Tras una jornada europea fantástica para los equipos galos con sendas victorias de Mónaco en Champions League y Lyon en Europa League, el fútbol volvía en Francia. Y lo hacía con un encuentro muy apetitivo para el aficionado. Lille y Olympique de Marsella se daban cita en el Pierre Mauroy con el objetivo de dar por terminadas sus respectivas malas rachas.  Los locales presentaban unos números nefastos en casa, con tres derrotas en sus últimos cinco partidos. Mismos números que los marselles a domicilio, que parece que siguen sin arrancar.

La afición del Lille, consciente de la mala situación en la que se encuentra su equipo (14 en liga), llenó el estadio y preparó un tifo para la ocasión. Los partidos ante el Marsella siempre suponen una motivación especial para el equipo del norte de Francia y más aún en estas condiciones resultadistas tan pobres.

Poco fútbol

Respeto es la palabra que podría definir el primer tiempo. Ambos equipos salieron al campo con las ideas muy claras: presionar en medio campo y no precipitarse. El balón se rifaba continuamente y las ocasiones de peligro se contaban con cuentagotas. El miedo a perder era algo evidente.

Resulta cuanto menos sorprendente que el Olympique de Marsella, histórico francés y quinto clasificado en la Ligue 1 optará por la técnica del conservadurismo y la especulación con el resultado. Y es que cuando un equipo realiza una inversión como la ejecutada por Payet hace bien poco, las aspiraciones deben ser mayores que salir a defender en el campo del decimocuarto clasificado.

De esta especulación se dio cuenta el Lille, algo más valiente en ciertos momentos del primer partido. De Preville pudo anotar el primero de la noche tras una genial acción individual pero su disparo se perdió cerquita del poste. Más tarde, el rápido extremo del Lille lo volvería a intentar con un centro chut que repelió Pelé. En el Marsella, poco o muy poco. Un chut de Cabella (el mejor de lejos) y un centro de Thauvin lo único destacable. Ambos repelidos por Enyeama.

Destellos de los visitantes

A la salida de vestuarios, la tónica de la primera mitad cambió y el miedo pareció desaparecer. El Marsella pareció despertar tímidamente. De nuevo Thauvin y Cabella como protagonistas. El joven Thauvin enviaba su lanzamiento por fuera de la portería, mientras que Cabella, que hoy actuaba como falso nueve, se volvía a topar con Enyeama.

Muy lejos del rendimiento de ambos estuvo Dimitri Payet, muy perdido durante gran parte del encuentro. Aunque seguramente el más perdido en la tarde noche de hoy fue Rudy García. Para sorpresa de todos, el entrenador local quitó a Cabella del terreno de juego, su mejor hombre hasta el momento y perdió lo poco que tenía arriba. También sorprendió su decisión de dejar en el banco a Gomis, un jugador que se presumía perfecto para el tipo de partido que se le presentaba a los marselleses.

Un Lille valiente

De las desavenencias del Marsella se aprovechó el Lille, que se fue hacia adelante a mediados de la segunda mitad. Los de Franck Passi apretaron sobre todo a balón parado pero sus opciones más claras no llegarían hasta los últimos diez minutos. Sanson en primer lugar, se encargó de quitarle un balón muerto en la frontal a Eder.

Poco después, el héroe de Portugal en la pasada Eurocopa de Francia tuvo el partido en su cabeza. Pelé salvó a los suyos con una parada antagónica. El remate a bocajarro del punta luso lo repelía con grandes reflejos y su posterior rechace tocaba en la madera. Un alivio para el Marsella.

El partido no daría para mucho más. Un postrero disparo de N´jie que Enyeama repelía a córner. El punto del 0-0 es la mejor noticia para un Marsella apático que se lo tendrá que hacer mirar. Y mucho.