Tras una pasada temporada para el olvido, el Hamburgo decidió, allá por el mes de julio, cortar por lo sano y mirar al futuro con aires nuevos. Aires de esperanza, de ilusión, de bonanza... pero unos Unos aires que pronto pasaron. Tan pronto como el Paderborn, descarado, decidió, terminando ya el mes de agosto, que no estaba muy de acuerdo en eso de ser el nuevo Braunschweig. Y así, ni corto ni perezoso, el valiente novato incendió el Imtecth Arena con un 0-3 incontestable. Un 0-3 que, cual déja vu, reverdeció la mala hierba; explotando la burbuja de esperanza que durante todo el verano habían estado inflando e inflando de aire los optimistas hanseáticos. Casi medio año después, los de Zinnbauer viajaban a jugar un partido que, más allá de ser un día más en su difícil realidad, les regalaba de primera mano la posibilidad de vengar tal afrenta.

Mejor imposible

Y la cosa no pudo empezar mejor para los norteños. Apenas pasaba un minuto de juego cuando Ziegler cometió penalti sobre Jansen, el árbitro lo vio y van der Vaart adelantó al Dinosaurio con un chut a la derecha de Kruse. Golpe anímico inmejorable para los hanseáticos, que de un plumazo olvidaban su triste estreno de 2015 y se metían de lleno en el encuentro. El tanto pilló completamente descolocado al Paderborn, que tardó algunos minutos en entrar en el partido, permitiendo al Hamburgo crear alguna oportunidad más, pero Olic una vez, y Stieber otra, no estuvieron acertados.

Djourou y Rajkovic no daban seguridad en los centros laterales y el Paderborn explotó esa acción

Superada la empanada inicial, el Paderborn se rehízo y tomó el control del cuero. Los renanos buscaban llegar a la meta defendida por Drobny con un juego muy directo, tratando de conectar con sus atacantes mediante balones largos cruzados hacia los extremos. Pocos toques y celeridad para armar el disparo y probar suerte. La idea local era más bien simple, sin embargo, el Hamburgo no parecía tenerlas todas consigo. Djourou y Rajkovic no daban la seguridad suficiente en los centros laterales, y el Paderborn explotó esa acción una y otra vez. Kachunga obligó a la estirada de Drobny, y Bakalorz cerca estuvo de anotar tras saque de esquina, pero llegada la media hora de partido el marcador permanecería favorable al Hamburgo.

Por su parte, el cuadro visitante apenas se asomaba al arco, pero cada vez que lo hacía gozaba de espacios. Hecho que aprovechó Stieber con una internada diagonal, pero en la que se toparía de bruces con Kruse. Los últimos diez minutos de la primera mitad, el Paderborn bajó el ritmo, y el choque fue mermando poco a poco hasta llegar al tiempo de asueto.

Diosa fortuna

La segunda mitad dio comienzo con una subida de líneas por parte del Paderborn, lo que obligó al Hamburgo a meterse muy atrás. El conjunto local cambió de plan. Dejó a un lado el juego directo y empezó a trenzar jugadas algo más elaboradas. Kachunga se colaba como un puñal entre la maltrecha defensa visitante, y una vaselina suya pudo convertirse en el 1-1, pero el larguero evitó que el cuero acabara entrando. El Hamburgo no ofrecía respuesta, así que Zinnbauer no se lo pensó dos veces. En poco más de 20 minutos, retiró del campo a Jiracek y un desaparecido van der Vaart para dar entrada a Kacar y Marcelo Díaz. Mensaje claro para su equipo: defensa, aguante y a guardar la renta.

El Paderborn lo tenía todo bajo control, parecía cuestión de tiempo que el empate llegara

El Paderborn lo tenía todo bajo control, dominaba el cuero y tenía ocasiones, por lo que parecía cuestión de tiempo que el empate llegara. Pero no fue así. Entorno al minuto 72 de partido, en la primera salida a terreno rival hanseática, Müller forzó un saque de esquina, Stieber lo lanzó y Jansen, tras revolverse en el área, batió por bajo a Kruse. En otro chispazo, en otra acción aislada, el Hamburgo sacaba la máxima renta posible. El tanto destrozó completamente el ánimo del Paderborn, que ya no fue capaz de reaccionar. Ya en el 91, Stieber, uno de los nombres del partido, dilapidaría el marcador colocando el definitivo 0-3, resultado con el que se llegaría al final del partido.

Serio, algo reservón, pero sobre todo efectivo, muy efectivo, el Dinosaurio se llevó un partido vital para sus aspiraciones donde, prácticamente todo, les vino de cara. El penalti nada más comenzar pareció ser un presagio del aciago partido que esperaba los renanos. Los de Breitenreiter lo intentaron, llevaron el peso del partido y merecieron más, pero se llevaron una dura derrota, de la que seguro no tardaran en reponerse, pues el equipo dio la impresión de permanecer por la buena senda de principio de temporada.