El encuentro comenzó con dominio del Bayern de Múnich, que desde los primeros minutos de juego realizó una gran presión sobre los defensores rivales cuando estos tenían la pelota controlada. Aunque fruto de esa persecución, el equipo de André Schubert tuvo ocasión de llegar a zonas avanzadas en campo contrario, pues esa presión que únicamente la realizaban los atacantes, estaba creando una gran separación con las demás líneas de presión. Pasaron los minutos y el equipo dirgido por Carlo Ancelotti se empezó a hacer con la posesión del balón, estableciendo el tercer cuarto de campo como la zona en la que consolidar ese control de la posesión, que con el paso del tiemp, le empezó a dar la oportunidad de crear ocasiones de gol claras, circulando el esférico con paciencia, e insistiendo por el costado diestro, por el que Rafinha, Thiago, que no se estaba posicionando muy pegado a la banda, y Robben, estaban participando mucho en los primeros minutos. Los locales empezaban a enseñar los colmillos con la pelota controlada, aunque aún así, el Borussia Mönchengladbach estaba intentando aprovechar las fases de posesión larga en campo propio para buscar un buen apoyo entre líneas, en forma de mediocentro descolgado, que al asociarse con los demás diera pie a alguna jugada de ataque.

Dominio total del Bayern, durante el entrenamiento

Arturo Vidal marcó el primer gol para el conjunto rojiblanco tras rematar de cabeza en el primer palo un centro de Robben con la derecha desde el costado diestro; de esta forma se completaban unos minutos de mayor continuidad en el dominio, por parte de los locales, que sin aumentar la presión, estaban consiguiendo recuperar más balones y estaban consiguiendo aprovechar mejor las imprecisiones de un conjunto visitante, que estaba jugando con un 4-4-2 con André Hahn y Lars Stindl en punta, y que no parecía ser capaz de contagiarse del ritmo alto de intensidad del cuadro muniqués.

Vidal adelantó a los locales con un buen testarazo a pase de Robben

Tras el gol, el conjunto rojiblanco apostó por retroceder más las líneas de presión, formando con un 4-5-1 con Xabi Alonso incrustado entre los dos interiores (Vidal y Thiago), que no terminaban de formar en paralelo con Robben y Douglas Costa para ceder la redonda al contrincante, presionarle, y salir en transición rápida con los interiores y los atacantes. Tras un tiempo, el ritmo de intensidad decayó en el duelo y el Bayern ralentizó la circulación del cuero, en sus fases de ataque posicional, en las que estaba tocando por todo el frente del ataque en busca de espacios, con mucha paciencia. El campeón de Alemania tenía el control absoluto del juego, y además había conseguido instalarse en terreno de juego contrario con facilidad, pues a la hora de superar las líneas de presión rivales no estaba teniendo el menor problema para progresar y para encontrar a los jugadores que se movían cerca del área contraria. 

El 2-0 llegó por medio de Douglas Costa, que remató a placer con la pierna derecha, y con un control previo, un centro de David Alaba desde la línea de fondo en banda izquierda, después de que Lewandowski no pudiera tomar contacto con el balón en el punto de penalti. Tras el segundo tanto que encarrilaba el encuentro para los locales, estos siguieron ejerciendo un gran control sobre su rival, pues estaban dominando la posesión del esférico y lo estaban circulando por todo el campo a una velocidad y a un ritmo que creaba una perfecta armonía con el contraste de sonidos en la grada entre el bombo del fondo norte, y el silencio de una grada que observaba en una mezcla de asombro y expectación los toques de su equipos. Los locales estaban haciendo de las posesiones largas un arte, tanto en el aspecto estético como en lo futbolístico, pues estaba siendo su mejor forma para avanzar y superar las líneas de presión rivales, que no habían mostrado la unión y la solidez necesarias. Los de Ancelotti seguían tocando la pelota a la misma velocidad por todo el campo de un contrincante que no hacía más que observar anodado, la claridad y la fluidez que tenía el conjunto local a la hora de circular el balón.

Aparición fugaz de los potros

El segundo tiempo comenzó con dominio del conjunto dirigido por Carlo Ancelotti que tuvo la posesión del balón en los primeros minutos, y realizó fases de ataque posicional en campo contrario con una circulación de balón de velocidad media, con esa dinámica entrecortada del primer tiempo, que parecía que el encuentro se estuviera jugando en el más absoluto silencio. Aunque después de los primeros minutos, el Bayern se encontró con un rival respondón, que había adelantado las líneas de presión y que estaba peleando la posesión del cuero en terreno de juego contrario, presionando a los jugadores rivales que tenían el balón con las líneas bastante juntas y optando por más mecanismos de recuperación de balones como la anticipación. El ritmo de intensidad no había aumentado, aunque en cierto modo el encuentro se había abierto sin entrar en una dinámica de ida y vuelta.

Los visitantes parecieron reaccionar tras el paso por el túnel de vestuarios

El Gladbach se había hecho con la posesión del esférico, aunque no sabía utilizarla adecuadamente, ya que por mucho que se instalara en terreno de juego contrario no estaba siendo capaz de preocupar a una defensa local sólida y bien posicionada a causa de su lentitud en la circulación, que estaba siendo muy previsible a la hora de dar los pases, y que no estaba siendo capaz de profundizar en los últimos metros de campo. Por su parte, el campeón alemán se mantenía replegado en su terreno de juego, y optaba por replegarse, y por aprovechar las recuperaciones de balón, para domar a su oponente, con fases de posesión larga en su propio campo, para así cortarle el ritmo de juego y rebajar el nivel de intensidad general del encuentro. Tras unos minutos, el ritmo de intensidad descendió mucho y el Bayern siguió controlando el enfrentamiento a la perfección, pues sabía cuando replegarse, cuando tocar en campo propio y cuando trasladarse a terreno de juego contrario, frente a un rival que veía como pasaba el tiempo, y que no había sido capaz de meterse en el encuentro.

Los últimos minutos de juego fueron del mismo ritmo bajo de intensidad, aunque contaron con una mayor presencia del conjunto local en campo contrario, de la mano de un Thomas Müller participativo, que le dio otro enfoque al equipo por la banda izquierda, a la que todos recurrían ante el mayor desgaste físico sufrían los hombres de banda derecha. Por su parte, el equipo de André Schubert, que con la entrada de Herrmann por André Hahn había abandonado la idea de jugar con dos delanteros para jugar con una figura similar al mediapunta y con un Herrmann que no terminaba de jugar pegado a la banda, se mantenía replegado en su campo, y estaba esperando el pitido final. A pesar de ello, seguía intentando salir al contraataque en alguna ocasión desplegándose con tres o cuatro hombres en ataque.