El encuentro comenzó con un claro dominio del conjunto visitante que salió al Bay Arena a controlar la situación desde el primer minuto, organizándose bien en defensa replegándose con un 4-2-3-1, y desplegándose bien cuando recuperaban el balón al que en un principio renunciaron, para salir en velocidad por los dos costados con Öztunalli y Pablo de Blassis. Gracias a ese planteamiento, consiguió adelantarse en el marcador con un tempranero gol de Bell, para posteriormente poner tierra de por medio en el marcador, con un gol de Levin Öztunalli tras un libre indirecto que se envenenó. Tras ambos tantos, el equipo dirigido por Roger Schmidt empezó a llevar las riendas del juego mediante la posesión del esférico, pero su falta de precisión en los últimos metros le estaba impidiendo llegar al área contraria con peligro, y le estaba dando alas a su oponente para que siguiese acercándose a su área con velocidad por las bandas.

El que golpea primero, golpea dos veces...

Después de los primeros minutos de juego, el Bayer Leverkusen siguió llevando la iniciativa en el juego teniendo la posesión del balón, pero no conseguía crear peligro con el balón, y tampoco estaba consiguiendo manejar el tempo del partido, ante un Mainz que se estaba defendiendo correctamente, aunque bien es cierto que estaba teniendo muy pocas exigencias ante la escasa producción ofensiva de los locales, y que además estaba durmiendo el partido a la perfección con sus fases de posesión en campo contrario, y que incluso estaba teniendo ocasión de acercarse a la portería contraria, gracias a la gran capacidad que tenían Córdoba y Muto de jugar de espaldas a portería, y de mantener el balón para darle continuidad a la jugada. Sin mucho ruido, y con un imponente control del conjunto visitante concluyó el primer acto, ante la desesperación de la hinchada local que veía a su equipo incapaz de reaccionar.

A derribar el frontón 

El segundo tiempo comenzó con un claro dominio del Bayer Leverkusen, que pese a tener la posesión del balón en su poder, era incapaz de crear peligro en el área contraria, de otra manera que no fuese centrando balones desde ambas bandas, aunque bien es cierto, que estaba jugando a una mayor intensidad, tal como quedaba reflejado en la presión sin balón en terreno de juego rival, en la circulación del mismo, o en la verticalidad con la que lo desplazaba. En frente, tenía a un conjunto dirigido por Martin Schmidt, que se seguía replegando en su campo, que defendía sin demasiados aprietos, pero al cual le duraba muchísimo menos la redonda, en comparación con el primer tiempo, pues no tenía precisión cuando jugaba en largo, y además se encontraba con la circunstancia de que sus hombres de ataque se encontraban muy aislados por el entramado defensivo de los locales, que procuraban mantener la línea defensiva en el círculo central.

Después de los primeros minutos de juego, el partido decayó en intensidad, y el Bayer Leverkusen perdió mucha continuidad en ataque en campo contrario, en una fase en la que el Mainz tuvo más balón, aunque tampoco llegó a concluir ninguna jugada. Pasaban los minutos, y el equipo rojinegro iba bajando los brazos conforme se daba cuenta de que se le estaba acabando el tiempo, pues circulaba la pelota con una menor lentitud, había perdido mucha precisión en la entrega, y buscaba opciones de ataque prácticamente inviables, a juzgar por los pases que realizaba, y por el fin de esas jugadas. Claras muestras de desgana, que el equipo visitante que había pasado a jugar con un 4-4-2 en el día de hoy con Muto y Córdoba descolgados en ataque, interpretaba manteniendo las líneas juntas en campo propio, y buscando a los arietes con balones largos, aprovechando la gran habilidad que tenían ambos para caer en bandas.

En los últimos minutos del encuentro, el ímpetu ofensivo del Bayer Leverkusen se desvaneció definitivamente, y el Mainz que había adelantado las líneas se dedicaba a dormir el partido con todos los recursos posibles: posesiones de balón, que no eran excesivamente duraderas, fases de presión que impedían las combinaciones del rival, y otros medios menos ortodoxos como los cambios en el tiempo de descuento, o las propias faltas en campo del contrario. De esta manera, el equipo local se veía reducido y sometido a un planteamiento, que sin ser tan vistoso como acostumbran a serlos los de Martin Schmidt, había dado muy buenos frutos, y le había permitido controlar el duelo de principio a fin con gran maestría.

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Sobre el autor
Tarek Guerrero
Redactor de fútbol inglés en VAVEL España.