Curtido en su conocida etapa como jugador en clubes como Schalke 04, Wilmots afronta el reto más comprometido de su carrera como entrenador. El “Toro de Dongelberg” sabe lo que es disputar una Eurocopa como jugador, en otra de las mejores selecciones belgas de la historia, que llegó a los octavos de final del Mundial de 2002, aunque evidentemente a la sombra de la de los ochenta.

Ahora, toca gestionar un grupo plagado de estrellas, como es el formado por jugadores como De Bruyne, Hazard, Courtois… el plantel está lleno de jugadores decisivos y plagados de calidad, que en cualquier momento pueden cambiar la senda de un encuentro. Su misión será no sólo gestionar el grupo, sino también exprimir al máximo a cada jugador.

Partiendo de la base del 4-2-3-1, Wilmots en ocasiones ha sido acusado de desplegar un juego muy pobre, y la selección en general de la desaparición repentina de cracks mundiales como Hazard. No son pocas las veces que la selección belga ha terminado jugando a balones largos para Marouane Fellaini; sin duda, un aspecto a mejorar.

Por ello, Wilmots debe acallar toda clase de críticas en el torneo donde verdaderamente se va a medir el nivel de Bélgica. Marc siempre habló de que el proyecto estaba destinado a la Eurocopa y que el Mundial estaba de paso: ahora llega el momento de demostrar que es así, que Bélgica está preparada para, quién sabe, levantar títulos.

Eso sí, si algo se ha alabado del seleccionador técnico belga ha sido su acierto a la hora de realizar los cambios. En el pasado Mundial, Marc resolvió partidos complicados como el de Argelia o Estados Unidos dando entrada a jugadores que en teoría no iban a disponer de demasiadas oportunidades, como fue el caso de Divock Origi.

El mayor problema y que no ha conseguido realizar Wilmots es hacer de Bélgica un grupo: muchas veces, el conjunto no parece compenetrado, no parece ser una sola unidad, sino que en ocasiones es más bien una amalgama de jugadores muy talentosos, pero que sin embargo no van a lo mismo. Evidentemente, tiene gran culpa el seleccionador, y muchos han dudado de él por esto.

Es decir, los problemas que Wilmots tiene entre manos se pueden esquematizar en dos: falta de gran juego y de equipo. Unas carencias que en fases finales de grandes torneos, como la Eurocopa, pueden pesar. Si bien es cierto que llegar hasta cuartos de final de un Mundial puede ser síntoma  de un gran papel en la Eurocopa, y que la selección fue de menos a más, el momento de demostrar el cambio llega ahora. O nunca. Debe demostrar que esta generación es la verdadera o es la sombra de la de los ochenta. Francia y Rusia la definirán.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Luis Calabor Nuñez
Apasionado del fútbol internacional y de Europa en general. Del Athletic, Tottenham, Wigan y Hamburgo. ¡Ganas de llegar lejos!