Si echamos un vistazo a todos los hechos que han tenido lugar un 25 de mayo, podemos encontrar eventos tales como la culminación de la Revolución de Mayo en Argentina o la fundación, en ese mismo país, del Club Atlético River Plate. Aunque para los hinchas del Celtic y del Inter de Milán hablar del 25 de mayo les traslada a Lisboa, donde, en 1967, se disputó una final de la Copa de Europa que sería histórica. En ella se enfrontaban el Celtic, un equipo formado por 11 jugadores nacidos en Glasgow, y el Inter de Milán de Helenio Herrera, que partía como claro favorito. Sin embargo, los chicos de Glasgow pasaron a la historia tumbando a uno de los mejores equipos de la historia del fútbol para ganar la única Copa de Europa que tiene el Celtic en sus vitrinas, hecho por el cual se les recuerda como los Lisbon Lions. En 2015, 48 años después de la gesta del Celtic FC, dos clubes históricos que pasan por horas bajas se reencontrarán para disputar los dieciseisavos de final de la Europa League.

66-67: el auge de los 'Lisbon Lions'

Lisboa, capital del estado Portugués, fronterizo con España, acogió una de las finales menos esperadas de la historia. Los Lisbon Lions, once chicos de barrio que conquistaron Escocia y posteriormente fueron al asedio de Europa, se enfrontaron al Inter de Milán, que pasaba su época dorada a las órdenes de un histórico como Helenio Herrera, quien les condujo a campeonar dos veces seguidas en Europa, siendo hasta ahora el único equipo capaz de revalidar el máximo título continental, en las temporadas 63/64 y 64/65.

"Tenemos que jugar como si no hubieran más partidos ni más mañanas" Jock Stein.

En el camino a la final, ambos equipos, campeones de sus respectivas ligas, siguieron un camino similar al poder superar rondas con relativa facilidad hasta llegar a las semifinales, en las que el Inter tuvo que medirse al CSKA red flag, que no les puso nada fácil el preciado pase a la final. Pese a eso, en el playoff de desempate el equipo de HH consiguió decantar la balanza a su favor para clasificarse para el gran evento en Lisboa.

"Tenemos que jugar como si no hubieran más partidos ni más mañanas". Esta frase se le atribuye a Jock Stein, entrenador de un equipo que pasó a la historia como el que tumbó a uno de los más grandes de la historia. Y lo hizo bien, a base de esfuerzo y espectáculo en un partido que pocos hinchas 'bhoys' borrarán de sus memorias.

Y es que Stein no fue un entrenador cualquiera. Llegó al Celtic con mucha polémica, pues era de religión protestante y se convirtió en el primer entrenador no católico del Celtic, un equipo fundado por un fraile, el hermano Walfrid, y con profundas raíces católicas. Sin embargo, Jock aguantó firme en el cargo y construyó el mejor equipo de la historia del Celtic, consiguiendo el récord de campeonatos de liga escoceses consecutivos, siendo 9 veces campeón de forma ininterrumpida.

Llegó en 1965 y partío trece años después, en el 78. Consiguió 25 títulos y se coronó como el mejor entrenador que había tenido nunca el Celtic. Sólo abandonó el proyecto para marcharse al histórico Leeds United, del que pasó a la selección escocesa, a la que dirigió hasta su muerte en 1985, dando paso al que hasta entonces fue su ayudante: un jovencísimo Alex Ferguson, que sólo un año después empezaría su andadura por el Manchester United.

En los momentos previos al partido, las emociones estaban a flor de piel para un Celtic que revolucionó el fútbol con su marcado 4-2-4, demostrando el futuro que tenía el fútbol ofensivo. "De lo que me di cuenta cuando entré al vestidor fueron las camisetas que colgaban de las perchas. Los colores parecían especiales. Parecían de un brillante verde y blanco que nunca había visto antes. Se veían especiales". No era un partido cualquiera. Once amigos criados en Glasgow se enfrentaban a un todopoderoso equipo, diseñado para ganar -como ya había hecho en los años 1964 y 1965- y que parecía encaminado a hacerlo cuando Mazzola transformó un penalti en el séptimo minuto.

Sin embargo, la magia del fútbol deparó un final distinto a lo establecido. En una jugada en la que ambos laterales bhoys combinaron en la frontal del área rival, Craig envió un balón que Gemmell, desde la media luna, enviaría al fondo de las mallas para definir la igualada en el marcador. El equipo de Jock Seguía luchando contra la clase italiana. “Allí estaban Facchetti, Domenghini, Mazzola, Cappellini… todos de más de metro ochenta, con bronceados de Ambré Solaire, sonrisa Colgate y pelo engominado hacia atrás. Todos y cada uno de ellos se parecía a la estrella de cine Cesar Romero. Hasta olían bien. Y allí estábamos nosotros, los enanos. Yo no tenía dientes, Bobby Lennox tampoco tenía ninguno y el viejo Ronnie Simpson tenía el kit completo, sin dientes ni arriba ni abajo. Los italianos nos miraban desde arriba y nos sonreían y nosotros les sonreíamos con nuestras bocas desdentadas. Debíamos de parecer algo así como recién salidos del circo” declaró uno de los pilares del equipo, Jimmy Johnstone, que ocupaba la posición de extremo derecho en la final de Lisboa.

El partido para el Celtic fue un constante remo que se acabó culminando a seis minutos para la conclusión del partido. Billy McNeill, capitán del Celtic, tenía el balón y, fruto del deseo de anotar el segundo tanto, intentó un disparo que se acercaba cada vez más a la portería de Sarti, que fue sorprendido por ligero toque que elevó a Stevie Chalmers y al Celtic a la gloria. Habían conseguido aquello por lo que tanto habían luchado y peleado, pues el partido fue un asedio constante frente al catenaccio que tan buen resultado le había dado al Inter de Milán en anteriores ocasiones.

El gran triunfo del Celtic supuso un golpe sobre la mesa. "My time will come!", afirmó Stein antes del partido. Y llegó. El fútbol ofensivo había triunfado y un pequeño equipo luchador entraría en las páginas más doradas de la historia de un laureado club que, sin hacer ruido, acabó convirtiéndose en el primer equipo británico en ganar una Copa de Europa.

Venganza infructífera

En 1972, dos años después de la segunda última final europea del Celtic -que perdió por 2-1 ante el Feyenoord holandés, el equipo de Stein volvió a plantarse en unas semifinales y se reencontraron con unos viejos conocidos a los que arrancaron de las manos una Copa de Europa que sobre el papel tenían ya ganada cinco años antes de ese partido. Repitieron alineación jugadores míticos como Graig, Murdoch, McNeill, Johnstone y Lennox, algunos de los supervivientes y más importantes jugadores de los Lisbon Lions. De hecho, Jim Johnstone fue nombrado recientemente mejor jugador de la historia del Celtic FC, por los grandes méritos que obtuvo el veloz extremo, que fue fiel al equipo durante catorce gloriosas temporadas.

Craig, Murdoch, McNeill, Johnstone y Lennox repitieron alineación en la eliminatoria.

Ambos partidos tuvieron un filo argumental parecido al de la final, pero en la conclusión diferió: los dos partidos terminaron con un 0-0. En Celtic Park, los aficionados auguraban una victoria en la tanda de penaltis, pero no fue así. En las porterías no repetía ninguno de los dos porteros de Lisboa, pues Simpson se había retirado y Sartí había pasado ya por la Juventus antes de recalar en el Unione Valdinievole.

Murdoch, Craig y Johnstone, tres de los pilares del equipo, transformaron sus penaltis junto a McCluskey. En el otro bando, Mazzola y Facchetti también anotaron, como también lo hicieron los interistas Pellizzaro, Frustalupi y Jair, quién culminó la victoria del Internazionale, que caería derrotado en la final a manos del Ajax de Johan Cruyff, otro equipo que marcaría una época en su país, como hicieron anteriormente los dos equipos que pugnaron por un puesto en la final.

La caída de dos grandes

Las décadas pasaron y ambos equipos decayeron lentamente durante el tiempo. Seguían siendo pilares en sus ligas pero en Europa su capacidad se vio reducida, en gran parte por culpa de eclosiones de equipos como el Ajax de Cruyff, el Bayern del Káiser, el Liverpool de Bill Shankly o el Forest de Brian Claugh.

Sin embargo, las grandes noches europeas no cesaron. Las aficiones de ambos equipos revivirían grandes momentos años después, justo antes de volver a recaer. Sin duda, el año 2010 fue el gran momento del Inter. Con José Mourinho liderando al equipo, volvieron a basar su juego en un estilo enrocado pero efectivo, como hiciera Helenio Herrera en su momento.

El equipo arrasó en fase de grupos. Y no fue menos en las eliminatorias. Se deshicieron de Chelsea, CSKA y FC Barcelona para conquistar otra vez la Copa de Europa tras una larga sequía que duraba desde 1965. En la final, un duro Bayern de Múnich les esperaba. Delante, Schweinsteiger, van Bommel, Olic y compañía querían frenar a los Zanetti, Eto'o, Pandev, Sneijder, Maicon, Samuel... y Diego Milito, que cuajó una actuación espectacular que le llevó a conseguir el premio a mejor jugador del partido. Un doblete suyo sentenció la final en favor del equipo italiano, que posteriormente vio como su proyecto se desestructuraba.

La primera marcha fue la de José Mourinho, líder indiscutible de un equipo que acabó notando el envejecimiento de su plantilla, cuyo once promediaba 29'82 años de edad. Los mejores momentos de sus pilares se alejaban y fue entonces cuando se confirmó que 2010 estaba destinado a ser su año. Eto'o, Pandev y Sneijder estaban en plena forma, junto con la segunda juventud que vivía Diego Milito después de su paso por el Genoa. Todos ellos, bajo el liderazgo de Mourinho, crearon una fórmula mágica que todavía buscan los máximos dirigentes del equipo italiano.

El Celtic vivió su particular 2010 en la temporada 2012-2013, el primer año sin la férrea competencia del desaparecido y refundado Rangers. Llegó en la fase de grupos procedente del playoff, y consiguió superar un grupo en el que parecía la cenicienta, pues se enfrentó al FC Barcelona, SL Benfica y Spartak de Moscú. Consiguió sumar puntos en las primeras jornadas consiguiendo resultados sorprendentes, pero la gran noche para los de Neil Lennon fue el 7 de noviembre de 2012. La atmósfera era mágica. Era la celebración del 125 aniversario de la entidad y el FC Barcelona llegaba para decidir prácticamente la fase de grupos. El primer tanto llegó gracias a un buen cabezazo de Wanyama, pero fue en la segunda mitad que llegó el éxtasis final.

Fraser Forster sirvió de puerta, con un pasa largo, muy largo, se fue más allá del circulo central y votó en el suelo, con la energía suficiente para que Tony Watt, que debutaba ese día en Champions League, recogiera el balón y lo conduciera con el alma hacia Víctor Valdés, que nada pudo hacer ante la decisión de un joven escocés con la gloria en sus manos. El 2-0 fue definitivo para empezar la fiesta en Celtic Park, que no se paró ni cuando Messi recortó distancias para su equipo en el descuento.

Ese día, The Paradise recordó grandes días de gloria en los que el Celtic luchaba contra los más grandes de Europa, hecho imposible hoy en día por culpa de la decadencia del equipo, que no atraviesa su mejor momento a nivel internacional pues su competitividad se ha visto notablemente reducida por culpa de la fuga masiva y contínua de jugadores que, en vista del poco prestigio de la liga escocesa, buscan labrarse un futuro en algunas ligas más importantes que puedan abrirles las puertas a las punteras.

Ambos equipos se encuentran en una situación similar. Los mejores días se han alejado. Aquellas noches en que Inter y Celtic se codeaban entre las superpotencias europeas quedan ya muy lejos y ahora sólo la hemeroteca puede llevarnos a esos días, que ambos clubes han rememorado a su escala: el Inter ganando otra Champions y el Celtic reviviendo grandes momentos europeos ganando a equipos muy potentes y volviendo a clasificarse para una ronda eliminatoria de la Champions más de 6 años después. Ahora, en 2015, 48 años después de aquella final que pasó a la historia, volverán a enfrentarse en una competición de segunda línea europea, la Europa League, para intentar lograr una buena actuación, porque, en los momentos más difíciles, el honor es lo único que los clubes no pierden. Perdura durante años y cada uno de los jugadores da todo lo que puede para defender un escudo histórico que recuerda a los aficionados que un día fueron grandes y, por qué no, pueden volver a serlo en un futuro cercano. En los próximos dieciseisavos de final de la Europa League; abran el televisor, miren el partido y recuerden lo que estos equipos fueron, pues es el mejor método para mantener vivos los recuerdos de dos históricos que revivirán un 25 de mayo de 1967 en memoria de los 'Lisbon Lions'.

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Sobre el autor
Isaac Navarra
Redactor sobre Fútbol Africano y miembro de la sección de Segunda B.