Tras el gran arranque de temporada, las dudas se habían hecho con los aficionados del conjunto del principado. Una derrota en casa ante el Lyon y tres sufridas victorias ante rivales muy inferiores eran los principales motivos del nerviosismo. La verdadera prueba de fuego llegaba con la visita al Velodrome. Tras el sorprendente pinchazo del Niza en casa ante el colista, la patata caliente pasaba a manos de los de Jardim, que no fallaron ante tal cita.

El Mónaco ganó, goleó y convenció y ya es el nuevo líder de la Ligue 1. El 1-4 fue el reflejo en el marcador de un partido en el que el Mónaco fue muy superior al Marsella. Una superioridad que, para desgracia de algunos, no se reflejó en la posesión del balón sino en la efectividad de sus futbolistas de ataque.

Inicio en tromba

El conjunto de Jardim llegó al Velodrome con muchas ganas de hacer daño al Marsella e intentó hacerse con el control del balón. Aunque poco tardó en concienciarse que el suyo no es el juego de posesión. A los diez minutos de encuentro, coincidiendo con el tramo en el que los locales comenzaron a dominar más el balón, Lemar ponía el primero de la noche. El joven extremo francés volvió a brillar una noche más.

El ex del Caen se hizo un autopase en el área con la cabeza, dejo votar la pelota y dejó una obra de arte al alcance de muy pocos. Su vaselina desde el extremo izquierdo dejaba en evidencia a la pasiva defensa de los marselleses, que miraban incrédulos como el balón se colaba por encima de Pele. Se adelantaba rápido el Mónaco.

Los locales continuaron con su estrategia de atacar mediante la posesión del balón y volvieron a caer en la trampa de los monegascos. Un error de Thauvin propició la contra del segundo gol visitante. Radamel Falcao recibía el balón tras una gran asistencia de Sidibé y definía sutilmente ante Pele para hacer el 0-2. De nuevo la misma historia.

Lejos de conformarse, el cuadro del Principado continuó con su estrategia de salir al contragolpe aunque verdaderamente su ocasión más clara llegaría a través del balón parado.  El joven Lemar enviaba su disparo de falta rozando el poste tras tocar el esférico en la barrera. Casi sentenciaba el partido el cuadro visitante.

La reacción local se produjo inmediatamente. Una falta bien votada por López desde la banda era culminada por Rolando tras un gran remate con la cabeza. Se reducían las diferencias y el partido volvía a estar disputado. Después del gol, llegaron los mejores minutos de los de Rudy García. Un entrenador que no estará contento con el juego de su equipo. Sobre todo, con la falta de acierto, que empieza a ser algo descarado. El Marsella es el equipo menos goleador de la parte alta de la tabla y sus goles en a favor ya coinciden con los encajados.

De esto se aprovechó el Mónaco, que anotó el tercero justo antes de que el colegiado señalara el descanso. Bernardo Silva culminaba con la cabeza un contragolpe que el mismo se había encargado de iniciar. Los visitantes se iban con una renta muy buena al descanso y con la sensación de saber a lo que juegan, al contrario que el Marsella.

Sin soluciones

En la segunda mitad, el guion seguiría siendo el mismo. El Mónaco esperaba bien atrás y el conjunto marsellés lo intentaba, aunque de nuevo sin puntería. Jugadores como Cabella no pasan por su mejor momento y la llegada de Payet parece algo necesario de cara a las aspiraciones ofensivas del equipo. Si bien es cierto que se antoja complicada debido a las pretensiones económicas del West Ham.

El cuarto y definitivo gol de los visitantes llegaría tras un cúmulo de errores defensivos. La defensa local permitió que Fabiñho entrara en el área y se plantara ante Pele. La intervención del arquero no sirvió para mucho ya que Bernardo Silva recogía el balón en el área pequeña y fusilaba contra la portería.

La llegada de Payet parece algo necesario de cara a las aspiraciones ofensivas del Marsella

No tuvo más historia un partido que decidió el mal planteamiento del Marsella, que tendrá mucho que mejorar defensiva y ofensivamente. Por su parte el Mónaco, ya es líder. Un líder que convence y sabe a lo que juega.