Bajo una espectacular atmósfera de fútbol en el majestuoso Stade de France, Saint-Etienne y Rennes se daban cita en una noche histórica. El gran Saint-Etienne, el equipo más laureado de la historia del fútbol francés, jugaba su primera final desde 1982, en tiempos de Platini por aquel entonces, siendo su último título la Ligue 1 de 1981. La sequía del Rennes se presentaba aún más importante, desde 1971 sin tocar metal, pero evidentemente es un equipo con una dimensión histórica mucho menor que la del ASSE.

Ambiente electrizante en el Stade de France, con una bonita estampa, la de las aficiones de Rennes y Saint-Etienne mezcladas en el estadio, mostrando una bella imagen de camisetas rojas y verdes repartidas por toda la grada. En las finales no es habitual hacer experimentos, y las alineaciones lo demostraron. Tan solo dos novedades, si es que se pueden considerar así, la entrada del joven emperador defensivo, Kurt Zouma, en el centro de la zaga 'vert', en detrimento del puramente físico Bayal Sall, y la aparición de Pajot, y no de Alou Diarra, en el doble pivote 'rennais', junto a Makoun.

Brandao, decisivo una vez más

El partido comenzó siendo intensísimo, como si los 22 protagonistas intentaran con todas sus fuerzas honrar el ambiente, el escenario, las aficiones y la fantástica noche de fútbol, más allá del resultado en ésta final histórica. Poco tardaría en llegar la primera ocasión, ya que en el primer acercamiento, el escurridizo Pitroipa sirvió un balón para Erding, y el guerrero delantero turco enganchó un disparo que tocó en Brison. Como si 200.000 almas en Saint-Etienne, y otras muchas en el Stade de France, alentaran todas al unísono para que Ruffier lograse salvar el intento, el inmenso cancerbero 'vert' se elevó, y a una mano, logró despejar el balón con una espectacular estirada. 'Les verts' no se demoraron en responder, con una velocísima contra que acabó en las botas de Aubameyang, saliendo su balón desviado a córner. El balón deambulaba a media altura en la zona central del área, y Brison, muy intuitivo, remató con fuerza el córner provocado por el gabonés, sin acierto.

Y entonces, apareció el talentoso Cohade para recuperar un balón, porque en las finales todos juegan al 120%, seguramente una acción que en cualquier otro día ni hubiese luchado. El fino mediapunta se la dejó al intenso Mollo, que abrió al instante para la entrada por banda de Aubameyang. Y ahí se mostró toda la genialidad del gabonés. Pareciese que la trayectoria del centro, al primer toque, hubiese sido dibujada por el mismísimo Michel Platini, ya que fue directo al segundo palo, dónde se encontraba libre de marca Brandao, jugador con especial habilidad para marcar en las grandes noches, que hizo retroceder a todos 35 años en el tiempo para convertirse por un instante en el legendario Dominique Rocheteau, L'Ange Vert, y rematar con la misma sutileza que el fantástico delantero, para a su vez celebrarlo con la misma rabia del dolido Rocheteau aquella noche de 1976 en Hampden Park, cuando solo pudo jugar los últimos 7' de la final de la Copa de Europa ante el Bayern debido a una lesión. El gigantón brasileño volvió a completar la gesta y a erigirse como el héroe de su equipo, como ya hizo la pasada temporada dándole la Coupe de la Ligue al OM con un gol en la prórroga.

Erding protagonizaba una de las escenas tristes de la final, al marcharse lesionado mediada la primera mitad, siendo sustituido por Cheick Diarra, y Brandao tuvo en sus botas el 2-0, al rematar en el segundo palo un centro, pero Costil, en una demostración de reflejos felinos, llegó al momento, abajo, para despejar. Fèret tuvo una falta en la frontal, pero su disparo, raso y sin fuerza, fue fácilmente atrapado por el coloso Ruffier. Al final de la primera parte, se llegó con 1-0 en el marcador. El ASSE, cada vez más cerca de romper su sequía, que le mantenía desde 1981 sin ganar un título. Aubameyang, excelso en todas las acciones de ruptura al espacio, y Brandao, demostrando que es un jugador 'clutch' en los momentos decisivos, los mejores del Saint-Etienne.

El ASSE mantuvo el resultado

La segunda mitad comenzó siendo tan intensa como la primera. Primero Mollo, y posteriormente Brandao, protagonizaron sendos acercamientos sin peligro a la portería de Costil. El azar del fútbol decidió invertir los papeles habituales de Clerc y Pitroipa. En un córner, el lateral derecho 'stéphanois' remató, y el anárquico extremo burkinés logró salvar la ocasión, bajo palos, como si del más experimentado central se tratara, en lo que pudo ser y no fue el 2-0 del ASSE. El fútbol volvía a mostrar su cara más injusta, sacando del partido al capitán 'rennais', Danzé, por lesión. Danzé pasaba a ser el guerrero herido y lesionado, que se echaba a un lado para alentar a sus compañeros, dejando su lugar al imponente Apam, con la ilusión de poder levantar la arremolinada copa.

Aubameyang, de nuevo apareciendo como el afilado estilete al espacio que es, dispuso de otra ocasión que desaprovechó, lanzando desviado por alto el balón, en su particular talón de Aquiles, la definición ante portería. Boye tuvo el empate al rematar un córner, que atrapó en el suelo Ruffier. El Rennes empezaba a encerrar al Saint-Etienne, pero sin lograr acercarse en demasía a la portería de Ruffier, y mostrándose éste muy seguro cuando se le necesitaba.

Y en ese contexto, Sadio Diallo tuvo la mejor ocasión del Rennes para empatar el partido y forzar la prórroga. Una falta lejana, rebote, y en la segunda jugada, el '10' 'rennais' enganchó una espectacular volea. El espíritu de Ivan Ćurković, el legendario portero yugoslavo del ASSE en los 70, se fundió por un instante con el cuerpo de Ruffier, para completar la estirada y despejar ese envenenado balón que iba directo al fondo de las mallas 'verts', y asegurar la gloria para el Saint-Etienne.

Con el pitido del árbitro, la alegría estalló en el Stade de France. Un escuadrón de ángeles verdes se impuso al Rennes, para llevarse la Coupe de la Ligue, con un gol del gigantón brasileño Brandao. Hace más de 30 años, Larqué, Platini, Rocheteau, Bathenay, Hervé Revelli, Ivan Curkovic y demás miembros de aquella fantástica generación del ASSE de los 70, situaron a una ciudad de menos de 200.000 habitantes en el primer plano futbolístico. Hoy, sábado 20 de abril de 2012, Aubameyang, Ruffier, Brandao, Mollo, Guilavogui, Perrin... revivieron el legado de aquel Saint-Etienne, poniendo fin a una era de dudas, fracasos y decepciones que duraba ya demasiado tiempo para el equipo más laureado de la historia del fútbol francés, tanto como 32 años. En la banda, L'Ange Vert, Dominique Rocheteau, lloraba como un niño al ver a su ASSE disfrutar del éxito, 32 años después de la última vez. Porque en algo tan pequeño como una lágrima, cae un algo tan grande como un sentimiento, la imagen de Rocheteau lo dice todo. El fútbol le devolvió al Saint-Etienne lo que hace tanto tiempo le quitó. 'Les Verts' vuelven a tocar la gloria.

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Sobre el autor
Alejandro Rodríguez
Una persona es juez de sus actos, y árbitro de su destino. Un cabezazo de Basile Boli en Munich, una volea de Zidane en Glasgow. Escribo sobre fútbol internacional en VAVEL.