El Napoli se ha llevado los tres puntos del San Paolo sin prácticamente buscarlos en todo el partido. Ni siquiera les ha hecho falta desplegar su superioridad técnica, muy acusada, sobre el Torino. En el primer tiempo, con un juego espeso y falto de alardes, se encontraron con dos penaltis muy rigurosos que hicieron el partido tremendamente cómodo y tranquilo ante la timidez granata, inoperantes en la salida de la pelota, sin crear prácticamente ni una sola ocasión clara en todo el encuentro. Solamente incomodaron a los partenopei en algunas fases de la segunda parte, ya sin Cerci los turineses, que fue sustituido tras el descanso sin problemas físicos aparentes.

El Torino, que es un equipo al que le falta bastante capacidad creativa, depende casi siempre de la calidad innata de Alessio Cerci para hacer daño a los rivales, siendo su juego generalmente directo y con poca transición en el centro del campo. En Nápoles no ha encontrado a Cerci en ningún instante y, lo que es peor, tuvo una intensidad bajísima durante el primer tiempo, lo que les llevó a perder con mucha facilidad los balones que trataban de sacar jugados desde la defensa. El Napoli, sin presionar y con el simple movimiento de basculación de sus delanteros, robaba continuamente en campo contrario.

Muy pronto, justo antes del cuarto de hora de juego, se encontró el Napoli con el primer penalti del mediodía. Mertens, hoy también titular, se internó en el área, superó a dos contrarios y acabó siendo derribado. O eso es lo que interpretó el árbitro Andrea de Marco, porque lo cierto es que el belga se dejó caer, aunque a primera vista la sensación es que el penalti era claro. Higuaín cogió la pelota, la plantó en el césped y, a pesar de que Padelli trató de distraerlo moviéndola del punto de penalti, perforó la portería con un disparo centrado pegado al larguero.

A partir de ahí, el Napoli se sintió tremendamente cómodo, cedió sin contemplaciones la pelota al Torino y no sufrió en ningún momento, debido a la incapacidad visitante de crear peligro desde la creación. De hecho, los datos de posesión en tiempo real de uno y otro equipo al final del primer tiempo eran escandalosos a favor del Toro, pero no sirvieron para nada. A la media hora, Fede Fernández disparó a portería después de un rebote tras un córner, pero su golpeo se estrelló en el codo de Kamil Glik, que lo tenía pegado al tronco. De Marco, a instancias de su auxiliar, volvió a pitar penalti por esa acción, que bien podía haber dejado seguir. Eso sí, en la misma jugada, Maggio fue claramente agarrado. Poco después, el Napoli pudo matar el partido. Padelli salió a un pase largo de Džemaili a Insigne, pero midió mal y no tocó la pelota. El delantero napolitano no aprovechó la ocasión y disparó sobre D’Ambrosio, que llegó rápido para tapar portería.

La decisión del cambio de Cerci sorprendió, principalmente, porque no dio la sensación de que el delantero tuviese problemas. Aun así, el partido siguió por los mismos derroteros, es decir, el Napoli estaba a gusto replegado y buscando robar rápido para buscar la contra, mientras que el Torino no era capaz de crear demasiado peligro. La relajación local provocó que los granata probaran un par de veces desde lejos a Reina, pero sin hacerle esforzarse en exceso. Después, con la entrada de Callejón por Higuaín, ganaron estabilidad al subir las líneas de presión. Acabó siendo un partido plácido para el Napoli, que se recupera del varapalo de Roma y mantiene el pulso con los giallorossi.