Irse de un equipo tan exigente como el Fútbol Club Barcelona sin ser despedido es algo que está al alcance de muy pocos, y Pep Guardiola es uno de ellos. El técnico de Santpedor decidió poner fin a una relación en la que llevó al equipo de su corazón a lo más alto. Triplete y el consiguiente sextete, dos Champions, tres Ligas, dos Copas, tres Supercopas de España y dos de Europa y dos Mundialitos de Clubes en cuatro años. 

Götze y Thiago han aumentado aún más el nivel de la plantilla bávara

Con este impecable currículum y tras un año sabático, Guardiola era el deseado por los grandes de Europa. Finalmente, el Bayern de Múnich le convenció y las expectativas estaban en lo más alto, aún habiendo conseguido un reciente triplete de la mano de Jupp Heynckes. Una plantilla que ya era completa se ha visto elevada a la máxima potencia con las llegadas de Götze y Thiago, dos talentos de futuro que son ya una realidad. Por si la afición no estaba ya bastante animada, la pretemporada se había saldado con un pleno de victorias y un balance goleador de 61-3 en nueve encuentros, uno de ellos ante el Barcelona.

Derrota en el primer partido oficial

Las expectativas creadas debían empezar a responder en la Supercopa alemana, pero nada más lejos de la realidad. El Borussia Dortmund se llevó el partido y estuvo por encima de su rival. El 4-2 ha puesto en jaque a los más alarmistas, en primer lugar porque ya no se puede conseguir el ansiado sextete, y, lo más importante, porque se cuestiona la viabilidad del sistema de Pep ante equipos tan verticales como el Borussia Dortmund.

Dudas, dudas y más dudas. Siempre aparecen en los inicios de un proyecto por muy ambicioso que sea, y más aún si Pep Guardiola está comandando el barco. Sus comienzos en el Barça B y sobre todo en el primer equipo no fueron precisamente un camino de rosas. Si en el filial -donde acabaría cosechando al ascenso a Segunda División B- no consiguió la victoria en el primer encuentro oficial, las primeras semanas en la élite fueron más alarmantes. La derrota contra el Numancia en el estreno liguero fue dolorosa, pero peor fue el rácano empate en el Camp Nou ante el Racing de Santander. Y todo esto mientras en las gradas aún costaba identificar a dos chavales llamados Pedrito y Busquets.

El tesón y la paciencia fueron los mejores aliados de aquel cuerpo técnico. Si realmente alguien se ha olvidado de cómo terminó aquella etapa, está a tiempo de volver al primer párrafo. Y es que todas las máquinas, por muy perfectas que sean, necesitan engrasarse.

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Sobre el autor
Sergio Vázquez Jodar
tercero de Periodismo y árbitro de tercera catalana