El Europeo femenino más inesperado y sorprendente nunca visto antes tocó su fin este domingo 6 de agosto. Sin duda, una fecha que será incluida en los anales históricos de este deporte y, más esencialmente, en el fútbol neerlandés. No en vano, por primera vez en su historia, la sección femenina se unió a su homóloga masculina en las últimas décadas del siglo anterior (concretamente 1988) para levantar un título tan prestigioso como el entorchado continental.

De presencia reciente en la primera línea del fútbol europeo, de hecho éste era tan solo su tercera participación, la selección tulipán fémina no entraba ni mucho menos en la terna inicial de favoritas, siempre copada por las Alemania, Noruega, Suecia y dos combinados ya instalados en la primera parte de la parrilla: la bronce mundialista Inglaterra y una Francia a la que, pese a su portentosa generación, continúa resistiéndosele un título a nivel absoluto. Nadie contaba con ella… pero Países Bajos se olvidó de todo. De todo, menos del fútbol.

Desde que el esférico comenzase a rodar, las pupilas de Sarina Wiegman demostraron con un fútbol alegre y vertical a partes iguales que el favoritismo era mero rol. Noruega caía inesperadamente en el debut y, con una afición siempre rendida a los encantos de su selección, el combinado neerlandés comenzó a ganar y a ganar… y a ganar. Con seis victorias sobre seis posibles, la última en la espectacular inédita final ante Dinamarca, nadie ha sido capaz de detener a la nueva campeona de Europa. La naranja mecánica derriba a lo grande la puerta de los anales del fútbol femenino. Y desea quedarse mucho tiempo más.

Las anfitrionas celebran el triunfo sobre el verde tras la finalización de la final. | Foto: UEFA.

Variación diferencial

La gran final se acercaba, las gradas se teñían de ambiente (fundamentalmente naranja) y el nerviosismo previo a una cita histórica se evidenciaba en los rostros de las neófitas contendientes. Nunca antes habían vivido en sus carnes una finalísima de tal magnitud. Era una ocasión histórica. Y se sabía. Una vez más, el pueblo neerlandés se volcaba con su selección en un evento marcado en rojo.

Pero antes de que el esférico echase a rodar sobre el verde, los técnicos Sarina Wiegman y Nils Nielsen dieron nombres y apellidos a sus onces iniciales, a sus once guerreras. El entramado principal local se sabía de memoria. Y no hubo lugar para las sorpresas. La segura Van Veenendaal copó los tres palos, con una línea defensiva formada por Van Lunteren y Van Es en los laterales y Dekker y Van der Gragt (en los últimos envites preferida a Van den Berg) en el eje central. El centro del campo fue cosa del termómetro Spitse y las talentosas Groenen y Van de Donk. Y arriba el trío calavera: la veloz Van de Sanden, la técnica Martens y la depredadora Miedema. Las anfitrionas tenían las ideas muy claras.

La anfitriona optó por su once de gala; Nielsen introdujo un par de cambios en Dinamarca

Tras un torneo sobresaliente, en el que disputaba su primera final tras seis intentos semifinalistas precedentes, Dinamarca dio continuidad tanto a su esquema como a sus futbolistas. Sin embargo, hubo una variación a la postre bastante diferencial: la defensa del Barcelona Roddik se quedaba en el banquillo para dar entrada a Sandvej en el lateral izquierdo… la zaguera del Frankfurt, solísima en su parcela, fue brutalmente acribillada por Van de Sanden durante el primer acto. Regresando al dibujo, amén de Sandvej y la segura guardameta Petersen, la ofensiva Nielsen y la ya habitual pareja de centrales formada por Sorensen y Larsen dibujaron la primera línea defensiva. Kildemoes y Pedersen configuraron el trabajador centro del campo, apoyado por la polivalente Troelsgaard en banda derecha y la potente Veje en el flanco paralelo. Arriba, cómo no, las dos futbolistas más diferenciales: Nadia Nadim y Pernille Harder. Casi nada.

Miedema empuja a la red el esférico de la igualada ante la presencia de Sorensen. | Foto: UEFA.

Oda a la emoción

La primera mitad fue una auténtica oda al espectáculo. Para grabarla y disfrutarla mil veces. Ambas contendientes, cada una a su estilo, buscaron constantemente la portería contraria. No había presión, sí ganas de hacer afición. En la que probablemente haya sido la mejor primera mitad de todo el campeonato, las alternativas en el juego y en el electrónico fueron constantes, aupando la emoción y alejando el favoritismo definitivo. La igualdad se hizo patente desde el primer al último instante.

Si bien las anfitrionas comenzaron dominadoras, Dinamarca avisó en raudos contragolpes. Así, y tras una primera intentona protagonizada por Harder y Nadim, ésta última se aprovechó de una pena máxima para inaugurar el electrónico desde el punto fatídico. Era el sorprendente 0-1 apenas transcurridos los seis primeros minutos. La vivacidad del inicio se alargó en el tiempo, con un alto ritmo que posibilitó las esperanzas de ambos conjuntos.

El equilibrio y las alternativas protagonizaron un sensacional primer tiempo

Con todo, Países Bajos sabía que no podía prolongar en exceso la euforia danesa. Groenen fue la primera en darse cuenta. Una de las mejores jugadoras del Europeo envió el esférico al espacio para la carrera de Van de Sanden. La extremo del Liverpool hizo volar las letras de la camiseta de Sandvej y dispuso un centro perfecto al segundo palo que Miedema tan solo tuvo que empujar. La depredadora volvía a mojar en los envites decisivos. Faltaba más. Entonces emergió Martens. La nueva futbolista del FC Barcelona (¡cómo se gozará en la Liga Iberdrola!) remató de primeras abajo un centro de Van de Sanden para el lucimiento de Petersen. Pero a la segunda no perdonaría. La talentosa atacante recibió en las cercanías de la frontal del área, se perfiló a su antojo y conectó un característico y maravilloso disparo que hizo imposible la estirada de la cerrojo nórdica. Era la remontada. La anfitriona sacaba con nota uno de sus exámenes más complicados.

Antes del descanso, Dinamarca despertó. Un peligrosísimo centro lateral de Nielsen, una gran asistencia de Troelsgaard a Nadim que Van Veenendaal, atenta, defenestraría o un excesivamente cruzado remate de Veje ante la oposición de Van Lunteren tras exquisito envío en largo de Sorensen hicieron saltar las alarmas naranjas. Las danesas querían más. Y lo consiguieron. Gracias a, cómo no, su estrella. Harder recibía en el centro del campo con muchos metros por delante. La delantera del Wolfsburg, lejos de saludar a la ansiedad, condujo con elegancia, se acercó al área, se deshizo de su rival con un recorte y, cuando nadie lo esperaba, conectó un latigazo con la pierna izquierda (la mala) perfectamente colocado al palo al que nunca llegaría Van Veenendaal. Golazo y 2-2. ¿Quién daba más? El merecido descanso marcaba el maravilloso equilibrio.

Harder anotó un golazo con un imprevisible latigazo ante la mirada de Dekker y Van der Gragt. | Foto: UEFA.

La anfitriona sentencia

La anfitriona entró seria en el segundo período. Bordando el fútbol, las pupilas de Wiegman se adjudicaron el esférico, lo movieron con inteligencia y prontitud y, fruto de ello, dispusieron de buenas opciones para decantar la balanza a su favor. A las brillantes jugadas colectivas finalizadas con disparos lejanos de Groenen o la lateral Van Es le siguió un remate a bocajarro de Miedema tras centro de Martens solventado con éxito por Petersen. La guardameta se lanzó a lo balonmano y la apuesta le salió perfecta. Aunque poco pudo hacer instantes después. Falta al borde del área. La capitana Spitse, que había hilvanado a la perfección el juego tulipán, la ejecutó rasa, inteligente, por el hueco en el que no había contrincantes. Dicho y hecho. El 3-2 lucía en el electrónico para delirio de una grada que se lo pasaba en grande con las suyas.

Spitse y Miedema sentenciaron a Dinamarca con dos goles en el segundo período

Aunque Países Bajos controló tras la diana favorable, Dinamarca jamás bajó los brazos. Principalmente la velocidad de Nadim y la ingresada Thogersen, unidas a la calidad de Harder, mantuvo con esperanzas a las chicas de Nielsen, destacando dos remates que rozaron las dos escuadras de la portería custodiada de Van Veenendaal. El primero, firmado sutilmente por Veje; el segundo, materializado por Troelsgaard desde la lejanía. Pero ninguno besó la red por dentro.

Contrariamente, la anfitriona sí consiguió aventajarse aún más en el marcador cuando ya guardaba la ropa ante la cercanía del final de la contienda. Con Dinamarca descaradamente echada en campo contrario, Spitse recuperó un balón y lo telegrafió al hueco para la carrera de Miedema. La nueva delantera del Arsenal no dudó, controló en carrera, se acomodó y fusiló cuando vio el hueco. No había tiempo para mucho más. La final estaba plenamente decidida.

Con el silbato definitivo, la euforia se desató en el estadio. Con la presencia de ilustres personalidades, incluidas Marco Van Basten o Louis Van Gaal, la selección tulipán conseguía su mejor sueño: levantar el campeonato de Europa.

Lieke Martens, MVP

Amén del verdaderamente relevante título colectivo levantado en primera opción por las capitanas tulipanes, la también prestigiosa estatuilla individual tuvo color naranja: Lieke Martens. La extremo neerlandesa, flamante fichaje del Barcelona, cuajó un campeonato continental más que sobresaliente, apareciendo en cada envite y guiando ofensivamente a sus compañeras. Los datos están ahí: tres goles, dos asistencias y diez disparos a puerta en un torneo tan corto. Todo dicho.

Además, la joven Vivianne Miedema (de mal recuerdo español tras aquel gol convertido en la final del Europeo sub-19 de hace tres años) se consolidó como lo magnífica artillera que es, convirtiendo cuatro goles (en nueve disparos a portería) y quedándose a uno de la delantera inglesa Jodie Taylor, ayudada por su hat-trick ante Escocia en la primera jornada.

Lieke Martens, elegida MVP del torneo tras acumular tres goles y dos asistencias. | Foto: UEFA.

El Europeo de las sorpresas

Con el campeonato de Europa ya finalizado es hora de concluir emociones pasadas. Las selecciones históricas se la pegaron en terreno neerlandés. Suecia y, principalmente, Noruega con un juego excesivamente físico; y Alemania lejos de ofrecer los goles como churros tan característicos de años anteriores. A la par, las grandes alternativas tampoco funcionaron. Francia ve volar a su mejor generación de futbolistas lejos de las finales, mientras que la preparada Inglaterra pereció ante la anfitriona. Incluso España. La selección de Jorge Vilda llegaba con ganas y un fútbol preciosista. Pero el resultado no fue óptimo, tomándole la delantera las citadas finalistas Países Bajos y Dinamarca, cada una en su estilo.

Además, selecciones más modestas dieron un golpe encima de la mesa, manifestando que están ahí y desean seguir creciendo. Austria fue la cabeza más visible de tal éxito, alcanzando las semifinales sin perder en su debut continental. Aunque no la única. Bélgica, Italia, Portugal o Escocia quedaron apeadas en la fase grupal. Pero con muy buenas sensaciones. El fútbol femenino se iguala; el fútbol femenino avanza.

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