Joachim Löw (Schönau, Alemania, 3 de febrero de 1960), llegó a la selección alemana como segundo de Jürgen Klinsmann en Agosto de 2004, y se convirtió en seleccionador absoluto cuando Klinsi dejó el cargo tras el Mundial de 2006. Por aquel entonces, pocos apostaban a que Löw, un hombre discreto, con una trayectoria irregular en banquillos de diversos equipos y sin haber entrenado a ningún grande, pudiera aguantar mucho tiempo como seleccionador de una potencia obligada a competir al máximo nivel en cada partido y en cada competición.

Con la dupla Klinsmann-Löw, die mannschaft empezó a jugar con un estilo más alegre, de mejor trato al balón. Cuando Löw se hizo con las riendas, como seleccionador principal, dicho estilo se desarrolló aún más, priorizando el fútbol ofensivo sobre el tradicional estilo más defensivo de Alemania. La fase de clasificación hacia la Eurocopa 2008 fue destacable, siendo la primera selección en Löw ha impuesto un estilo de fútbol más alegre, combinativo y ofensivoconseguir el billete para la fase final. Ya en aquel torneo, die mannschaft consiguió llegar hasta la final, precisamente ante la otra selección que se destacaba por su el gusto por el toque y el juego ofensivo, la española. Los de Löw cayeron por 1-0, pero confirmaron que aquel estilo de juego podría llevarles a alzar algún título después de demasiados años esperando, y sobre todo, permitió a Joachim Löw, el técnico siempre elegante y tranquilo, continuar en el cargo con toda la confianza de los aficionados y de la federación alemana.

De cara a la siguiente gran cita, el Mundial 2010, Löw, llevó a cabo una importante renovación del equipo, dando la oportunidad a jugadores jóvenes que habían de marcar el futuro de la selección. Neuer, Özil, Kroos, o Müller, fueron algunos de los jóvenes valores que debutaron y con protagonismo en aquella cita, donde dejaron buenas sensaciones, pero volvieron a caer otra vez ante España, en semifinales. En aquella ocasión, Löw, mostrando su admiración por el juego de España, llegó a declarar: “Ojalá algún día podamos jugar como ellos, con esa unidad y esos automatismos”. Ya en la Eurocopa 2012, con aquellos jóvenes más maduros y asentados en la élite mundial, los alemanes volvían a figurar entre los máximos favoritos, pero otra vez se quedarían a las puertas del éxito, al caer contra pronóstico ante Italia en semifinales. Una sensación de decepción e incertidumbre empezó a sobrevolar a los alemanes, ya que parecían condenados a no lograr un título internacional pese a estar continuamente entre los cuatro mejores equipos de cada torneo.

Löw, el hombre tranquilo, siguió defendiendo siempre su convicción de que su grupo acabaría triunfando, y el Mundial de Brasil en 2014 era quizá su gran examen final. No había lugar para las medias tintas, o se ganaba la Copa o el proyecto de Löw, con ya ocho años de El Mundial de Brasil supuso la culminación exitosa del proyecto de Löwduración, podría cerrar un ciclo. Desde el primer partido se vio que el combinado alemán era un conjunto sólido, efectivo y convencido de sus posibilidades, abriendo el campeonato con un contundente 4-0 ante Portugal. Con un esquema de 4-2-3-1 o 4-3-3, Alemania funcionaba como una máquina perfectamente engrasada y acompasada. El momento más impresionante de aquel torneo fue la aplastante goleada a Brasil, país anfitrión, a la que la Alemania de Löw le endosó un humillante 7-1. No había dudas de que estábamos ante la mejor versión del estilo ofensivo implantado por Joachim Löw. En la final se vieron las caras con la Argentina de Messi. Y un gol de Götze, otro de los nuevos exponentes del estilo impuesto por Löw, les dio la victoria. Se obtenía por fin el ansiado título Mundial.

Ahora Löw, con la confianza que da el saberse premiado por la Copa del Mundo, afronta un nuevo reto, el de conseguir también la Eurocopa, y sin duda cuenta con grupo que figura como favorito para alzarse con la misma.