En el año 2001  la autora británica J. K. Rowling, logró expandir el universo mágico de Harry Potter con la publicación de Fantastic Beasts and Where to Find Them (Animales fantásticos y dónde encontrarlos), una serie de criaturas mágicas solo posibles en el mundo interior de la fantasía. Como muy bien dice el título, ahora llevado al cine, es necesario meterse en la piel del magizoólogo Newt Scamander para descubrir el lugar idóneo en el que buscar y encontrar a estos bichos adorables que rebosan magia y espectacularidad. Y en cuestiones de fútbol, magia y espectacularidad, jamás hubo otro enclave geográfico o temporal, otro clásico para disfrutar, que un Brasil-Argentina.

Pele vs. Maradona

Foto: elmeme.me
Foto: elmeme.me

En esta ocasión será en el Mineirao con una clasificación para un Mundial en juego, pero desde que se midieron por primera vez un 20 de septiembre de 1914 en Buenos Aires, hasta llegar hasta los 107 encuentros disputados, la igualdad en las estadísticas no puede ser mayor. Es por ello, por el fútbol que representaron e interpretaron tanto uno como otro país, por lo que resulta ciertamente complejo encontrar un enfrentamiento de mayor calado mundial que un Brasil-Argentina. Por la citada razón, si J. K. Rowling tuviera que encontrar a sus animales fantásticos futbolísticos, elegiría sin duda este lugar, este clásico sudamericano y mundial para la iconografía de la magia. Decantándose sin vacilación por la mística del dorsal número diez, que en la historia de dos estilos de hacer fantasía con un balón posee dos seres para la leyenda: Pelé y Maradona.

El dorsal número diez

Foto: Colgados por el Futbol
Foto: Colgados por el Futbol

La historia dotó a uno y otro país de animales fantásticos a los que hubo que ir a buscar al mágico número diez, disfrutando así de la expansión de un mundo absolutamente imbuido en los encantamientos del balón y las ilusiones. Muy especialmente porque la historia del número diez cobra especial vigencia con el azar que hizo posible que en el Mundial de 1958, el citado valor numérico recayera en la espalda de un jovencísimo animal fantástico llamado Edson Arantes do Nascimento y apodado Pelé. A partir de ese momento el citado dorsal cobró una dimensión absolutamente inigualable, jamás antes contemplada. Es cierto que en el imaginario colectivo, en los legajos históricos de la magia y la memoria para la citada y casi indefinida posición de brizna de hierba infinita, fueron muchos los que hicieron escuela anteriormente a Pelé. Algunos portando el citado dorsal y otros con otro valor numérico sobre sus espaldas, pero todos ellos asombrosas criaturas imaginarias de Argentina y Brasil que no podían hacer daño al espectador, pero a los que sobre un terreno de juego no convenía buscar las cosquillas, puesto que en todos los casos constituyó algo similar a intentar alterar el sueño de un dragón dormido. Basta con citar a Leónidas, Zizinho, Ademir, Moreno, Di Stéfano o Sívori, para identificar la precuela de la batalla Argentina-Brasil, que con el tiempo se fue consolidando como una mágica contienda entre dorsales número diez.

Pues cuentan que hubo un tiempo en el que Brasil fue un diez: Pelé, y que su selección inmortal fue la de los cinco dieces, junto a Tostao, Rivelino, Gerson y Jairzinho. Como tampoco pueden olvidar en Argentina que el diez fue Bochini, así como en otro tiempo matador el diez fue para Kempes, fantástico animal zancudo que hizo temblar el Monumental con un gol que sembró de papelillos el alma de todo un pueblo. El universo del fútbol siempre guardó un lugar de privilegio para la gambeta y la ginga, para la batalla entre el tango y la samba, y en respuesta a la omnipotencia de O’Rey, de su número diez, de la inmensa nada de un todo argentino surgió un purrete para discutirle al ‘negro’ su sangre azul y otorgar al dorsal número diez la propiedad albiceleste transformándolo en D10S, pura divinidad. Todo ello en un tiempo en el que un jugador carioca le plantaba batalla con idéntico dorsal, pues nada como recordar a Zico, el diez biónico que le mantuvo el pulso cuanto pudo al 'barrilete cósmico', décima metáfora de la divinidad.

El fútbol siempre se abre camino en un Brasil-Argentina

Tiempos tan lejanos ideológicamente que casi el olvido no deja lugar a la nostalgia, la personalidad de un fútbol absolutamente identificable con Brasil y Argentina que el negocio se empeña en enterrar, pero que el fútbol, esa vía de agua que como la vida siempre se abre camino, se resiste a desterrar. Desgraciadamente con una escasez cada vez más acusada de animales fantásticos futbolísticos de J.K. Rowling, de ese mundo interior que los convierte en únicos. Pues ciertamente desde la magia de Ronaldinho y el enganche encarnado en futbolista que fue Riquelme hasta la aparición de nuevas criaturas, hubo que aguardar un tiempo para que Brasil y Argentina volvieran a identificarse con el peso de la fantasía sobre el dorsal número diez.

Messi vs. Neymar

Foto: Visionnoventa
Foto: Visionnoventa

Afortunadamente bien mereció la pena la espera, pues en la historia de esta batalla de dieces Leo Messi hace tiempo que llegó para hablar de tú a tú a Diego y a Pelé, y para demostrar que un clásico Brasil-Argentina sigue siendo un lugar adecuado para encontrar y seguir disfrutando de estos fantásticos seres surgidos de mundos imaginarios. En esta ocasión será en Belo Horizonte, donde dos amigos y residentes en Barcelona protagonizarán la próxima batalla de números diez, la de Leo contra su propia quimera albiceleste, la de un futbolista que no tiene parangón en la historia y regresa al barrio en cada regate, cada pase, cada control, cada gol; ante la de Neymar, aprendiz de mago, alumno aventajado y fantástico animal, que con el peso del diez de Brasil hace regresar al fútbol al sambódromo, a la ginga, al espectáculo, a la irreverencia para muchos, pero a lo más original, puro e identificable con su pueblo. El universo de un clásico, de una batalla de números diez, un Brasil-Argentina, la historia de un enfrentamiento repleto de animales fantásticos.