura, sus constantes intentos son vitales para agitar el juego inglés. Si no pasa por Sterling la jugada no se acelera, porque aunque él la acelere mal, es un "error" que los Three Lions necesitan cometer para crecer. 

Sterling celebra el 1-0 / FOTO: UEFA
Sterling celebra el 1-0 / FOTO: UEFA

La entrada de Grealish le desplazó a la derecha y le dotó de un socio con el que conectar, pero fue su fe la que hizo estallar Wembley. La insistencia para encarar le llevó a reproducir la enésima diagonal con la que descargó el juego al costado de Shaw para aparecer en el punto de penalti como killer y poner el 1-0. De héroe pudo convertirse en villano al ceder un balón atrás que Havertz utilizó para lanzar a Müller a un contragolpe que se topó con el palo y que pudo cambiar la historia.

Atreverse y encarar. El dogma de Raheem Sterling que le ha convertido en una pieza determinante para Inglaterra. El máximo goleador y el principal foco de peligro que solo Southgate concibió.

Müller tuvo en su bota empatar el partido en el 85 / FOTO: UEFA
Müller tuvo en su bota empatar el partido en el 85 / FOTO: UEFA

Grealish despierta al balón

En la segunda parte el partido entró en un valle donde todos cumplían con lo preestablecido por el temor a ser dañados. Se priorizó reducir riesgos y sin que nadie realizase algo distinto, entró Jack Grealish para cambiar el cuento. El del Aston Villa se puso a jugar, dinamizando las posesiones, desenmascarando las flaquezas de Alemania desde el desborde y la ocupación de espacios. Imprimió el juego de vitalidad y alternativas, llenando los ojos de Inglaterra. Participó en el 1-0 poniendo pausa y en el 2-0 dirigiendo el centro a la cabeza de Harry Kane. Estimuló al equipo e hizo al 9 reencontrarse con el gol tras otro gris encuentro anclado entre centrales. Jack volvió a demostrar porqué la Selección le necesita de titular.

Grealish celebrando la clasificación / FOTO: UEFA
Grealish celebrando la clasificación / FOTO: UEFA