Y los resultados parecían darles la razón, hasta hace no muchos años: si nos fijamos en la UEFA Champions League, competición de clubes de mayor relevancia y calado, los italianos acumularon en la década de los '90 dos títulos (Milan y Juventus) y hasta cinco subcampeonatos (uno para la Sampdoria y dos para Milan y Juventus); en total, fueron protagonistas en siete de las diez finales disputadas. Repasando la década que va de 2001 a 2010, tres títulos (dos del Milan y uno del Inter) y otras dos finales (otra vez, Milan y Juventus). Sin embargo, desde entonces, únicamente el subcampeonato de la Juventus el pasado año permitió a Italia ‘asomar la cabeza’ en el panorama futbolístico europeo a nivel de clubes.

Si uno se centra en la Europa League, el cambio es mucho más brusco: de los seis títulos (tres del Inter, dos del glorioso Parma de aquellos años y uno de la Juventus) y cinco subcampeonatos (Roma, Torino, Juventus, Inter y Lazio) de la década de los '90 – un dominio casi insultante- a la nada (cero presencias en finales desde 1999). Todos estos datos no hacen más que confirmar el progresivo deterioro del nivel de juego de los clubes italianos desde finales de los '90 y que sólo el singular nivel competitivo de Juventus y Milan pudo salvar en forma de títulos entre 2000 y 2010.

Cierto es que en estos últimos años ha habido escándalos de corrupción que han llevado a equipos grandes a Serie B (Juventus), quiebras de grandes grupos empresariales, que incluso se han ‘llevado por delante’ a históricos campeones de los '90 (Parma) y crisis económicas que han hecho descender de forma notable la inversión en jugadores y, por tanto, el nivel de éstos: no es ya Italia, ni mucho menos, ese ‘agujero negro’ de millones que atraía sin remedio a cuanto ‘crack’ había en el universo futbolístico.

Dramática imagen de la quiebra del Parma (Foto: globedia.com)
Dramática imagen de la quiebra del Parma (Foto: globedia.com)

Pero no es menos cierto que esa forma tradicional de jugar en Italia parece estar dejando de dar resultados. Tal vez, lo uno lleve a lo otro y estemos ante un esquema retroalimentado: muchos equipos se basaban, en los '80 u los '90, en siete u ocho jugadores italianos, en defensa y mediocampo, que ‘se comían el césped’  y luchaban hasta casi desfallecer y dos o tres cracks arriba (un trequartista y uno o dos delanteros) que resolvían a la mínima oportunidad: 1-0 y ‘a casa’.

Sea por lo que sea, el modelo no funciona. Y algunos parecen estar dándose cuenta de ello. Al margen de ciertos intentos de algunos clubes por contratar entrenadores extranjeros y no vinculados a Italia (por ejemplo la Roma con Luis Enrique o Rudi García ya que ejemplos como Mihajlovic, futbolísticamente italiano, no es válido), que pueden aportar nuevas formas de pensar, parece estar surgiendo en Italia una nueva generación de entrenadores, con un modelo de juego radicalmente opuesto al postulado tradicionalmente en Italia.

Entrenadores que basan su juego en la posesión de la pelota, en la combinación, en la presión en tres cuartos de campo contrario, en la conducción… Entrenadores como Maurizio  Sarri (primero en el Empoli y ahora en el Nápoles), como Eusebio di Francesco en el Sassuolo, como Marco Giampaolo, sucesor de Sarri en el Empoli…

Eusebio di Francesco ha logrado mantener al modesto Sassuolo en Serie A tres campañas consecutivas (Foto: roma24.it)
Eusebio di Francesco ha logrado mantener al modesto Sassuolo en Serie A tres campañas consecutivas (Foto: roma24.it)

¿Lo mejor de todo? Que los resultados les están acompañando. Sorprende un tanto (o, tal vez, no) que esta ‘revolución’ se haya desatado en clubes pequeños y modestos; que, en contra de lo que pregonaban muchos, han sido capaces lograr éxitos allá donde se le auguraban fracasos. Pocos imaginaban que el Sassuolo se mantuviese en Serie A cuando ascendió, allá por el verano de 2013; y lleva ya tres campañas consecutivas; y rozando en ocasiones los puestos europeos… O que el Empoli fuese a mantenerse con solvencia el pasado año con Sarri, primero, y con Giampaolo este año, tras la marcha de aquél… O el Nápoles del mismo Sarri fuese a encabezar la Serie A durante muchas jornadas esta temporada…

La ‘revolución’ parece dar resultados. Sólo falta que el resto de los grandes se atrevan a seguir el camino del Nápoles. Tal vez, entonces y a poco que mejoren las perspectivas económicas, se vuelva a ver al fútbol italiano en las rondas finales de las competiciones europeas. Como no debió dejar nunca de ser.

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