Suecia posa orgullosa en el podio de Emiratos Árabes Unidos 2013. No solo es la gran victoria conseguida ante una albiceleste plena de dudas, es el recorrido completo de un equipo que conociendo sus limitaciones compitió como pocos en la decimoquinta edición del Mundial Sub-17. Los suecos dejaron para el “álbum del campeonato” su orden y compromiso, pero también a unos jugadores que, en su parcela más adelantada, dejaron su sello, con la firma final en el partido por el tercer puesto.

Berisha no tardó en golpear

Argentina saltó al campo mostrando ese nervio tan característico, pero cabía aguardar a lo que iba asomar por debajo de esa capa. No iba a ser una cuestión solo de fútbol, pero sí de moral, la de unos o de otros iba a dictaminar lo que se iba a observar en el primer periodo. Cuando Suecia mordió temprano, tras un saque de banda prolongado que recogió Valmir Berisha, el alma de su equipo, para fusilar a Werner por debajo de las piernas. A partir de ese momento, Argentina vivió un letargo tortuoso hasta prácticamente el minuto 40.

Entre medias, era mejor apreciar el ímpetu nórdico, con los movimientos de Engvall, Halvadzic y el delantero de origen albano como grandes atractivos. La albiceleste, que acumula defensores en su inhabitual sistema (1-5-3-2), sucumbía una y otra vez en sus intentos de progresar, en definitiva, por falta de buen pie. El atino y la motivación de los atacantes suecos hacía lo demás. Incluso el voluntarioso pero tosco Carlos Strandberg vivió sus minutos de gloria en un Mundial. Eran instantes en que los dos equipos estaban a millas de distancia.

El voluntarioso pero tosco Strandber vivió sus minutos de gloria

Y Suecia aprovechó el momento para cerrar el partido. Strandberg certificó la buena actitud con la que había saltado al campo en una buna acción que se inició con Halvadzic por la derecha, pase a Engvall, que es quien la mandó al segundo palo, donde el corpulento atacante, con un gran escorzo a ras de hierba, empaló a la red. Bella acción, que marcaba la diferencia entre un equipo con tres delanteros y medio en campo frente a otro con una “isla” llamada Driussi, aislado en prácticamente todo el campeonato.

Engvall sellaría en el 23 su gran presentación en los encuentros que ha disputado en Emiratos Árabes Unidos con la hermosa jugada del tercer tanto. Arrancó en tres cuartos y se deshizo de un par de contrarios con habilidad y potencia. Encaró a Werner pero su golpeo, que merecía otro destino, acabó en el palo. Afortunadamente, Berisha, el líder espiritual del grupo, remató la faena como buen nueve.

Engvall, con un físico que recuerda algo a aquel magnífico islandes, Eidur Gudjohnsen, aunque capaz de jugar algo más retrasado, se ha mostrado en el campeonato como un jugador a tener en cuenta por su club a corto plazo. Algo similar a lo que se podría esperar con Valmir Berisha. Y con Andersson, el zurdo hombre orquesta de un equipo físico y competitivo.

Una Argentina desnaturalizada

Actitud e inteligencia en los juveniles más ofensivos de Suecia, y compromiso en la parcela defensiva. La final de consolación dejó más que nunca esa sensación de que Argentina seguía insistiendo en un estilo que incluso podía ser más natural, en su desarrollo, para sus rivales: reduciéndolo a un orden donde el físico y las acciones a balón parado llegan a ser clave, y apenas aparecen variantes a esto. Un empecinamiento que llega a desnaturalizar las cualidades de sus jugadores más talentosos en campo –aunque esta albiceleste recurre a pocos jugadores ofensivos en el once– y simplifica inexplicablemente su proceder.

Argentina insiste en un estilo más natural en sus rivales

Así, sin embargo, y tras múltiples intentos de despeje de la retaguardia europea, después de un lanzamiento de esquina, Compagnucci redujo distancias en el 43. Podía parecer una inyección de energía. En la reanudación, Humberto Grondona introdujo a Pavón y Cañete, con la intención de empujar al equipo hacia arriba con más efectivos. El partido se abrió, pero la precisión de los suecos en esa buena primera mitad no se vio en ninguno de los dos equipos. La reanudación sirvió, eso sí, para que Valmir Berisha hiciera su séptimo gol del torneo y consiguiera ganar la bota de oro, por delante de Iheanacho, a la postre balón de oro, y el brasileño Boschilia. Fue en un remate de cabeza, tras un lanzamiento de falta donde el portero y la defensa argentina mostraron su lado más pasivo. La estancia en Abu Dhabi ha sido una pesadilla para los jóvenes de Grondona.

El triunfo de unos, sabiendo de sus limitaciones, debería servir para perseverar en una idea. Más dudoso es el futuro de una albiceleste que sin duda cuenta con más posibilidades, por tradición y por la lógica demográfica. Pero su camino no parece estar muy claro. En pocos días, Bolivia acoge el Sudamericano Sub-15, otra oportunidad para ir conociendo el futuro del fútbol en aquel continente, y Argentina tendrá que volver a mostrar hacia dónde se dirige en su fase formativa. No hace tanto eran la envidia del mundo en esos niveles.

Vídeo del partido

Foto: selección sueca celebrando (Getty Images - FIFA.com)