La concatenación de talento joven, la maduración del proyecto, el liderazgo de los capitanes, la seguridad en las áreas, el jugar 5 de 6 partidos en Wembley y el 'auxilio' en el penalti manifiestan como Inglaterra navega hacia su primera Eurocopa con todo a favor. El viento, aunque sople en la dirección opuesta, termina girando hacia el rumbo inglés. En esta EURO los 'Three Lions' desconocían lo que se sentía al estar en inferioridad hasta que Damsgaard clavó una estampa que se guardará en la retina de Dinamarca. El dúo Kane-Sterling, el blindaje de Maguire y la disciplina colectiva exponen como su trayectoria, aun manchada por la polémica, responde a la de un equipo dominante que controla lo que sucede en el campo. La 'iglesia' de Southgate se cimenta sobre su defensa, sin importar lo que podría ser y sí lo que ya es, una certeza competitiva que ha reencontrado al país con la victoria. Tras años sumidos en el fracaso, el 'It's coming home' cobra más sentido que nunca.

Dinamarca hasta Kane

Inglaterra empezó atosigando desde la presión y el robo, Dinamarca siguió fiel a su doctrina para desde los golpes, ir creciendo. Igualó la presión hasta equilibrarla, sacó el balón con paciencia hasta dominarlo y movió sus piezas hasta encontrarlas. Cada jugador lleva interiorizados los movimientos del resto para desde las posibilidades que le brinde la jugada, tomar la decisión que signifique encontrar al hombre libre. El juego interior fluye, generando superioridades por dentro para ir por fuera o generando por fuera para potenciar lo que suceda entre líneas.

Hojbjerg orquestó los mejores minutos de Dinamarca / FOTO: UEFA
Hojbjerg orquestó los mejores minutos de Dinamarca / FOTO: UEFA

Los centrales marcaban territorio, Hojbjerg y Delaney gestionaban con y sin balón, Maehle y Larssen daban profundidad, Damsgaard revoloteaba, Braithwaite dinamizaba y Dolberg descargaba. Dinamarca desnudó a Inglaterra en una primera media hora mayúscula que fue pincelada por el 'petardazo' de Damsgaard de falta. Con 21 años, el danés rompió la imbatibilidad inglesa, rompió su techo y dejó un partido (y una EURO) donde supo leer cuándo, dónde y cómo aparecer.

La toma del gol de Damsgaard / FOTO: UEFA
La toma del gol de Damsgaard / FOTO: UEFA

La brújula

Los 'Three Lions' sufrieron la intensidad danesa hasta que Harry Kane dio un paso al frente. El capitán acaparó la iniciativa bajando a construir para dinamizar un juego varado hasta el momento. Surgió entre líneas, descolocó a centrales alejándosedibujó pases y trazó movimientos que abrían a Dinamarca y que invitaban al resto a trazar desmarques. Sterling y Saka leyeron su fútbol para enlazar las rupturas que compusieron el 1-1. En la prórroga, cogió el mando para transformar en segunda instancia el penalti que pone a Inglaterra en la final.

Kane celebra el 2-1 / FOTO: UEFA
Kane celebra el 2-1 / FOTO: UEFA

El impacto de Kane rebajó la efusividad danesa al ir minimizándoles por la superioridad que construyó en medio campo. Su intervención en el circuito de pases dio el control que permitió al equipo crecer en las correcciones de Walker, Maguire y Stones, pasando por el sentido posicional de Rice y Kalvin-Phillips hasta llegar a las conexiones de Mount. 

Harry Kane ha encontrado en el transcurso de la EURO el contexto en el que ser algo más que un 9. En el momento de mayor exigencia y de menos ataduras fue cuando se reencontró consigo mismo, saliendo del área y demostrando lo imparable que puede llegar a ser un huracán desatado.

Kane y Foden estallan tras el 2-1 / FOTO: UEFA
Kane y Foden estallan tras el 2-1 / FOTO: UEFA

La fe de Braithwaite y de Schmeichel

El fulgurante arranque danés se fue diluyendo entre el fútbol de Kane y el orden del bloque inglés. Dinamarca se apagó aun con el ajuste de Hjulmand al 3-5-2 para reconquistar el centro del campo. Sin denegar de estilo, los daneses encontraron alguna gota de gasolina aunque el motor estuviese en la reserva. Braithwaite encontró oxígeno con descargas, apoyos y una movilidad extenuante en el frente. Su fe permitió rascar, en la soledad en la que le dejó Poulsen, un disparo en el 114. El último de Dinamarca había sido en el 57. Los argumentos ofensivos se quedaron cortos para una zaga imponente liderada por Maguire, escoltada por Walker, Stones y Shaw, y amparada por un Pickford que volvió a desprender seguridad. El central del Manchester United fue un cerrojo en su área y un abrasivo peligro en la contraria.

Kasper mantuvo con vida a Dinamarca / FOTO: UEFA
Kasper mantuvo con vida a Dinamarca / FOTO: UEFA

Braithwaite fue uno de los dos bastiones a los que se aferró Dinamarca. El otro fue Kasper Schmeichel, que se disfrazó de su padre para sacar todo balón que estuvo en su mano. 9 paradas, una de ellas el penalti de Kane, definen su exhibición bajo palos. Detuvo la supremacía aérea de Maguire a balón parado y las galopadas de Sterling cuando Dinamarca se ahogaba.

Sterling tumba la puerta

El binomio goleador y productor de Inglaterra desarboló a otra víctima más. El partido de Kane no se entiende sin los desmarques de ruptura de Sterling, ni el partido de Raheem se entiende sin la lectura de Harry. Mount, Saka y Grealish apuntalaron contra Dinamarca la sociedad más feroz de la Eurocopa.

Sterling y Kane, el dúo que mueve a Inglaterra / FOTO: UEFA
Sterling y Kane, el dúo que mueve a Inglaterra / FOTO: UEFA

El 10 empezó lanzando diagonales al área, entrando desde segunda línea con la etiqueta de 'indetectable'. De su insistencia y no presencia nació el 1-1 que Kjaer le arrebató en boca de gol. El del Manchester City volvió a ser el acelerador del ataque inglés, estirando al equipo, entrando entre líneas y dando tanta amplitud como profundidad. Su afán encarador (9/15 regates) le llevó a descubrir el penalti en un ejercicio de desborde que replicó incesantemente hasta con el gigante de Vestergaard. El tirón de Inglaterra a partir del descanso nace de su determinación para salir al contragolpe, dañar y romper a Dinamarca. Sterling fue (otra vez) el motor ofensivo que empujó a los 'Three Lions' a que rompiesen su techo.