El encuentro comenzó con un ritmo muy alto de intensidad, y con el conjunto local dominando la pelota y tratando de llevar la iniciativa sin profundidad a la hora de combinar. Mientras tanto, el Werder Bremen se mantenía agrupado en campo propio, y procuraba aprovechar las recuperaciones del esférico, para salir al contraataque por ambas bandas con gran desequilibrio frente a una zaga endeble, que no mostraba fiabilidad con el balón controlado. Gnabry adelantó al conjunto hanseático tras un disparo desde la frontal que desvió un defensor local, y tras ello, el Wolfsburgo siguió llevando el timón del juego. Aunque no parecía dar excesivas muestras de reacción, pues su circulación seguía siendo igual de lenta, y tampoco estaba encontrando a los jugadores de mayor calidad como Malli o Didavi que estaban jugando como segundos puntas en un 3-4-2-1, o a los hombres de banda, como el polaco Blaszczykowski o Horn.

Dominio claro del cuadro local que se topó con Wiedwald 

Cuando más estaba imponiéndose a su rival el equipo local, fue cuando este aprovechó para volver a golpear, por medio de Gnabry que fusiló a Benaglio en el área pequeña, tras recoger un balón peinado en un saque de esquina. Tras ese tanto, se produjo la verdadera reacción de los lobos, que empezaron a jugar con más verticalidad, y consiguieron crear mucho peligro por el costado diestro con Jakub Blaszczykowski que estaba siendo un puñal. Pese a ello, consiguió recortar distancias a balón parado por medio de Borja Mayoral, que empujó el balón a portería vacía después de que Didavi peinase un córner botado por Malli.

Tras unos minutos frenéticos de asedio local, en el que le faltó precisar en la definición, el Wolfsburgo siguió dominando a su contrincante, teniendo la posesión del cuero, jugando en campo contrario, y presionando con bastante regularidad tras una pérdida. Aunque de poco le sirvió ese manejo, pues era incapaz de crear el menor peligro atacando en estático, y la mayor demostración era que cada vez que se producía la situación en la que el equipo recuperaba el balón, sin importar si lo hacía en terreno de juego propio o en campo de su contrincante, estos creaban un enorme peligro, pues tenían una mayor precisión en la entrega, y una fabulosa capacidad para pillar a los rivales a contrapié cuando salían en velocidad. 

En los últimos minutos de ese gran primer acto, el cuadro dirigido por Valerien Ismäel lo siguió intentando por todos los medios, mostrando un gran dominio de todos los registros futbolísticos, generando un gran peligro por todos ellos. Aunque nuevamente le estaba fallando el acierto en los últimos metros, ante un Werder Bremen que pese a mantenerse replegado en su campo ante el asedio de la manada, se veía incapaz de cerrar bien los espacios, pues las llegadas del rival que estaba jugando a una velocidad mayor, se producían por todos los sectores del campo sin excepción. En los segundos finales, el cuadro visitante hizo todo lo posible por taponar la tremenda hemorragia que estaba produciendo el Wolfsburgo que estaba desplegando todo su arsenal ofensivo, y que estaba cuajando una actuación notable, que en los últimos segundos no le quedó más opción que intentarlo con balones parados, mediante los cuales estaba creando un peligro terrorífico.

Cuando acaba la tormenta...

El segundo tiempo comenzó con un ritmo de intensidad ligeramente más bajo al que se jugó en la primera parte, aunque en esa fase, el encuentro tuvo una dinámica de ida y vuelta, pues a pesar de que el cuadro local seguía dominando a base de tener la posesión del balón, se estaba encontrando con un Werder Bremen más participativo en el juego, que a pesar de la irregularidad futbolística que tanto le caracteriza durante los partidos, estab presionado más la salida de balón de su oponente.

Pasaron los minutos, y la sensación de peligro, y el desequilibrio que creaban por banda los lobos se fue esfumando, para dar lugar a un dominio efervescente, con una circulación de balón lenta, una excesiva horizontalidad en los pases propiciada por la ausencia de un pasador entrelíneas, pues Yunus Malli se estaba posicionando unos metros más atrás y Didavi había abandonado el terreno de juego, y una gran falta de regularidad en ataque derivada de la disminución de la presión sin balón. 

En los últimos minutos del encuentro, el equipo que hoy vestía de verde y blanco siguió llevando el timón del juego, aunque cada vez se reducía más a fases de posesión estéril reduciendo su presencia en el área, y disminuyendo notablmente el número de ocasiones creadas, pues exceptuando escasos momentos de fluidez, o de una mayor claridad de ideas gracias a la entrada de revulsivos como Gerhardt que se posicionó cerca de la mediapunta, por delante de la línea de cuatro centrocampistas, no llegaba a los últimos metros con peligro.

Mientras tanto, el cuadro hanseático consciente de que su rival había bajado los brazos, empezó a aprovechar las recuperaciones de balón para buscar alguna opción al contraataque, y de paso mantener la pelota alejada de su área, en los últimos instantes del encuentro. Los últimos segundos de juego, fueron de un juego tosco y atropellado, y de una ida y vuelta constante en la que el Werder Bremen tuvo más ocasión de sentenciar el encuentro, que el Wolfsburgo que se dedicó a centrar balones laterales al área, de igualarlo.