No hay meta que se escape del poder del dinero. Todd Boehly tenía un objetivo en mente: reconstruir el Chelsea en el menor tiempo posible, y, con el mayor gasto alrededor del globo mediante, parece que ya lo ha conseguido.

630 millones de euros para 16 futbolistas: Marc Cucurella, Wesley Fofana, Raheem Sterling, Kalidou Koulibaly, Carney Chukwuemeka, Pierre-Emerick Aubameyang, Gabriel Slonina y Denis Zakaria llegaron en verano. Enzo Fernández, Noni Madueke, Malo Gusto, Andrey Santos, David Datro Fofana, João Félix, Mykhaylo Mudryk y Benoît Badiashile durante este mes de invierno.

Prácticamente una plantilla nueva en un lavado de cara que apenas ha durado 7 meses, lo que le ha convertido en líder y protagonista indiscutido de los últimos mercados de fichajes. Sin lugar a duda, se trata de un hecho sin precedentes en el mundo del deporte.

  • El ámbito deportivo, crítico

¿Cuál es la actualidad del Chelsea? Si uno se centra en un plano meramente cortoplacista, la realidad del equipo hoy en día es crítica.

Los de Fulham marchan 10º en la tabla a los mandos de Graham Potter, entrenador que llegó tras la destitución de Tuchel a pocos partidos de iniciar la temporada.

Es decir, el técnico inglés no tuvo tiempo material para preparar un proyecto a su imagen y semejanza, por lo que tuvo que lidiar con una idea a medio hacer, con muchas caras nuevas que no habían llegado a la plantilla por su propia petición y, además, con la inestabilidad que siempre trae un cambio de dueño.

A la mala dinámica que arrastran este año y a una dispendiosa, pero mala planificación deportiva en verano, hay que añadirle un extra de complejidad: las lesiones que azotan el vestuario.

La enfermería de los blues está a rebosar. Mientras que se espera que N'Golo Kanté y Denis Zakaria vuelvan este mes de febrero, se desconoce el alcance de las lesiones que sufren Raheem Sterling, Christian Pulisic o Edouard Mendy. Además, para completar la sangría en la parcela ofensiva, Armando Broja, único delantero del que dispone actualmente Potter, no podrá jugar más en lo que resta de temporada tras una rotura de ligamentos.

Una triada que ha “forzado” a Boehly a plantear un mercado de enero todavía más ostentoso que el estival.

Si el equipo no logra clasificar, como mínimo, a la Champions League a final de temporada, tarea que se presupone difícil ya que marchan 10 puntos por debajo del 4º, la realidad del Chelsea se puede volver todavía más infernal.

  • El plano económico, al límite

El varapalo económico que puede suponer no clasificar a la máxima competición a nivel de clubes el año que viene puede ser un golpe definitivo a las finanzas del combinado de Stamford Bridge.

Ahora mismo, las cuentas se encuentran al límite. La estrategia de contratación por la que ha optado la directiva se basa en las amortizaciones a largo plazo.

En casos como el de Mudryk o Enzo, la opción para poder aliviar la carga de los pagos en las cuentas radica en sus extensos contratos. Pese a que a primera vista sendos fichajes juntos puedan parecer insostenibles (€70m el ucraniano y €120m el argentino), su vinculación con la entidad se extiende a lo largo de la década. Ahí está el truco.

Por ende, los londinenses podrán dividir el montante de fichaje año a año hasta 2030. Es decir, los €70m de Mudryk supondrán un impacto anual de €10m al club durante los próximos 7 años. Y, como el fair play financiero se basa en periodos trienales, no se tendrá en cuenta el costo neto del fichaje ni la estructura del mismo, sino cuánto computa su traspaso en base a la duración del contrato en ese lapso de tiempo.

El contrato de Mudryk se extiende hasta 2030 / Foto: @ChelseaFC
El contrato de Mudryk se extiende hasta 2030 / Foto: @ChelseaFC

¿El riesgo? Muy alto. Esta es una fórmula que se repite, no con dos ni con tres fichajes, sino con, prácticamente, el grueso de los futbolistas que han llegado en la era Boehly.

En otras palabras, todos estos jugadores van a suponer un gasto en las finanzas, como mínimo, durante los próximos 8-10 años.

No obstante, tal ha sido el dispendio acaecido, que ni siquiera con esta fórmula el Chelsea se libra de estar al borde de saltarse las reglas.

Ahora mismo, si el club no quiere ver sus manos atadas de cara a los próximos mercados porque el globo no se pueda inflar más, deberá contar con un constante flujo de ingresos extraordinarios, destacando por un lado las ventas, y por otro los premios por competición.

Si la entidad, de repente, deja de obtener la jugosa entrada de capital que aporta jugar en la Champions League, se caerá el castillo de naipes, pues esos fondos son fundamentales para sostener este all in que ha lanzado del americano.

  • Reacción inmediata

Lo que necesita el Chelsea y lo que se ha buscado con este enero de récord es cambiar de forma radical el rumbo del equipo. Eliminados de las dos copas, se espera que las llegadas de invierno puedan salvar los muebles y alzar a los capitalinos tanto en Premier como en la Champions League.

Sin embargo, tal gasto no justifica la tan esperada reacción inmediata. Si la directiva se ha molestado en rehacer tan profundamente la plantilla es porque esperan crear un proyecto ganador de aquí al próximo lustro.

Un modelo donde la entidad se retroalimente. Donde el valor de los jugadores siempre se mantenga o se incremente, la cotización de los patrocinios siempre se encuentre a la alza y los amplios premios por competición siempre sean una constante.

Todo quedará por ver de aquí a los próximos 6 meses. Dependerá del propio Chelsea si se consigue remontar el vuelo, o, por el contrario, cae un pozo del que es realmente complicado salir.